Al niño le va de maravillas hasta que ingresa a la escolaridad: Allí, buscando su socialización, se lo lleva a la uniformidad. Antes aprendía del contexto, en el colegio aprenderá del texto. Había construido su saber mediante el juego, ahora se deberá adaptar a la disciplina y a la rutina. Se le enseñará a evitar el error en lugar de a valorizarlo como la materia prima esencial del aprendizaje. La burocracia le impedirá desarrollar su talento. Alineada con la apatía, el conformismo y el dinero – los dioses de la sociedad de consumo- que son los ídolos modernos que los hombres adoran.
Einstein conmovió al mundo con un desarrollo lento y diferente: Planteó originalmente los problemas fuera del formato escolar. Es que la sociedad valora más el producto que el proceso, el creador debe luchar por su obra sin morir en el intento. Así, en 1998 se vendieron dos cuadros de Van Gogh en 100 millones, y ninguno mientras vivió.
A imagen y semejanza: Educar significa "sacar de adentro", aprender a interrogarse y a conocerse a sí mismo. La primera pregunta es clave ya que desencadena las demás, porque siempre es posible reflexionar y comenzar de nuevo.
Lo que se busca aparece cuando se reúnen lo nuevo conocido como suceso con lo viejo reconocido y recuperado por la memoria. Una persona creativa puede actuar y crecer pese a la incomprensión del mundo. Pasar de la inocencia a la experiencia es confrontar las ilusiones con la realidad. Es un aprendizaje útil pero doloroso.
Aún en condiciones ideales el fin de la infancia ocurre siempre, porque los bloqueos son internos y el choque con la realidad es inevitable. Pero lo bueno de la historia personal es la posibilidad renacer: cuando la inocencia se reorganiza y recupera la mente de juego sin tener nada que perder o que ganar. Es el momento en el que inocencia y experiencia se fusionan y somos capaces de actuar como los dioses.
Combinando autoconocimiento, misión en la vida, visión del futuro deseado, metodología para lograrlo y confianza, se genera el entusiasmo. "Entusiasta" era para los griegos quien tenía un Dios interior que le permitía modificar la realidad. El creador es el mejor imitador que tiene Dios en la tierra.
Un presente con futuro: Para convertirse en arquitecto de un futuro en permanente construcción, se requiere sostener la mentalidad curiosa del niño. El niño es el padre del hombre y el abuelo es el nieto del niño, porque los hábitos creados en la infancia lo forman como adulto. La curiosidad, es la actitud típica de la infancia que consiste en sentir interés por todo, y el retorno es dejar de ver el mundo con prejuicios.
La duda es el camino al experimento: Los niños están orientados a explorar y preguntar, todo les interesa y cualquier cosa llama su atención, ven el mundo con ojos nuevos. Esa curiosidad apasionada no debería desaparecer.
Según pasan los años, la curiosidad es el combustible que mueve al científico y al artista. Renueva y amplia. Muchos avances científicos surgen se cuestiona: ¿Por qué se hace así? ¿Puedo actuar de otra manera? ¿Quiero continuar con esta situación? ¿Hay otras maneras de enfocarla? ¿Quiénes me ayudan más a ser yo mismo?
Para Einstein es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación que recibimos. La ciencia nace con la curiosidad pero vive en la duda y el replanteo. La curiosidad esencial se refiere a conocerse uno mismo, porque sin la curiosidad por saber quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy, no podré desarrollar la curiosidad productiva que dirija mi vida hacia el desarrollo de mi misión personal.
No dejar de ser niño: Por la curiosidad los niños aprenden sin parar, si esa sed perdura y se combina con la disciplina y el foco que brinda la madurez, se vive una vida genial. En la infancia lo que se aprende se recuerda para siempre y la conducta puede cambiar, al adulto le cuesta mucho más. El desafío de la próxima década será desarrollar en el niño la inteligencia emocional para evitarle futuros tratamientos terapéuticos. Hay que enseñarle el programa de prevención del mal del adulto: "Dejar de ser niño".
Mientras se prepara la acción hay que conectarse con las voces de la inspiración y de la realización. Transformar una idea en realidad implica realizar un bricolage con los recursos para reunirlos de una manera elegante, como el mago que saca los conejos de la galera, la gallina que pone los huevos de oro, o como el niño que de las ramas de un árbol intuye la figura del hombre.
El instrumento es la mente que juega y practica, sin tener nada que ganar o que perder, con la ilusión puesta en los medios y haciendo a veces mucho con poco o nada. Los límites pueden constituir una oportunidad para el desarrollo de la creatividad. Es mejor avanzar por experiencias directas que apelar al aprendizaje de segunda mano que ofrece la religión organizada, que apela a que se acepten sus preceptos.
El espíritu no se expresa con palabras, es de naturaleza preverbal. Para acceder a él se necesita practicar un juego divino cuya tensión deriva de que si dejamos el juego el trabajo se hace aburrido y si dejamos lo divino se pierde la fuerza creativa. A la tierra prometida se llega navegando hacia el mundo interior por el líquido amniótico de la improvisación, para descubrir así al compositor que tenemos dentro. La originalidad no consiste sólo en buscar lo nuevo. Miguel Ángel decía que descubría la obra con las partes que sacaba de la roca. Del mismo modo, si nos quitamos la máscara, aparecerá el original de lo que somos, el original de nosotros mismos.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem. Contador Público y Licenciado en Administración UBA. Contacto: [email protected]