El poder del storytelling está perdiendo eficiencia en atraer consumidores versus la entrega de tangibles.
El valor intrínseco, la utilidad o el impacto real están tomando cada vez más relevancia en cualquier producto o servicio. Las historias bonitas detrás de los productos se vuelven huecas y banales frente a las prioridades de los mexicanos.
“Toda esta conversación sobre el storydoing versus el storytelling la entendemos desde lo más pragmático en México: ¿quién prefiere una historia bonita frente a algo real? Si se trata de algo que vas a comprar”, comenta Susana Oliva, directora general de Big Foot.
De acuerdo con sus análisis, este cambio responde al fade out del espíritu Millennial empeñado en contar historias inspiradoras para crecer el disfrute de las experiencias.
“Una generación Z impregna su espíritu pragmático, inclinado a aprovechar recursos, comparar precios, descubrir el verdadero valor de las cosas y a exigir tangibles a cambio de su dinero”, explica Oliva, “Y podemos sumar a la ecuación una situación económica más apretada donde la gente quiere sentir que compra con inteligencia”, complementa la directora.
La comunicación de los siguientes años crecerá en efectividad si logra ser simple, honesta, directa y realista. Comunicar la verdad será clave, y ¡cuidado! si el producto o el servicio no son buenos, competitivos y de calidad, no habrá comunicación que los logre salvar. Hay suficiente variedad de productos en el mercado como para que alguien tenga que sacrificarse comprando lo malo.
En el pasado Foro Económico Mundial, los expertos continuaron recordando el impacto de la tecnología en todas las industrias para bien, y la mercadotecnia, no se escapa de esta ola. “¿Qué contenido puede ser más atractivo que el contenido real del producto cuando es mucho mejor que todas las versiones anteriores? No hace falta generar otro tipo de contenido ante esto, ¿no crees?”, complementa Susana, “las exigencias tendrán que ver más con los intrínsecos que con los extrínsecos.”
“Es tiempo de que posibilitar que las promesas de marca sean tangibles. La industria está evolucionando para otorgar a los consumidores un beneficio, ya sea para ellos, su familia, comunidad, sociedad o incluso, el medio ambiente”, concluye Susana Oliva.