La reacción ante los hechos es polivalente, intelectual y emocional. Es razonable, como quien se detiene ante un semáforo o irracional como la ira destructiva ante la frustración, el temor que hace huir ante el primer obstáculo, o el impulso de sentirse mentalmente perdedor. Hay que dominar la administración de las emociones.
Hay que disociar un Yo observador de uno mismo. La inteligencia emocional es cambiar las respuestas automatizadas y evitar las obsesiones que condicionan las respuestas.
Hay que posesionarse de las emociones positivas confrontando la imaginación y la voluntad con el deseo de apertura hacia el cambio de actitud ante los sucesos.
En ciertas ocasiones no conviene dejar vagar a la imaginación, sino dirigirla.
Imagine una tabla de 20 centímetros de ancho colocada entre dos edificios de veredas opuestas y a la mayor altura posible. Cierre los ojos mientras visualiza la situación. Imaginar la caída le causará pánico. Pero si ahora ve la tabla ubicada sobre el piso, caminará por ella sin preocuparse.
La voluntad de hacer se debilita por una imaginación negativa. El vértigo es causado por la atención dirigida a la caída, que, a pesar del esfuerzo de voluntad, se transforma en acto.
Las emociones positivas producen bienestar, claridad mental, y actúan como una forma de terapia interna, basada en la gimnasia mental y emocional de los hermisferios cerebrales.
Sobre el poder de la autosugestión Emile Coué recomendaba que todas las mañanas se recitara una frase positiva: “en todos los sentidos me siento mejor y mejor”.
Método Coué: se basa en repetir frases, de forma continua, como si se recitaran, hasta que la idea penetre al subconsciente, entonces es cuando actúa. Ejemplo:"Cuando uno sufre un dolor, por cualquier causa que sea, basta para mitigarlo o hacerlo desaparecer, con repetir, rápidamente y sin tomar aliento: Ya pasa, ya pasa, ya pasa. Como relajación será útil para muchas personas, si bien el resultado no siempre lo será. Según Coué: "Es mejor no saber de dónde viene el mal y hacer que desaparezca, que saberlo y conservarlo".
Método Durville: Este sistema es opuesto al anterior, que potencia de forma pasiva al subconsciente. Este método utiliza los elementos superiores de nuestro espíritu de una forma consciente, nos queremos curar y nos curamos:
"Para conseguir algo más que esta mejora transitoria, lo que precisa es tener fe en su propio poder, desarrollar sus fuerzas innatas mediante un entrenamiento apropiado, tener confianza en el éxito final, que debe aparecérsenos innegable. Es necesario decir: Quiero curar, y quererlo de verdad, sabiendo que la fuerza está en nosotros. Iimaginarse ser ya la persona que será, una vez curado. La voluntad de vivir es un poderoso revivificante".
Control emocional: Hay técnicas que perfeccionan la administración de las emociones:
Actuar en sentido contrario al impulso primario contando hasta 10. La acción actúa sobre la emoción. Si reímos algunos minutos alteramos la tristeza del estado anterior.
Apreciar de otra manera , la actitud frente al suceso es más importante que el suceso mismo. Siempre se pueden encontrar aspectos positivos en lo negativo.
Descubrir la idea perturbadora, su razón de ser, su intensidad, la relación o asociación con otras ideas; hasta llegar a la disociación del hecho con esa causa perjudicial.
Oponer la tendencia contraria, un desenlace diferente al que se había establecido.
Vivir emociones positivas, sumergirse en un baño de “emocionabilidad productiva”.
Ejercicio de pasaje. Enseña a pasar de un estado de recepción al de emisión para acceder a un estado emocional desde otro cualquiera. Suponga que emite ira. La ira, como emoción negativa, irrita y fatiga y disminuye la claridad para pensar. En ese momento, usted puede concentrarse en un detalle del rostro de la persona o de su vestimenta y dejar que penetre en su interior pasivamente. Esto le evitará emitir odio y le permitirá percibir tranquilidad.
Círculos de atención. Concentre su mente en una idea que le interesa y no deje que nada lo interrumpa. Mantenga su mente ahí durante un minuto. Ahora abra su mente durante, afloje la atención para que aparezcan libremente ideas asociadas con la principal. Elija la más interesante y concéntrese en ella, sin dejar que nada lo interrumpa durante un minuto. Ahora afloje la atención, relaje la mente y deje que aparezcan libremente ideas asociadas con la principal. Continúe hasta que el tema se haya enriquecido lo suficiente, mediante el intercambio entre la concentración y la meditación. Al terminar haga un diagrama con las ideas cómo si se tratara de la organización de un posible discurso. Porque de eso trata la administración de las emociones: de darle inteligencia a la pasión. Y administrar, en sentido amplio es conseguir que se hagan las cosas que se desean conseguir.
Dr. Horacio Krell. CEO de ILVEM [email protected]