La innovación está en la cresta de la ola en políticas empresariales. Se nos propone hoy lanzar productos al mercado de manera rápida y de forma barata. No hay mucho tiempo para planes de negocios o investigaciones de mercado.
Si hay que introducir productos velozmente entonces….. Entonces hay que producir rápidamente. Entonces es necesario producir prototipos rápidamente. Entonces es necesario tener ideas creativas rápidamente. Pensamiento desde el final hacia el inicio. Una deconstruccion del pensamiento.
Y ponemos recursos en tiempo y dinero en planes de negocios e investigaciones de mercado. En querer otorgar certidumbre a un proceso ambiguo, siempre inacabado (solo se completa en la interacción REAL con el consumidor)
Yossi Vardi, uno de los más reconocidos inversores del planeta ( el inversor que creyó en ICQ, el primer sistema de mensajería instantánea del mundo), en su conferencia en la Campus Party de Berlín hace poco tiempo reconoció “Yo no leo business plan y no me gusta ver demos. Los business plan son para los que no saben cómo ganar dinero con los negocios». Vardi ha invertido exitosamente en más de 50 compañías tecnológicas tan disímiles (y tan conexas) como software, energía, Internet, mobile, etc.
Disculpen mi irónica arrogancia. ¿Un business plan a cinco años? Queridos mios, no sabemos que va a ocurrir mañana y ¿queremos otorgar pretensión de certidumbre con un cash flow que delimita con centavos ganancias en febrero de 2018?. Ilusos. Muy ilusos. Una cosa es tener una visión, una especie de certidumbre sobre que escenarios posibles nos esperan y como navegar en ellos y otra muy diferente es pretender domesticar atadas las variables solo porque nuestro futuro negocio las necesita. En la pretensión de objetivar racionalidad al negocio solo terminamos introduciendo ficciones de la más absoluta fantasía.
Se está produciendo una transición. Una transición en la cual la demonización de la intuición ha finalizado. Donde la pretensión de racionalidad termina siendo entendida como eso: solo una pretensión. Por suerte, y cada vez más, los máximos responsables de las compañías más importantes del mundo suelen confiar en primer lugar en su intuición a la hora de tomar decisiones de negocios.
La historia enseña. Vamos a ejemplos típicos de emprendedores y empresarios que confiaron en su intuición y siguieron adelante cuando todo (estudios de mercado, informes cuantitativos, estadísticas financieras, etc) y todos (amigos, consultores, especialistas, etc) desaconsejaban, a veces con no poca vehemencia, las posibilidades reales de los frutos de la intuición (y la creatividad, y la imaginación, y la….) de estos personajes consagrados.
De alguna manera ¿Wal Mart no creyó en su intuición cuando comenzó a abrir sus cadenas minoristas en pequeños pueblos lejos de los “grandes players” del momento (léase K- Mart) para luego llegarle a competir ( y ganar!) en las propias narices?.
Acaso ¿el ejecutivo de 3M, más bien un incubador de campeones, no creyó en su intuición cuando apoyó la salida al mercado del post-it, producto que ningún estudio de mercado lo posicionaba como deseado por los consumidores?.
Acaso ¿Fred Smith no confió en su intuición al fundar FedEx y creer que la propia flota de aviones era imprescindible para generar un negocio de transporte de mercancías como lo fue inicialmente. Y cuidado: Fred lo llevó adelante a pesar de haber sacado una discreta nota en la universidad cuando presentó el proyecto a sus profesores-especialistas?.
Muchos más creyeron en sus intuiciones: Henry Ford (Ford Company), Ted Turner (CNN), Walt Disney (Disneyworld), Richard Branson (Virgin), Muhamad Yunus (Grameen Bank) son otros ejemplos contundentes. La lista podría seguir hasta el infinito.
No me hablen de estudios de mercado. Las decisiones se toman también con las «tripas», llegando a casos extremos. La historia de la Sony PlayStation es la apuesta en solitario de un directivo obstinado por la venganza contra una traición de Nintendo. Con la Play Station dominaron el mercado en los 90´y fueron los primeros en vender más de cien millones de consolas. Todo por una decisión basada en la más absoluta irracionalidad impregnada de odio y revancha.
Asistimos al fin de la corteza cerebral (razón) como centro excluyente de pensamiento y decisión. La racionalidad como pretensión excluyente de manejo de la información y toma de decisiones ha muerto. Y ha muerto para siempre. Sin posibilidades de resurrección. Los últimos y más novedosos estudios de neurociencia se han encargado de otorgarle sepultura. Siempre fue así por otra parte. Solo que nunca quisimos verlo. La historia una vez más lo demuestra.
El imperio Coca-Cola nació de un remedio fracasado.
El imperio Google de búsquedas algorítmicas universitarias de compañeros de estudio.
Coca-Cola y Google. Dos de las empresas con mayor valor de marca en el mundo.
Sin estudios de mercado. Sin business plan.
• Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
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