Se ha puesto de moda la gestión. Como si fuera un fin en sí misma se afirma que todo es cuestión de gestionar con criterio y sentido común. Pero ¿qué pasa si se gestiona bien una decisión errónea? Sería como apuntar el Titanic en dirección al iceberg. El pragmático habla del fin de las ideas, las critica sin fundamento en su vacío intelectual. Otros aceptan su cara más perversa bajo el lema “roba pero hace”.
El cómo no define el éxito. Un problema se resuelve con la buena lectura de sus causas y de sus soluciones. Si el diagnóstico falla no habrá nada que lo enderece.
La gestión no aporta la solución, sólo implementa la decisión que antes se tomó. No pregunta, avanza y si se equivoca se las ingenia para buscar responsables.
Hay un lapso entre decisión, acción y resultados, así el gestor podrá culpar a los que lo precedieron y a los continuadores. Ofrecerá variantes de estilo, ordenadas, elegantes y amigables. Dirá que lo que no funciona se debe a tácticas inadecuadas o circunstancias desfavorables y esquivará el debate. Pero faltando el debate todos serán prisioneros del cómo sin debatir el qué y no resolverán los problemas. Una forma de gestionar sin debatir es manipular las estadísticas.
La táctica de meter todo en la misma bolsa. No es correcto explicar los hechos por verlos juntos, por conexiones casuales o por creencias arraigadas. El que cree no piensa, el que asocia recuerda y el hábito crea en el cerebro reflejos condicionados.
No conocer la causa del problema es la causa principal. Pensar es resolverlo y la memoria es el capital que puede ser un obstáculo si sólo aporta las viejas soluciones.
El razonamiento deductivo concluye desde premisas, el inductivo generaliza los hechos. El razonamiento que genera ideas es el abductivo. El juego mental conecta hechos, signos que los representan e ideas que surgen del intercambio. El hemisferio de la razón domina pero a la noche el derecho dirige. Einstein lo dijo: la imaginación importa más que el conocimiento, nunca descubrí algo nuevo con mi mente racional.
No es cuestión de criticar a la estadística sino de ver el uso distorsivo, como en el caso en que una persona come 2 pollos, otra come 1 y la tercera 0. Quien usa la estadística para mentir divide 3 pollos por 3 personas. Eso le da 1 pollo por persona.
Usar términos con prestigio como ciencias exactas, mostrar deducciones matemáticas imposibles de interpretar o usar estadísticas falsas, producen efectos devastadores. La crisis mundial provocada por el Tsunami financiero de 2009 fue facilitada con instrumentos matemáticos que nadie entendía y que estaban alejados de la realidad.
No existen hechos sino interpretaciones, dijo Nietzche. No existen ciencias exactas ya que la verdad es compleja y el conocimiento es una antorcha que cambia con el tiempo. Freud afirmó que la herejía de una época es la ortodoxia de la otra.
La realidad está allí para mostrar que debemos ser cautelosos y someter la percepción a controles indirectos. Detrás de la apariencia está la génesis que la hizo posible. Pensar es relacionar los hechos y los signos para que emerjan las ideas. Los aliados de la verdad son los tres modos de razonar: deducción, inducción y abducción.
Efecto palanca. Arquímedes dijo: Dadme una palanca suficientemente larga y un punto de apoyo y moveré el mundo. Una palanca es una barra rígida que aplicada a un punto de apoyo, transmite y multiplica la fuerza. Su entusiasmo se justifica: no importa el peso, basta con alargar su brazo. El efecto palanca potencia la sinergia entre los sistemas nervioso y digital. La computadora es la palanca de la mente.
Para Pareto el 20 % los factores provocan el 80% de los resultados, si todo es importante, nada lo es. El efecto palanca crece eligiendo bien las prioridades y la asignación de los recursos. Ayuda a medir el antes y después de la decisión, evita apoyarse en falsedades y a concentrarse en lo que genera valor. El pragmático, en cambio, puede hacer muy bien algo que carece valor.
Una combinación ganadora. Ante la escasez de recursos hay que aprender a pensar. La ley de Pareto y el efecto palanca no fallan aunque la ley de Murphy diga que todo va a salir mal, que no se terminará a tiempo y que nadie brilla siempre .
Las alianzas estratégicas aplican el efecto palanca al asociarse con los mejores sin hacer el esfuerzo que ellos hicieron. A la ley de Murphy se la vence previniendo y al obstáculo anticipando dónde puede aparecer. El error es una fuente de aprendizaje y el fracaso proviene de hacer lo mismo. No hay construcción sin destrucción creativa.
Construir el futuro. Los objetivos crean opciones. Disney lo expresó: si lo puedes soñar lo puedes hacer. Existe la mentalidad del bombero que corre todo el día para quedar en el mismo lugar. El mejor jugador sabe parar la pelota. Joseph Juran aplicó el efecto palanca a la calidad, separó los pocos vitales de los muchos triviales en un gráfico que muestra el antes y después. Es una herramienta sencilla pero poderosa que enseña a pensar en forma clara, lógica y creativa: “Detecta (x categorías) claves del ( efecto palanca) o ( pocos vitales) que corresponden al 80 % del total (efecto palanca).
Gestionando así se es más productivo. Se fracasa por no concentrarse en la eficacia. El equilibrio entre Producción (eficacia) y Capacidad de Producir (eficiencia) se ve en la historia de La Gallina de los Huevos de Oro, el dueño la mata creyendo que se hará rico. Eficiencia es hacer las cosas bien, eficacia es hacer lo correcto.
El eficiente gestiona bien los recursos pero si elige mal no alcanza el resultado. El poco eficiente y muy eficaz llega a la meta con gran sacrificio. El poco eficiente y poco eficaz provoca el desastre. El muy eficiente y muy eficaz es el mejor. No se puede suplantar la falta de eficacia con eficiencia. La ilusión de la gestión construye castillos en el aire, la gestión de valor tiene los ojos en el cielo y los pies en la tierra.
El Dr. Horacio Krell, es fundador y CEO de Ilvem, entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples. Su correo es: [email protected]