· Definición. Ante una situación conflictiva, nos preguntamos cuál es el problema o decimos “no te hagas problema” (es decir, no inventes o crees un conflicto) o “no te preocupes” (o sea, no te pre-ocupes, no te quedes en el paso previo a la ocupación).
Un problema abarca etapas; incluso la de considerar si la situación que enfrentamos es un problema, ya que nuestra propia interpretación puede convertir en problemático a un hecho.
A una persona le regalan una filmadora y se angustia porque no sabe usarla. Se siente culpable al recibir un presente tan costoso que no será capaz de aprovecharlo. Ensaya maneras elegantes de devolverlo pero ninguna la convence. Diga lo que diga quedará mal. Piensa en lo qué podría haber hecho con el dinero si le hubieran dado la posibilidad de elegir y se envuelve en un laberinto de elucubraciones. Así, el regalo se transforma en un problema.
Un problema es la discrepancia entre lo que queremos que ocurra o debería ocurrir y lo que sucede. No basta con tomar conciencia sino que el sujeto debe querer enfrentarlo, poseer los conocimientos necesarios y poder hacer algo, es decir que la situación sea modificable.
Por eso, en los problemas conviene aplicar el principio de tolerancia (que consiste en suspender la acción para reflexionar y superar la tendencia impulsiva), contar hasta 10, para generar una cuota mínima de opciones como método y consultar con expertos.
“El que hace dice cómo; el que reflexiona pregunta por qué”. Las etapas son comprenderlo, consensuarlo, analizar sus causas, obtener información confiable, separar opiniones de hechos, evitar las falsas inferencias de causa-efecto (a veces, a las variables se las considera culpables por asociación, como el acusado de robo porque pasaba por el lugar del hecho).
En el ejemplo, la persona que recibe la cámara de regalo, podría transformar la ocasión en una excelente oportunidad para aprender a filmar y hasta para convertirse en camarógrafo.
· Recomendaciones generales
Los problemas surgen de la vida misma, pero detectarlos requiere interés y deseo de aprender y progresar. Los buenos observadores descubren problemas que los demás no ven.
Muchas veces, el problema se resuelve apelando la memoria. Hay que unir los elementos de otro modo: por un lado están las viejas conexiones; es tiempo de crear las nuevas.
Hay que conocer las condiciones de las que se parte. Si la situación es nueva, se debe apelar a la creatividad y hacer un rodeo. En este caso la memoria ofrece sólo indicios; conecta los datos con las fuentes mediante hipótesis, iniciando el proceso que lleva a la resolución.
Un error común es señalar que no se encuentra la solución cuando en realidad no se comprende el problema. Un problema bien planteado está medio resuelto. Hay que hacer el diagnóstico antes de utilizar la creatividad que se orienta al resultado. Sin conocimientos no se puede plantear el problema; sin planteo claro no se lo puede comprender.
Hay que evitar excitarse con ideas parásitas que hacen olvidar el problema. Si se pierde de vista la cuestión a resolver, las asociaciones secundarias no llegan; la palabra pierde su función reguladora y se disparan conexiones inadecuadas.
Las preguntas y el análisis de los datos, deben ser concretos. Si se apaga la radio, en lugar de preguntarnos por qué no funciona, es mejor averiguar dónde se interrumpió el circuito. Lo más simple es cotejar es si está desenchufado o se quedó sin pilas. La pregunta indica el camino. Junto con el análisis de la pregunta se evalúan los datos. Al analizar la pregunta hay que aclarar qué datos tenemos y qué se puede obtener de ellos al reunirlos.
· Ejemplos. Se compraron 10 mesas a $50 cada una y 20 pupitres a $10 cada uno ¿cuánto se gastó? Se necesita resolver antes cuánto costaron las sillas y cuánto las mesas. Al analizar la pregunta, se ve lo qué debemos saber, al analizar los datos, qué se puede inferir. Esta es la parte favorable del conocimiento. Pero, a veces, la experiencia juega en contra:
Construya 4 triángulos equiláteros con 6 fósforos. Corrientemente se busca resolver esto en el plano. Pero, aquí, las formas habituales de la experiencia impiden la resolución ya que se resuelve poniendo los fósforos en 3 planos y formando un tetraedro. Es muy importante la formulación verbal exacta para comprender la situación y la fórmula que permita resolverlo.
Se vendieron 10 kilos de manzanas el primer día y 16 kilos el segundo. El segundo día se vendieron 24 pesos más que el primero: ¿cuál es el monto de la venta total de los dos días?
Para resolverlo hay que encontrar el punto central que determinará los pasos a seguir: hay que hallar el costo por kilo. Como en el segundo día se vendieron 6 kilos más que en el primero, es fácil deducir que 6 kilos cuestan 24 pesos y que un kilo costará 4 pesos. Ahora podemos responder cuál es el monto de ventas de los dos días.
A veces las soluciones son hipotéticas y deben ser comprobadas mental o experimentalmente. También es importante el apoyo sensorial y el de las acciones prácticas. Los dos sistemas de señales se complementan. Si finalmente no pudimos con el problema hagamos lo que sugiere Bergson. “Actuemos como hombres de pensamiento y pensemos como hombres de acción”.
Dr.Hoarcio Krell. CEO de ILVEM [email protected]