Una ostra que no ha sido herida no genera perlas
Las perlas son el producto del dolor, el resultado de la entrada de un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células lo cubren con capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso. Como resultado se forma una perla. Una ostra que no haya sido herida, no produce perlas; la perla es una herida cicatrizada.
Convertir granos de arena en perlas humanas
El hombre moderno basa su estructura cerebral en el hemisferio izquierdo, patrón de los conceptos, descuidando al derecho que lo conecta con las emociones y los instintos. En el plano externo perdió el olfato para descubrir oportunidades. Un piloto automático lo protege de la invasión de los estímulos, pero no le permite mantener una interfase creativa con la realidad.
El hombre recibió 3 grandes heridas a su narcisismo: cuando Copérnico descubrió que la Tierra no era en el centro del universo, cuando Darwin demostró que descendemos de los simios y cuando Freud detectó que la conducta responde a factores inconscientes. La nueva herida es su disminución frente a la tecnología y el deterioro de los sectores sociales más débiles que son excluidos del sistema por la lógica abstracta del mercado.
Condiciones de educabilidad
Hay condiciones mínimas para lograr una existencia decorosa: alimentación, vivienda, salud, trabajo, seguridad y familia. El segundo factor que debe asegurar la educación es la resiliencia, que implica fortalecer la capacidad interna ante las situaciones difíciles y recuperar el optimismo para superar determinismos sociales, biológicos o culturales.
Se trata de pensar en qué se va a hacer cuando se salga de la crisis, de poder formular una explicación de lo que le pasa y de tener vínculos con personas que favorezcan la autoestima y la confianza. La prioridad debe estar en imaginar el cambio posible, en la enseñanza de la lectura y la escritura, en sostener un proyecto de vida para lo cual deberán conocer sus fortalezas y debilidades y sentir que sus maestros confían en que podrán enfrentar los desafíos.
Lo que no te mata te fortalece
No es una ventaja segura nacer en cuna de oro, puede durar poco. Aguante, resistencia, son los factores claves. El éxito ya no depende sólo del deseo, sino de la resiliencia: la capacidad de reinventar las estrategias cuando las circunstancias cambian o se complican. La resiliencia estratégica no consiste en reaccionar o recuperarse de un revés. Se trata de anticiparse y no sólo de adaptarse. Hay que superar el desafío cognitivo de eliminar la negación, la nostalgia y la arrogancia; el estratégico de crear experimentos tácticos pequeños; el político de reubicar las fortalezas donde produzcan más beneficio; y el desafío ideológico de entender que la renovación es tan importante como la optimización.
Si mil veces repetimos "no sirvo" o “no puedo”, nos enfocamos en lo negativo, y le restamos importancia a lo bueno y ocurrirá lo que damos por cierto. La mente tiene la capacidad autosugestiva de transformar en acto lo que acepta. También afectamos al entorno diciéndole a alguien que es un tonto, porque lo programamos para reforzar esa autoimagen.
Fue Ford quien dijo: siempre tenemos razón: "si pensamos que nos irá bien o mal". Lo que sirve es aprender a sugestionarse para convertir granos de arenas en perlas, como lo son las buenas ideas. Ser feliz es sostener pensamientos positivos y emociones constructivas.
La treta de los débiles es negociar su sobrevivencia en redes cooperativas, educando hacia la colaboración que incremente su capital social y que desarrolle y aplique su capital intelectual.
La resiliencia debe transformar debilidades y amenazas en fortalezas y triunfos y hacer del defecto una virtud. Los pilares deben ser los “Maestros con Mayúscula”, que enseñan que el éxito no se mide por el logro sino por los obstáculos y que el problema es una oportunidad.
Quizás alguna vez nos hayamos lastimado con palabras hirientes o fuimos acusados de decir cosas que no dijimos. Quizás nuestras ideas fueron mal interpretadas o muchas otras cosas pudieron pasar. Pero en lugar de cultivar resentimientos dejando heridas abiertas, alimentando sentimientos pobres que impiden que las lesiones cicatricen, o dejar muchas “ostras vacías” porque no han sido heridas, o porque no hemos sabido perdonar; será mucho mejor comprender y transformar el dolor en amor. Por eso te propongo que en lugar de criticarnos por todo lo que nos separa que trabajemos juntos y ¡produzcamos muchas perlas!
Doctor Horacio Krell, director de Ilvem y propulsor de UP, [email protected]