Nuestros ancestros luchaban para proteger lo que tenían. Privaba la ley del más fuerte ¿Cómo surgió la propiedad privada? Un buen día llegaron a un acuerdo: lo mío es mío, lo tuyo es tuyo. Creyeron que los malvados eran pocos y que se aniquilarían entre sí. El trato fue que nadie sería un mandamás y que cada uno haría lo que quisiese.
Así llegó la prosperidad, todos eran bienvenidos si respetaban la regla. Algunas entidades ayudaban voluntariamente a los pobres. Con el tiempo fue necesario regular y educar. Así nació el Estado que nos convenció que la regla era incorrecta, que la vida es muy compleja. La idea fue entregarle las armas para tener paz y arreglar los litigios en los tribunales.
El Estado creció y se apropió de la sociedad, pedía permisos para poder trabajar, cobraba impuestos y hasta llegaba a confiscar. Hoy vemos cómo cae por su propio peso. Sin puestos de trabajo, la gente vuelve a luchar con piedras y palos: pelean o roban para sobrevivir.
Para algunos la causa fue que el Estado borró la regla lo tuyo es tuyo y lo mío es mío y que las leyes se acoplaran. Usurpó derechos con la excusa de brindar paz, salud y bienestar.
Excluidos del sistema. La lucha por el poder creó la sociedad del consumo, de ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Mientras los países hacen trucos monetarios en vez de cooperar los desocupados necesitan monedas complementarias.
Nuevas organizaciones producen moneda social para facilitar el intercambio entre los que no tienen dinero. Son prosumidores, productores y consumidores a la vez, se diferencian del consumidor que sólo opera con dinero. El prosumidor lucha contra un poder sofocador y rescata valores como esfuerzo, iniciativa y cooperación. Es posible conectar la economía formal con la informal, por ejemplo usando materiales en desuso para construir viviendas.
La revista Time eligió al “consumo colaborativo” como una idea revolucionaria, que la crisis en Europa y EE.UU hizo crecer. Hay ferias donde todo se cambia ¿Para qué ir a un hotel si alguien lo hospeda en su casa? ¿Para qué invertir en un martillo si necesita clavar un clavo? ¿Por qué comprar ropa si otro la tiene y no la usa? El comercio, el alquiler y el crédito nacieron cuando se tuvo más que lo necesario. Pero ante un consumo sin frenos, la resistencia funciona para darle al que no tiene. Es un verdadero acto de militancia social.
Nuevas formas de consumo. La red coach surfing agrupa a los que buscan alojamiento y pagan con la misma moneda. Tiene 3 millones de socios. Ecomodo es una red donde se ofrecen y se piden objetos para conseguir lo que se quiere con lo que se tiene, fuera del circuito comercial. No militan por una vida austera, reinventan lo que consumen y la forma de consumir. Gracias a Internet hay más redes. En Zipcar, se puede alquilar un auto por sólo quince minutos. En Argentina existe la Gratiferia : la gente va, deja lo que no usa y se lleva lo que necesita. La condición es que todo esté limpio y en buen estado. Es un espacio para sanar el complejo de escasez sin cae en el asistencialismo. Cuesta entenderlo porque falta entrenamiento en gimnasia social, en el arte de dar para recibir.
En Facebook existe “Alguien tiene … yo tengo”. Aunque parece caótico, tiene 1.032 seguidores que intercambian favores. Una chica pide ayuda para hacer un disfraz. Otro ofrece clases de idiomas y hay quien regala algo que no usa. La lista es infinita. El sitio Super Marmite permite al que cocina algo rico compartirlo. Street Bank se creó ante el despropósito de que todos tuvieran su propia máquina de cortar pasto. La oferta varía pero hay algo en común: la confianza en el otro y la creencia que se puede consumir sin gastar.
Sistemas de producto-servicio. Aprovechan la capacidad ociosa de los bienes en base a espacios y tiempos compartidos. Las empresas de auto compartido y de préstamo de cosas, son ejemplos de elementos costosos que se usan poco en comparación con su vida útil.
Otro enfoque es prolongar la vida de algo que antes se vendía como un producto y que ahora se ofrece como servicio. La empresa Interface no vende alfombras que terminan por desgastarse, se hacen cargo del recubrimiento durante todo el tiempo que se necesite.
Los mercados de redistribución aprovechan la rebaja de los costos de transacción para intercambiar de forma fácil y segura en sitios de avisos clasificados o especializados, como Freecycle. Algunos mercados facilitan transacciones a cambio de una comisión. En cajas de cartón UsedCardboadBoxes.com .ThreadUp cobra $5 por caja de ropa intercambiada.
Estilos de vida colaborativos. La banca social entre pares (ej.: Zopa) y los sistemas locales de cambio (LETS), reemplazan al crédito y a la moneda tradicional. En los «bancos de tiempo» una hora de trabajo se intercambia por otra. En sitios comunitarios se teletrabaja en espacios compartidos (Jelly) o hay hospitalidad entre pares (ej.: Couchsurfing).
El aspecto productivo de estas iniciativas es que son ecológicas ya que disminuyen el ritmo con que se desechan las cosas y con eso desgastan menos los recursos del planeta.
Prosumidor a la vista. El prosumidor es el que produce y consume al mismo tiempo. Antes se ingresaba al sistema consiguiendo empleo, vendiendo algo, por herencias, donaciones, regalos o préstamos, al casarse con un rico o lograr asistencia estatal. Era una cárcel que el dinero le ponía a la imaginación.
La economía formal no sobreviviría sin el modo de generar de riqueza que no aparece en las estadísticas. Hasta las empresas contratan empleados que son formados en el hogar. Además el prosumidor investiga más que su médico, su hogar es su segundo empleo y trabaja en el tercer empleo inventado con la excusa de beneficiarlo, pero que lo obliga a hacer colas para comprar, dar información, armar kits de hágalo usted mismo, etc.
Un prosumidor invierte en activos que dan renta o aumentan su patrimonio, hace cosas que no compra y que pueden convertirse en negocios monetarios. En 1980 un prosumidor, Tim Berners-Lee, queriendo vincular fragmentos de conocimiento, creó la web.
El conocimiento antiguo era artesanal, con poco cambio y oralmente transmitido. Nuestros antepasados se alimentaban y vestían a sí mismos, producían lo que consumían. Keynes en la gran depresión, brindó la solución al desempleo: inyectar recursos a la economía monetaria, para estimular la demanda. Esta idea no se puede aplicar ahora, porque no se sabe, cuantos desempleados y autoempleados hay. Pero aun creando empleos no se soluciona el problema del conocimiento que requieren. Y actualizarse es imposible por la aceleración de los cambios. El desempleo de hoy es estructural. Por otro lado hay costos ocultos del dinero, como que el consumidor paga ciertos costos sin darse cuenta.
Empleados consumidores y emprendedores prosumidores. El chiste es que el empleado trabaja lo mínimo como para que no lo despidan y el empleador paga lo mínimo como para que no renuncie. Se busca empleo por miedo y para satisfacer deseos que se convierten en creencias, los consumidores son inducidos a comprar. Otros no dejan que el miedo o el deseo los domine. El dinero es la zanahoria. Lo que hay que buscar son oportunidades.
Se puede vivir sin empleo, como un árbol: se lo planta, se lo cuida, se lo abona y luego crece solo y da sombra. Lo importante es conseguir activos que produzcan ingresos, los ricos empiezan por ahí y no por la casa propia, los lujos son caros.
Trabajar por la paga es ceder el poder al empleador. Aprender a vender es como ir al gimnasio, duele al principio pero a la larga mejora la salud. No basta con ser bueno, hay que saber hacer negocios, vencer la resistencia al cambio y lograr que el tipo de consumo no nos impida convertirnos en prosumidores. Creamos los hábitos que luego nos crean.
Sistemas de crédito recíproco. No hay un emisor del dinero, se autorregulan con las operaciones reales. Como son grupos pequeños se ven y resulta fácil rectificar errores.
Wir es un sistema originado en los años 30 en Suiza y todavía sobrevive. Como economía complementaria no se disfraza de asistencia social, no distribuye dinero de ricos a pobres, sus miembros nacen por libre decisión, son un nosotros creadores de riqueza. Wir se mantuvo en un país capitalista y conservador.
El Banco Wir ofrece préstamos baratos en moneda Wir, que significa apoyo mutuo y nosotros. Sigue la teoría de Gessel sobre oxidación del dinero (un impuesto para evitar su acumulación), para lograr trabajos satisfactorios, ingresos justos y prosperidad.
El sistema incluye al 25% de las Pymes del país y crece porque los Wir no se gastan afuera. El banco equilibra las fluctuaciones económicas, complementa a la economía convencional. Los miembros hacen más intercambios en Wir cuando la economía suiza no prospera e intercambian menos en prosperidad. Se puede aprender mucho de su historia. Las monedas complementarias son un valioso auxilio ante las crisis cíclicas y el fantasma del desempleo. Concreta el valor de «nosotros», de la cooperación frente al yo competitivo y contra la concentración del poder de gobiernos corruptos o equivocados.
Banco de favores. Einstein dijo que “hubiera sido trocador de cosas, es una noble profesión”. El “hoy por mí mañana por ti crea” la cuenta corriente emocional.
La excusa para no advertir su valor es darlo por sobrentendido. La cuenta corriente emocional tiene subcuentas como simpatía, coherencia, inteligencia y amistad.
La inteligencia social suma cuentas con saldo positivo, la gente negativa lo rebaja. “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Depositar en relaciones, hacer favores sin que se pidan, comentar lo bien que se ve a alguien, ofrecer ayuda, son regalos emocionales. En el capitalismo los ganadores se quedan con todo. Las donaciones son retribuciones.
El capital social es el saldo, el dinero no sirve para nada en soledad. Para crear tu mina de oro no trates al otro como te gustaría que te trate, trátalo como querría ser tratado. Rockefeller -un hombre muy adinerado – lo dijo: “Estoy dispuesto a pagar más por la capacidad de tratar con la gente, que por cualquier otra”. Lo que uno es resuena tan fuerte en los oídos de la gente que no pueden escuchar lo que les dice. Para Demóstenes “las palabras si no se convierten en hechos no sirven para nada”. No vinimos a este mundo para tener sino para aprender a ser, a hacer y a convivir. “Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo”, ese es el contrato social. Pero cuando me necesites recuérdalo bien: “lo mío es tuyo”.
Dr. Horacio Krell. director de Ilvem, contacto [email protected]