Einstein pensaba que: “Los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento, y solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar jóvenes que tengan la capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el país. Los otros países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica; pero probablemente no se queden ni con las mismas banderas, ni con las mismas fronteras, ni mucho menos con un éxito económico”.
En América Latina se viven épocas de cambio, nuevos líderes orientan a nuestros países hacia el populismo y otros hacia el neoliberalismo. ¿Quiénes están en la senda correcta?
Sabemos en carne propia y por haberlo padecido que el riesgo que entraña cualquier decisión es el tiempo. El tiempo es el juez de todas las decisiones. Somos libres para decidir pero no podremos evitar las consecuencias.
En una nota recibida de un alumno desde México, se compara la diferencia entre dos millonarios de nuestro tiempo Bill Gates y Carlos Slim, que pueden ser representantes simbólicos de nuestros empresarios y de las economías en los cuales cada uno de ellos ha prosperado. La nota no tiene desperdicio.
HIJOS PRÓDIGOS GATES Y SLIM, SLIM Y GATES.
Con 59 mil millones de dólares en su haber, nuestro compatriota Carlos Slim es ya el hombre más rico de la tierra y en tanto no se descubra vida en otros planetas, es el más millonario del universo. Pero esta es sólo una de las caras de la moneda. La otra es que en su país hay 59 millones de pobres, es decir, por cada mil dólares que tiene Carlos Slim, hay un pobre que no cubre sus necesidades básicas.
Se veía venir, era solo cuestión de tiempo, estaba cantado: tarde o temprano, Slim superaría a Bill Gates, a Warren Buffet, a los jeques árabes, a las familias europeas de mayor abolengo. Al ritmo que va, en unos años los va a superar juntos.
Los mexicanos, que somos muy dados al análisis superficial, comparamos a Slim con Bill Gates, sin embargo, el único parecido entre ambos, es el tamaño de su fortuna. Slim tiene 59 mil millones de dólares, Gates 58 mil. Pero fuera de eso Bill Gates cambió al mundo, Carlos Slim no. Bill
Gates y su empresa Microsoft tienen registrados miles de patentes, las empresas de Slim ninguno. Gracias a Bill Gates han florecido cientos de industrias y millones de negocios en todo el mundo, Slim por el contrario, ha provocado una mortandad de empresas como pocos. Bill Gates ha hecho historia y es un personaje conocido y respetado en todo el mundo. Slim esta lejos de que sus compatriotas se congratulen de su éxito, lo sufrimos en cartera propia.
Bill Gates hizo su fortuna contra viento y marea, compitiendo en el país más competitivo del mundo, luchando contra poderosas empresas y políticos, que vieron en Microsoft un enemigo a vencer. Slim hizo su fortuna al amparo del gobierno mexicano, de jugosos contratos con la administración pública y al amparo de títulos de concesión que le otorgaron poderes monopólicos sobre el Mercado mexicano. Bill Gates es hijo de la competencia y padre de la globalización, Carlos Slim de los monopolios y la cerrazón y las ganancias extraordinarias que obtiene en México, las invierte en conquistar otros mercados.
Bill Gates encarna el sueño americano, un desertor de la universidad que comenzó su negocio en un garaje y gracias a su habilidad, buena estrategia y uno que otro golpe de suerte, se catapultó a alturas insospechadas. Carlos Slim, por el contrario, encarna el sueño mexicano, tener amistades en la política, contactos a los más altos niveles, derecho de picaporte en donde se otorgan los jugosos negocios y todo bajo un manto de sospecha.
Desde que Bill Gates comenzó su carrera ascendente, los Estados Unidos hicieron lo propio. Hoy se puede decir, sin temor a equivocarse que lo que es bueno para Bill Gates y Microsoft, es bueno para los Estados Unidos.
Con Slim pasa al revés, desde que comenzó a acumular su fortuna, México no ha visto una. Devaluaciones, depresión económica, concentración del ingreso, atraso, descapitalización. El destino de Gates y el de Estados Unidos son directamente proporcionales, el de Slim y México, inversamente. Mientras mejor le va a Slim, peor nos va a los mexicanos, con Gates y los gringos no pasa eso.
Microsoft es la empresa más respetada en los Estados Unidos, es el ícono del desarrollo empresarial, la empresa más codiciada para trabajar.Telmex es la que rompe todos los records en quejas ante la procuraduría del consumidor, que también trabaja para Carlos Slim.
Carlos Slim tiene una fortuna equivalente al 7% del PIB de México. Gatestendría que tener 500 mil millones de dólares, diez veces lo que tiene actualmente, para concentrar tanto ingreso de los Estados Unidos como lo hace Slim de México.
Finalmente, Gates ya anunció que salvo una cantidad justa, que le de a su hija una comodidad para su futuro, piensa donar
todo su dinero a instituciones de beneficencia. Slim va a dejar bien forrados a sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y tantas generaciones de él como pueda.
Ni Gates ni Slim tienen la culpa del devenir de sus fortunas y sus vidas.Ambos jugaron sus sistemas con maestría, Gates el
sistema de libre competencia y transparencia, Slim el de corrupción y concentración de poder y riqueza. Y por ello, la conclusión lógica de este análisis es que si Gates hubiese nacido en México, nunca hubiese logrado lo que hizo en Estados Unidos.
Alguien lo hubiese zancadilleado, obstaculizado, el SAT, el IMSS, INFONAVIT, algún otro empresario prepotente, los
ladrones, el contrabando, la piratería, etc. Si Gates hubiese nacido en México, nunca hubiese hecho Microsoft ni cambiado al mundo. Pero viceversa también es cierto, si Slim hubiese nacido en los Estados Unidos, sería un empresario más sin chance, o un empleadillo bancario, retirado y manejando su casa rodante por todo Estados Unidos.
Pero el hubiera no existe, la única realidad es que más allá de análisis superficiales, en lo único que se parecen Bill Gates y Carlos Slim es que ambos son los hijos pródigos de los sistemas que los encumbraron.
Conclusiones. Bill Gates y Carlos Slim con toda su capacidad personal son sin embargo el fruto de las culturas distintas en las cuales actuaron. Parece ser que las culturas predisponen al tipo de líderes que emergen de ellas y los casos de corrupción señalan que muchas veces los negocios públicos tienen que ver con los amigos, con los retornos y con la corrupción. El problema es complejo: si cambiamos a los líderes la cultura país los terminará moldeando. Por lo tanto la única solución verdadera es cambiar al país. Y para cambiar al país la cuna del cambio debe ser su sistema educativo. Esta es una misión casi imposible porque la cultura impone las pautas para que todo siga igual pese a los cambios.
* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. y Propulsor de UP Unión de Permutas [email protected]