El deseo de perfección puede crear depresión y adicción si se asume como mandato. El periodista inglés Ed Mitchell, ganaba 100.000 libras. Empezó a gastar sin frenos con tarjeta de crédito. Vendió su casa, perdió el trabajo y se convirtió en un homeless. La tarjeta de crédito, fue su perdición. Hoy dice que puede sentirse bien sin bienes ni deudas. Hay engaños y autoengaños con fantasías, pero tarde o temprano la realidad irrumpe. El feedback continuo con la realidad es lo que impide que un error se convierta en hábito.
Hay poderes fácticos, fuera del Estado, que reemplazan al voto y que controlan. La gente carece de autonomía psicológica y de herramientas para enfrentarlos.
La mala educación provoca un déficit irreversible en el desarrollo intelectual. Sin facilitadores (alimentación, estimulación, escolarización) hay menos oportunidades y capacidades. Ante los poderes fácticos la sociedad no se organiza para enfrentarlos.
Para 2020, la Organización Mundial de la Salud prevé que la depresión será la segunda enfermedad causada por el estilo de vida, crisis de la familia, incomunicación, la necesidad de éxito y la cultura del aislamiento. Hay gente que tiene todo y está deprimida. La resiliencia es una herramienta que usa la adversidad como terapia para salir de ella.
Sufrir es parte de la vida, su intensidad depende de la interpretación. Nada es verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. No es la realidad sino cómo se la ve, no es lo objetivo o estar bien sino lo subjetivo o sentirse bien. Ojos que no ven, corazón que no siente resume este olvido crónico de la naturaleza biológica humana.
El hombre buscar reproducir sus genes y su cultura. Para eso precisa sobrevivir. Lo importante es el modelo de reproducción y su espejo es la calidad de vida de los hijos.
Cambiar los sentimientos.
Ejemplos: El que se alcoholiza se autoengaña, el alcoholismo es una enfermedad, un estudiante cree que sabe y luego es aplazado, otro se siente bien comprando lo que luego olvida. El desengaño muestra el fracaso de la percepción inicial.
El comportamiento es dirigido por emociones que sin son manipuladas generan errores.
El razonamiento ayuda a elaborarlas pero depende de ellas.
En el consumo la decisión es emocional y se justifica: el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Tomamos miles de decisiones sin que pasen por la lentitud de la razón.
El sistema emocional es inteligente, actúa con rapidez y muestra el rumbo ante la información interna y externa. Al sentirse bien evalúa como buena la situación. Pero el sistema no es seguro, el poder fáctico con la publicidad lo manipula. La economía se beneficia pero la salud no.
El principio de conveniencia engaña al sistema emocional en beneficio propio.
Uno puede sentirse bien con emociones falaces.
En piloto automático la guía es la brújula emocional. Una emoción negativa puede detectar un peligro y evitarlo. Sentirse bien o mal no es bueno ni malo, lo que vale es si la emoción y la realidad están en armonía.
Educación emocional.
El aprendizaje emocional permite conocer y reconocer engaños a través del ajuste y del cambio. La soledad y silencio son sus condiciones básicas. A la sociedad le horrorizan y la desorientación emocional es el precio que se paga.
Sentirse bien es una idea personal, la felicidad va y viene: graduarse, formar una familia, ganar dinero, son momentos. Lo que vale es el estado de bienestar. Habitualmente tratamos de cambiar el pasado o al otro y no lo que podemos cambiar, que somos nosotros.
Hay que aceptar que lo que pasó no fue como nos hubiese gustado.
No podemos alterar el pasado ni modificar lo imposible. Hay que liberarse de él. Sentirse bien no es olvidarlo, sino aceptar el valor justo. Cuando no se logra, el pasado acosa al presente, lo llena de dudas, lo somete y lo condiciona. Cambiar los sentimientos es perdonarse, saber que se hizo lo posible. Los pensamientos nos conducen, sin aprender a pensar no hay cambio.
Alcanzar el bienestar.
La estrategia es crear una buena vida, donde sentirse bien esté presente. Somos libres para crear y destruir, los fracasos y los triunfos son nuestros.
Pensar es la herramienta de la libertad, es el recurso para instalarnos en el mundo. Existen formas distintas porque somos seres diferentes que aspiramos a lo mismo. No hay mayor placer que la sensación de estar vivo. Cada día es la oportunidad de hacer algo mejor.
Para sentirse bien muchas personas tienen un hobby, hacer lo que les gusta activa las áreas cerebrales del placer. El estado de flujo de concentración plena se alcanza cuando la persona hace lo que lo apasiona y allí su rendimiento es máximo. Al mismo tiempo se estimula el pensamiento positivo y la creatividad. Un hobby permite comprender que uno es capaz de hacer lo que le gusta, mejorar la autoestima, la confianza y generar formas de pensar utilizables en otras áreas de la vida. El hobby puede convertirse en trabajo.
A cualquier edad se puede hacer o decaer hacia la nada.
La tecnología duplicó la longevidad pero como especie somos una anormalidad biológica que no puede mantener su impulso vital. Sin embargo se puede revitalizar con gimnasia intelectual y emocional.
Minna Keal, estudió música de niña pero trabajó como secretaria, regresó al piano y desarrolló una brillante carrera en música clásica desde los 73 hasta los 93 años.
Hay que sentirse bien por estar vivo. Hay un dicho para alentar a la gente a mostrar sus destrezas, burlarse del temor al fracaso y cambiar los sentimientos: hágalo lo peor que pueda. La búsqueda es lo que importa: no hay peor intento que el que no se realiza.
Dr Horacio Krell, director fundador de Ilvem. [email protected]