«Creo, que el lobo, ni es malo, ni ataca a Caperucita, sólo que tiene hambre, como cualquier animal»… (leído en un diario español)
Al igual que el cuento, algo trillado ya, del escorpión y la rana, .. uno puede inferir: es el instinto.
Les pregunto: Ante una idea o nuevo proyecto los «entornos» ¿funcionan más como «abogados del diablo»o «abogados del cielo»?
Asumo intuitivamente que el ser humano en su arsenal de herramientas genéticas está más preparado para objetar, exigir pruebas y descubrir errores que para apoyar, confiar y encontrar fortalezas. Hay un instinto que nos traiciona, del cual en gran parte ni siquiera somos concientes. Ante un alumbramiento en forma de simple idea o de acabado proyecto sobrevienen frases típicas del estilo: «Sí, pero…».
Insisto: el instinto nos traiciona. A vos y a mí. A todos. ¿A quién no le pasó alguna vez que al presentar una idea ante amigos/conocidos/familiares surjan voces en disonancia y ante el reclamo de soluciones el aporte se reduce a cero? Esa es la esencia del abogado del diablo en su versión más pura. Ser un disonante sin ideas. No hay maldad detrás de ello. Solo un instinto. Nunca olviden la frase que utilizo para finalizar este News desde el mismo día que nació, hace cuatro años. Sabiamente Mark Twain dijo «El que tiene una idea nueva es un loco…hasta que la idea triunfa»
Fueron muchos más los que defenestraron los proyectos de Walt Disney que quienes los apoyaron. Fueron muchos más los que desaconsejaron invertir en el automóvil a Henry Ford que quienes le ofrendaron «buena onda». El cerebro de quien recibe una idea nueva, a veces por imposibilidades propias, otras por envidias relacionales, y algunas por protección del status quo, tiende a desfavorecer la idea encontrando falencias y motivos por los cuales la misma corre peligro de implementación. El cerebro funcionando en modo «abogado del diablo» es más versátil, rápido y potente que funcionando en modo «abogado del cielo». Históricamente ha funcionado así. Es momento de…. cambiar la historia.
Escuché a algún gurú sentenciar que «enfrentamos la era de la caducidad permanente». Ante un escenario tan velozmente destructivo, se vuelve una tarea ineludible revisar profundamente nuestras conductas, entender las razones de los abusivos y nefastos ataques del «sí, pero…» y subirnos a la nueva ola de apreciación (y apropiación) de ideas, conceptos y proyectos: «la era del abogado del cielo».
Tom Kelley de IDEO, una de las firmas de innovación más prestigiosas del mundo, define a los abogados del diablo como «tóxicos». El Abogado del Cielo es aquel que encuentra razones para apoyar. Que busca indicios por los cuales la idea va a funcionar. Que encuentra conexiones positivas. Que tira una soga para que la idea sobreviva y no un ancla para que se hunda en el olvido.
En Apple están siendo «abogados del cielo». Para Henry Chesbrough, profesor en la Hass School of Business de la Universidad de California, es la más innovadora. «Han cometido numerosos fallos, pero sus clientes les perdonan porque continúan arriesgándose, inventando el futuro. Eso fideliza».
La compañía de Jobs no está ni en el top 25 de las que más dinero destinan a I+D en la electrónica de consumo: 1.333 millones de dólares el año pasado, solo un 3% de sus ingresos totales, frente a los 8.240 millones de dólares de Nokia, un 14% de sus ventas. Pero ha logrado que todos los fabricantes de reproductores musicales, móviles y tabletas imiten su estilo. Y, de paso, convertirse en la tercera compañía mundial por valor bursátil».
Apple pese a que tuvo algunos abogados del diablo» dando vueltas sugieriendo no entrar en el mercado de los mp3 player, supo ver que además de un mercado saturado de marcas había espacio para un nuevo concepto: el iPod. Apple pudo desentenderse de esa loca idea de meterse en el segmento de los smartphones. Una vez más, los abogados del diablos perdieron en su negativa discursividad. Hoy Apple (iPhone) es la ¡cuarta empresa! de telefónos móviles del mundo.
No hay nada más persistente que los viejos hábitos. Y nuestros hábitos cognitivos tienden a ejercer la abogacia del diablo. Si los tuyos son «oídos decisionales» asegúrate de tener de tu lado unos buenos «abogados del cielo». Al fin y al cabo son quienes van a encontrar las razones para que tu compañía llegue primero a la próxima innovación.
Los «abogados del diablo» no ven oportunidades. Algunas veces evitan problemas.
Los «abogados del cielo» no evitan problemas. Siempre cimientan oportunidades.
CONSULTORIO DE CREATIVIDAD
Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
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