por Dr. Horacio Krell*
La palanca es la fuerza necesaria para levantar o trasladar algo pesado. Es un transmisor de fuerza; su cuerpo rígido gira en torno a su propio eje, como un balancín y pueden utilizarse para cambiar la magnitud y el sentido de la fuerza con poco esfuerzo. Por eso se usa para elevar o transmitir la fuerza para generar resultados de manera más cómoda y segura.
La ley de la palanca señala que existe el brazo de resistencia que es el lado en el que se encuentra la carga. El brazo de potencia es donde se encuentra la fuerza en movimiento.
El llamado punto de apoyo es el punto en función del cual se mueve la palanca.
Arquímedes la ejemplificó de este modo: “Dadme una palanca suficientemente larga y un punto de apoyo y moveré el mundo”.
En física, la palanca es una máquina simple que transmite una fuerza. Está compuesta por una barra rígida que puede girar libremente alrededor un punto de apoyo, para amplificar la fuerza mecánica aplicable a un objeto, para incrementar su velocidad o disminuir la distancia recorrida, en respuesta a la aplicación.
Sacar la chapa de una gaseosa es un ejemplo del beneficio de la palanca. No puedes sacarla con la mano por más fuerza que hagas, en cambio con un abridor lo logras sin esfuerzo.
En finanzas, se conoce como leverage el efecto de amplificar la fuerza de crecimiento y rentabilidad de un activo al financiarlo a una tasa inferior a la tasa de rentabilidad esperada.
En política, los candidatos pretenden amplificar su imagen haciendo palanca sobre algún punto fijo, como el eventual caos, haciendo hincapié en los errores del equipo gobernante.
La palanca no es ni buena ni mala
Solamente hay que verificar si el punto de apoyo sobre el que se asienta la palanca es o no conducente al objetivo. Arquímedes sabía que no existe tal punto de apoyo, pero extremó el ejemplo para que se entienda el poder de la herramienta y se busquen las mejores palancas y los puntos de apoyo más precisos.
El cerebro tiene dos fuerzas poderosas que actúan en sentido contrario. Haciendo hincapié en las debilidades en lugar de construir y crear las bases de algo nuevo lo que se consigue es aumentar la intranquilidad y el bajo rendimiento. Debemos actuar en nuestro metro cuadrado, sobre nuestras fortalezas, seguros de la firmeza de nuestro propio punto de apoyo y apalancarnos sobre eso usando la inteligencia para apreciar la situación general.
Debemos participar de un modo activo en esta elección. Es probable que nuestra actividad no alcance para el cambio social, pero en nuestro metro cuadrado, podemos generar el contagio. Elige un punto de apoyo que sea sólido; que resista los embates de los sucesos más previsibles, que no esté asentado sobre hipótesis débiles que más que hipótesis son deseos voluntaristas. Si el punto de apoyo es sólido, si tienes en cuenta a los que te rodean, entonces Arquímedes tuvo razón: “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
El cerebro no fue hecho para el hombre sino el resultado de la evolución. El sistema nervioso se formó por capas. El tronco cerebral, controla los instintos y no aprende. El mamífero que procrea por parto aportó lo emocional. Lo racional surgió del lenguaje y se fijó en la corteza. El cerebro no es preciso como la mano, que sustituyó a la garra, ni sabe armonizar las áreas.
La importancia de las manos
Cuando el hombre se puso de pie las manos reemplazaron a la boca y el cerebro creció. El estómago llega a la conciencia por las sensaciones. El lenguaje creó el mundo cultural. El hemisferio izquierdo alojó la razón, el derecho la emoción. La identidad surgió de fibras nerviosas que los conectan. El animal primitivo era un tubo digestivo pegado a la roca. El intestino no confió en el nuevo cerebro y quedó como circuito autónomo. La evolución revive en los 9 meses de la gestación. Si falla el cerebro abdominal, el sistema se cae.
Instintos, emociones y pensamientos
Ante los conflictos la medicina no tiene remedios absolutos sino paliativos y la psicología descubre los trastornos mentales que ocasionan. La educación puede enseñar cómo funciona el cerebro y a optimizar su rendimiento. Es posible controlar impulsos y emociones con los lóbulos prefrontales, que nos hacen en verdad humanos. Sin ello las áreas primitivas nos dirigen. Reaccionan rápidamente, antes que nos enteremos.
El objetivo es lograr racionalidad, sentido común, cooperación, altruismo, ética; para vivir mejor. Tantos programas nos manipulan que decisiones –que creemos racionales– son automatismos. También organizan secuencias de planes y objetivos. Seleccionan y activan una memoria operativa e inhibe otras. La conducta motora al principio es imprecisa, se perfecciona con la práctica y se modifica con estrategias, hasta que el cambio se automatiza.
La resistencia al cambio
Se trata de evitar el esfuerzo que el cambio representa. Y sin tener feedback con la realidad el error se convierte en hábito. La visión magnética del futuro ayuda crear buenos hábitos que hacen palanca. La mente produce lo que en ella se siembra.
Un hábito se crea al darle prioridad, planearlo, ejecutarlo y controlarlo. La actitud vale tanto como la aptitud. El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, de empezar y perseverar. Cada uno crea diariamente los hábitos que luego lo forman.
Concentrar la energía
Para evitar que triunfe la rutina hay que generar propuestas sugestivas, soluciones novedosas alejadas de lo que lleva a más de lo mismo. La neuroimagen muestra que dialogar con uno mismo de manera positiva permite remodelar positivamente la estructura.
Para cambiar en serio hay que modificar el patrón mental generador. El peligro es eliminar un hábito, pero extrañarlo y volver a él. La neuroplasticidad es el recurso físico que arranca cuando cerebro lo ordena. La mente es invisible, aporta conciencia, pensamientos e ideas. La constancia y el querer mejorar motorizan el cambio.
Yo quiero
El cerebro interpreta lo que percibe, lo traduce en impulsos eléctricos y crea respuestas. Puede ver el problema como caos, como algo complicado o como oportunidad.
Un pensamiento repetido genera una acción. Una acción exitosa repetida genera un hábito.
Un hábito exitoso repetido genera un carácter exitoso. El reactivo, reacciona, el proactivo elige lo importante a lo urgente. Según Pareto el 20% de los factores producen el 80% del resultado.
El peligro es que la rutina diaria haga olvidar el propósito y que se trabaje sin saber por qué. Para evitarlo hay que alinear el foco de atención con la asignación de importancia. Hay palabras mágicas que hacen circular la energía desde las ideas, para que la voluntad elija las mejores.
El termómetro
Las definiciones de inteligencia van desde la flexibilidad de la conducta para generar ideas, resolver problemas y hasta las de adaptarse a los cambios del medio ambiente. Algunos miden el pensamiento abstracto; otros la habilidad para aprender. Así nació el IQ, el coeficiente intelectual, pero hoy se considera una medición arbitraria. Howard Gardner (1983) consideró que las inteligencias son múltiples. La gente varía en habilidades particulares, que difieren de la inteligencia general. Se puede ser inteligente sin contar con tantos conocimientos, lo que se denomina “inteligencia fluida”, que resuelve problemas, descubriendo relaciones.
Se ha puesto de moda la gestión
Como si fuera un fin en sí misma se afirma que todo es cuestión de gestionar con criterio y sentido común. Pero ¿qué pasa si se gestiona bien una decisión errónea? Sería como apuntar el Titanic en dirección al iceberg.
El pragmático habla del fin de las ideas, las critica sin fundamento en su vacío intelectual.
Otros aceptan su cara más perversa bajo el lema “roba, pero hace”.
El cómo no define el éxito
Un problema se resuelve develando sus causas y sus soluciones. Si el diagnóstico falla no se resolverá. La gestión no es la solución, sólo implementa la decisión que antes se tomó. No pregunta, avanza y si se equivoca se las ingenia para buscar responsables.
Hay un lapso entre decisión, acción y resultados, así el gestor podrá culpar a los que lo precedieron o a los continuadores. Ofrecerá variantes de estilo, ordenadas, elegantes y amigables. Dirá que lo que no funciona se debe a tácticas inadecuadas o circunstancias desfavorables y esquivará el debate. Pero sin debate todos serán prisioneros del cómo sin debatir el qué y no lo resolverán. Una forma de gestionar sin debatir es manipular las estadísticas.
La táctica de meter todo en la misma bolsa
No es correcto explicar los hechos por verlos juntos, por conexiones casuales o por creencias arraigadas. El que cree no piensa, el que asocia recuerda y el hábito crea en el cerebro reflejos condicionados.
No conocer la causa del problema es la causa principal. Pensar es resolverlo y la memoria es el capital que puede ser un obstáculo si sólo aporta las viejas soluciones.
El razonamiento deductivo concluye desde premisas, el inductivo generaliza los hechos. El razonamiento que genera ideas es el abductivo. El juego mental conecta hechos, signos que los representan e ideas que surgen del intercambio. El hemisferio de la razón domina, pero a la noche el derecho dirige. Einstein lo dijo: la imaginación, en épocas de crisis, importa más que el conocimiento, nunca descubrí algo nuevo con mi mente racional».
No es cuestión de criticar a la estadística sino de ver el uso distorsivo, como en el caso en que una persona come 2 pollos, otra come 1 y la tercera 0. Quien usa la estadística para mentir divide 3 pollos por 3 personas. Eso le dará 1 pollo por persona.
Usar términos con prestigio como ciencias exactas, mostrar deducciones matemáticas imposibles de interpretar o usar estadísticas falsas, producen efectos devastadores. La crisis mundial provocada por el Tsunami financiero de 2009 fue facilitada con instrumentos matemáticos que nadie entendía y que estaban alejados de la realidad.
No existen hechos sino interpretaciones, dijo Nietzche. No existen ciencias exactas ya que la verdad es compleja y el conocimiento es una antorcha que cambia con el tiempo. Freud afirmó que la herejía de una época es la ortodoxia de la otra.
La realidad está allí para mostrar que debemos ser cautelosos y someter la percepción a controles indirectos. Detrás de la apariencia está la génesis que la hizo posible.
Pensar es relacionar los hechos y los signos para que emerjan las ideas. Los aliados de la verdad son los tres modos de razonar: deducción, inducción y abducción.
El efecto palanca
Arquímedes dijo: “Dadme una palanca suficientemente larga y un punto de apoyo y moveré el mundo”. Una palanca es una barra rígida que, aplicada a un punto de apoyo, transmite y multiplica la fuerza. Su entusiasmo se justifica: no importa el peso, basta con alargar su brazo. El efecto palanca potencia la sinergia entre los sistemas nervioso y digital. La computadora es la palanca de la mente.
Para Pareto el 20% de los factores provocan el 80% de los resultados, si todo es importante, nada lo es. El efecto palanca crece eligiendo bien las prioridades y la asignación de los recursos. Ayuda a medir el antes y después de la decisión, evita apoyarse en falsedades y a concentrarse en lo que genera valor. El pragmático, en cambio, puede hacer muy bien algo que carece valor.
Una combinación ganadora
Ante la escasez de recursos hay que aprender a pensar. La ley de Pareto y el efecto palanca no fallan, aunque la ley de Murphy diga que todo va a salir mal, que no se terminará a tiempo y que nadie brilla para siempre.
Las alianzas estratégicas aplican el efecto palanca a asociarse con los mejores sin hacer el esfuerzo que ellos hicieron para conseguirlo. A la ley de Murphy se la vence previniendo y al obstáculo anticipando dónde puede aparecer. El error es una fuente de aprendizaje y el fracaso proviene de hacer siempre lo mismo. No hay construcción sin destrucción creativa.
Construir el futuro
Los objetivos crean opciones. Disney lo expresó: si lo puedes soñar lo puedes hacer. Existe la mentalidad del bombero que corre todo el día para quedar en el mismo lugar. El mejor jugador sabe parar la pelota.
Joseph Juran aplicó el efecto palanca a la calidad, separó los pocos vitales de los muchos triviales en un gráfico que muestra el antes y después. Es una herramienta sencilla pero poderosa que enseña a pensar en forma clara, lógica y creativa: “Detecta (x categorías) claves del (efecto palanca) o (pocos vitales) que corresponden al 80 % del total (efecto palanca). Gestionando así se es más productivo.
Se fracasa por no concentrarse en la eficacia. El equilibrio entre Producción (eficacia) y Capacidad de Producir (eficiencia) se ve en la historia de La Gallina de los Huevos de Oro, el dueño la mata creyendo que se hará rico de golpe. Eficiencia es hacer las cosas bien, eficacia es hacer lo correcto.
El eficiente gestiona bien, pero si elige mal no alcanza la meta. El poco eficiente y eficaz llega a la meta con gran sacrificio. El poco eficiente y eficaz provoca el desastre. El eficiente y eficaz es el mejor. No se suplanta la eficacia con eficiencia. La ilusión de la gestión construye castillos en el aire, la gestión de valor pone los ojos en el cielo y los pies en la tierra.
El exceso de análisis produce parálisis
El método de la fuerza bruta te acompaña desde la infancia. Con esfuerzo y aproximaciones sucesivas quemas tu cerebro hasta lograr algo.
El método no sirve, pero se usa por el enorme poder de la costumbre. La historia es pródiga en mostrar la lucha entre la fuerza bruta y la inteligencia. El pequeño David enfrentó al gigante Goliat. Se entrenó en el manejo de su honda. Cuando Goliat lo atacó, le apuntó a la frente y lo mató. Ante la fuerza bruta no debes retroceder, pero sí saber cómo usar tu arma.
La fuerza bruta es el poder de las bestias, en los asuntos humanos se necesita cambiar de estrategia. Descubrir el punto de apoyo y hacer palanca sobre él te permitirá vencer al poder duro con el poder blando de la inteligencia. Al cerebro lo manejan dos fuerzas poderosas: 1) no hacer para conservar la energía o 2) cambiar para potenciarla. El método que uses es tu palanca, el cerebro tu punto de apoyo y si los asocias triplicarás tu rendimiento en todo lo que intentes realizar. *