Piensa por un momento que sería tu vida sin crisis: un aburrimiento total, un ejercicio letal para tu inteligencia. Para evitar la doble cara de amenaza y oportunidad que traen las crisis generalmente evitamos al mismo tiempo el camino a la felicidad.
El campesino que dominaba a la naturaleza. Pedía lluvia y así sucedía, pedía sol y brillaba en su esplendor; necesitaba agua y llovía regularmente. Pero la cosecha fracasó. Es que al pedir lo que quería y no lo que le convenía el lecho de rosas se convirtió en un lecho de espinas. Nunca pidió crisis ni tormentas que son necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar a los que la consumen y a las plagas que la destruyan.
La mayoría desea una vida de amor, dulzura y nada de problemas. El optimista ve la crisis pero no se asusta, no se echa para atrás. Cree que las dificultades son ventajas, piedras en el camino lo hacen madurar. Hace falta una verdadera tormenta en la vida para comprender cómo nos preocupamos por tonterías. Una tormenta te hará estallar el pensamiento en mil relámpagos de ideas, creerás al principio que es una maldición, pero con fe, voluntad y resignación, cosecharás los mejores frutos que sólo se obtienen cuando aprovechaste el frío de los años para asociar tu cerebro con tu corazón.
Crisis clasificadas
El occidental suma los instantes positivos, resta la incertidumbre y la felicidad se le escurre entre las combinaciones químicas del cerebro. El oriental suprime el deseo, piensa que es el causante del sufrir. Resta los dolores y obtiene, por ausencia, una sustancia inmaculada y homogénea, pero insensible a lo humano, vacía de deseo, sin ambición ni frustración, más cercana al estupor místico que a la dicha. Demasiado personal para clasificarla, demasiado universal para no hacerlo, ausente cuando se la busca, presente si se la olvida, la felicidad es como la delicada mariposa que estrello contra la pared al confundirla con una polilla. La felicidad se parece a esa mariposa que persigues, pero que si te sientas tranquilo puede aterrizar en tu cabeza.
La vida es lo que pasa mientras nosotros hacemos planes
Esta frase de John Lennon es toda una definición de la felicidad. Nos convencemos que la vida será mejor después. No advertimos que la vida siempre está llena de desafíos. Que es mejor admitirlos y decidir ser felices ahora y pese a todo. No hay un luego, ni un camino directo a la felicidad, el camino se hace al andar. Andar por ella acompañados con nuestros compañeros de la vida, sabiendo que el tiempo no espera. Para ser feliz no hay que esperar a terminar la universidad, enamorarse o conseguir trabajo, casarse y tener hijos. “Luego” es un recurso impropio para diferir lo que debemos hacer hoy. Esperamos a que los chicos crezcan, a que se vayan de casa, a perder kilos de más, a las próximas vacaciones. Basta: no esperes más. Hoy es el mejor momento para ser feliz. La felicidad no es la estación a la arribas sino tu manera de viajar. Trabaja como si no necesitaras el dinero, ama como si nunca te hubieran herido, y baila como si nadie te viera.
Dime con quien andas
La Escuela de Medicina de Harvard estudió la felicidad en 4.739 personas y su conexión con miles de familiares, amigos, vecinos y compañeros entre 1983 y 2003. La conclusión fue que la felicidad es contagiosa. No depende sólo de nuestras acciones, sino también de nuestras relaciones.
El lenguaje corporal y las emociones importan. Se pensó que con internet la gente viajaría menos, pero no. Una factor clave para desarrollar confianza es el contacto. Sin embargo las comunicaciones electrónicas pueden disminuir el efecto de la distancia.
Un estudio de Facebook encontró que las personas que ponían una foto sonriente tenían más amigos. Al analizar 50.000 lazos sociales notaron que si alguien cambia de infeliz a feliz en sus respuestas, otras personas de su red también lo hacen. Esto reflejaría una tendencia evolutiva a apostar por las circunstancias alegres de la vida.
El test de la felicidad
Como la felicidad es el modo en que viajamos estudiemos nuestras tendencias u orientaciones: 1.A dejarnos llevar por la intuición y por el querer, o por el miedo y rebaja de la autoestima. 2. A juzgar a otros o a sí mismo generando conflictos o relaciones positivas.3. A preocuparse u ocuparse. 4. A aceptar a los demás como son o a tratar de cambiarlos. 5. A sentir un deseo intenso de mejorar cada día o de culpar a los otros o al contexto. 6. A ser invadido por ataques de risa y ternura combinados con sensaciones de gratitud y armonía o estar apresado por emociones negativas. 7. A sentirse un niño, juguetón, abierto, sin complicaciones, cómo un viejo joven o cómo un joven viejo.8. A ser soñador, a ilusionarse sin razón y con entusiasmo o ver el futuro negro. 9. A perder la arrogancia y a desconectar la memoria del resentimiento y del dolor o a vivir atado al pasado.10.A invertir en uno mismo y en los demás o a pensar que el mundo se terminará mañana.11.A ver en las crisis la cara de la amenaza o de la oportunidad, a ser parte del problema o de la solución.
Anuncian una crisis
El trabajador de la felicidad elige que día tendrá hoy: ¿Se quejará porque llueve o agradecerá porque sus plantas se riegan. Se sentirá triste por la falta de dinero o contento porque la crisis lo empujará a comprar con inteligencia. Se quejará por su salud o se regocijará porque está vivo. Se lamentará por todo lo que no tuvo, o se sentirá agradecido por lo que consiguió y por lo que tendrá. Llorará por las cosas que he perdido o se alegrará por que le enseñaron a ganar. Se quejará por la rutina o gritará de alegría porque puede trabajar. Criticará estudiar para la escuela o abrirá su mente con energía para llenarla de nuevos y ricos conocimientos?
El trabajador de la felicidad cree que el día lo saluda esperando que le de forma con su mano de escultor. Sabe que lo que suceda dependerá de él, que debe escoger que día va a tener y elige convertir la crisis en oportunidad.
Toqueville decía que las sociedades deben juzgarse por su capacidad para hacer que la gente sea feliz. En su visionario “Un mundo feliz” Huxley pronosticó la dictadura perfecta con apariencia de democracia. Una cárcel sin muros donde nadie quiere irse ya que gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos sienten amor por la esclavitud.
Evitemos esto. Creemos entre todos el mundo en el que queremos vivir. Felices CRI$I$.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). [email protected]