El estilo es el vehículo del Yo. Sacarnos la máscara conecta nuestra naturaleza original con el medio en que vivimos. Un estilo improvisador puro no existe, hay reglas que codificaron la conducta humana desde hace billones de años, provienen de un gran Yo común del cual somos herederos. Esas reglas desaparecen durante el sueño, el juego, el arte. Allí no hay tiempo (el era y el será), ni causa (el cómo y el por qué). Improvisar reordena la percepción, permite decir algo distinto con las mismas palabras y alterar las reglas. Podemos improvisar gracias a que tenemos el vocabulario y el conocimiento.
Miguel Ángel decía que liberaba la estatua sacando el sobrante
La improvisación es la suma de los momentos que construyen la obra. Puede ser lenta – Mozart escribía a fuego lento- o rápida -Beethoven refinaba su trabajo. La revolución industrial fue la era de los ejecutantes. Desde entonces compositor bueno fue compositor muerto.
Qué es improvisar
En la edad media la guía se convirtió en partitura, a través del pentagrama y los símbolos de tiempo. El trabajo musical fue hacer la partitura, el arte de combinar los sonidos y el tiempo se hizo objeto, dejando de lado la experiencia psicofísica. El código de leyes fue comandado por el director de la orquesta, quien marca los silencios y hasta el instante en el cual el público puede aplaudir. Antes compositores como Bach, Beethoven, Paganini, Mozart improvisaban. Luego se relegó la improvisación tanto en la ejecución como en la composición. La improvisación crea música espontánea con un lenguaje propio que deja ver al desnudo las habilidades. En la ejecución actúa de inmediato, en la composición hace surgir nuevas ideas y sonidos.
La improvisación es el libre juego de la conciencia con la materia prima que provee el inconsciente y con los materiales que ofrece la cultura. Se aplica a toda acción humana, ya se trate de trabajo, negocios o arte. Apilo ladrillos, levanto una pared, construyo una catedral: la condición no está en lo que se hace sino en para qué se hace.
Aprender a improvisar
Parece contradictorio: al intentar ser espontáneo se deja de serlo. Un rey colocó una roca que obstruía el camino. Todos la eludían y se quejaban. Un campesino improvisó, la sacó y halló debajo muchas monedas de oro. Aprendió que cada obstáculo es una oportunidad que sólo se presenta al enfrentar la dificultad.
En la vida siempre hay obstáculos que remover, es un viaje al interior del alma. Para no confundirse es necesario capturar los momentos sin saber cual será el último, el valor agregado será conocerse a sí mismo. El espíritu no habla con palabras, se llega a él con el juego divino. Sin juego el trabajo aburre y sin lo divino no tiene potencia.
La originalidad no está en lo nuevo
Al sacarnos la máscara tiramos el sobrante y aparece el original, el original de nosotros mismos. La improvisación conecta hechos, los signos que los representan y las ideas surgen del intercambio. En la crisis decía Einstein: “la imaginación es más importante que el conocimiento”.
El efecto jazz
Improvisar no es abandonar los principios universales, como la ley de gravedad, sino diferenciar la respuesta estereotipada de la creativa. La improvisación no es lo único del jazz, pero su libertad interpretativa lo convierte en música magnética y en obra colectiva. El riesgo renueva la pasión con nuevos puntos de vista y sensaciones. La prueba es que no pasa de moda, que es imposible oír dos veces sin oír nada nuevo.
Un análisis reciente de la "crisis jazz" como causante de la crisis internacional revela que ésta se parece poco a su referente musical, porque el jazz une la búsqueda agresiva y competitiva de la excelencia individual -los solos- con la búsqueda colectiva de un objetivo común – la performance del conjunto-. Del mismo modo la energía innovadora debe canalizarse hacia el bien común. Las metas colectivas deben incluir el crecimiento económico y del empleo. El plan de del Tesoro americano de $ 700 mil millones es un ejemplo de mala improvisación. La salida a la crisis debe fundarse en una visión de intereses compartidos en las relaciones económicas globales. El verdadero "efecto jazz" digno de su nombre, debe asentarse en los principios de una música universal.
Improvisar no es una mala palabra
En la improvisación intervienen el inconsciente y la libertad expresiva construyendo un lenguaje instantáneo y abierto, no repetible. El auténtico improvisador crea su arquitectura sin detenerse a cada paso, dando rienda suelta a su imaginación; su virtud es la velocidad creativa, ser más rápido es un valor.
El jazz elude la lectura fiel de una partitura: improvisar significa recrear libremente el tema. La libertad interpretativa, que es definitoria del jazz, ha llevado al uso del término swing como sinónimo de una calidad rítmica que es percibida de una forma subjetiva. Los instrumentos adaptan sus improvisaciones al tiempo elegido. El timing al ser variable y subjetivo, no genera un consenso sobre la noción correcta del swing.
Aquí me pongo a cantar
Los más conocidos poetas orales improvisadores son los payadores argentinos. Payada es la improvisación repentina, el duelo acompañada por la guitarra, e interpretado preferentemente a ritmo de milonga. La relevancia de la payada es que implica cambio conceptual, amplitud de espectro, desmitificación.
Es posible que la nota que escribo sea una respuesta personal, una improvisación ante el pensamiento único que condujo al mundo a un laberinto sin salida, y en un laberinto la improvisación ofrece la solución distinta: saltar por arriba. Martín Fierro lo expresó así: “Aquí me pongo a cantar; al compás de la vigüela; que al hombre que lo desvela, una pena extraordinaria, como el ave solitaria, con el cantar se consuela”.
El payador fue el primer cantor de la historia, propulsor de un arte que conjuga canto y rima improvisada con la compañía de la guitarra. Es un duelo dialéctico en la que los interlocutores recorren historias cotidianas, penas, amor filosofía, y reivindicaciones políticas. La payada de comienzos del siglo XX, permitía la libertad rítmica, la impostación de la voz y una respiración, que después se utilizarían en el tango.
Si criticas a alguien no le digas que es un improvisado, pídele que aprenda a improvisar.
Horacio Krell. CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). [email protected]