Esto que parece obvio en un entorno como el actual en que la velocidad lo es todo, o casi todo, no esta de más recordarlo. Hablamos de una realidad en que el dinamismo de los mercados y los consumidor, junto con las herramientas digitales han creado una nueva “cultura de la inmediatez”.
Olvidando que cualquier esfuerzo creativo, bien sea en el mundo del arte o la música o en del marketing, requieren tiempo para pensar, planificar, diseñar y por supuesto crear. Da igual que sea una gran obra arquitectónica, una sinfonía, un cuadro, el diseño de un producto o una estrategia de marketing, cualquier proyecto único, diferenciado y “valioso” requiere de tiempo. Cuanto más tiempo se emplea en diseñar una imagen, en idear una campaña, o cualquier elemento que implique creatividad, mejor será el resultado obtenido y mayor valor tendrá.
Al igual que un artesano dedica tiempo en depurar y perfeccionar su trabajo, fruto del cual se obtienen productos únicos – un cuadro de Francis Bacon, un reloj Patek Philippe, un coche Pagani o un piano Fazioli – en cualquier disciplina, que requiera altas dosis de creatividad, se debe acometer el trabajo de la misma manera. Un producto artesano tiene una valor único e intrínseco derivado de la creatividad única, alejado de los productos masivos, por ellos estamos dispuestos a pagar un precio muy superior en la mayoría de los casos a su coste de producción.
Las creaciones, diseños y propuestas diferenciadas son valoradas por ser únicas y su alta calidad, lo que requiere un tiempo que la sociedad actual no permite al primar en muchos casos la cantidad sobre la calidad. Esto al fin y al cabo esta llevando a que gran parte del trabajo que se esta llevando en el entorno del marketing y la marca se este convirtiendo en un commodity con escasa creatividad, en consecuencia poco relevante. La realidad es que un sector, en teoría tan creativo, está perdiendo en muchos casos la batalla cuando se trata de realizar propuestas diferenciadas, únicas e imaginativas, optando por propuestas conservadoras que se parecen cada día más unas a otras. Los consumidores anhelan algo único y diferente, que es la “magia” que distinge una marca o producto de los demás.
Creo que merece la pena hacer una reflexión sobre ello, lo que debiera llevar a dedicar más esfuerzos y tiempo a trabajar en propuestas creativas más excitantes y motivadoras que conecten mejor con la gente por su significado especial y relevancia.
Elegir la excelencia
La anterior reflexión procede una reflexión que me hizo hace meses un Director Creativo de una agencia de publicidad, que creo refleja muy bien una realidad.
“Cualquier proyecto solo puede ser dos cosas de estas tres: rápido, bueno o barato, con lo que hay que hacer una elección. Puedes ser bueno y rápido, pero no va a ser barato. Puede ser bueno y barato, pero no va a ser rápido. Puede ser rápido y barato, pero no va a ser bueno”.
La realidad es que la gente se olvida de lo rápido que hiciste un trabajo, e incluso lo que costo, pero siempre recordarán lo bien o mal que lo hiciste. En consecuencia, elige siempre la calidad frente a la mediocridad, optando por la excelencia como tu aliado para destacar y diferenciarte.