Para hacer lo mismo, para reproducir, no es necesario mantener alto nivel de autenticidad. Innovar es anímicamente más aventurado, las soluciones aportadas suelen ser contraculturales, frágiles, incluso pueden ser percibidas como peligrosas por algún miembro del equipo. Tenemos que sentir un clima de comprensión y apoyo. ¡Qué fácil es tirar por tierra una idea nueva!
¿Ha asistido alguna vez a sus reuniones ese "Señor come ideas" que se llama "Sí pero" y se apellida "Ya lo decía yo"? Por otra parte, al explorar lugares desconocidos, necesitaremos las capacidades y el apoyo de todos. Más allá del rol que representa cada uno necesitamos que, ante las ideas emergentes, todo el equipo ponga a funcionar su cerebro para hacer esa idea viable.
Puede que en un principio tengamos el juicio de que la idea no lleva a ningún sitio, pero tenemos que sentir curiosidad por aquello que aún no entendemos ni vislumbramos. Esto sólo sucede si se lleva a cero la rivalidad y se pone a cien la colaboración. ¿No es colaborar empeñarnos en hacer viable la idea de otro?
Confianza y cooperación
Hacer realidad las innovaciones también requiere alto nivel de confianza y cooperación. Las personas tienden a no hacer distinción, a no ser que perciban que están muy apoyadas, que otros comparten la misma idea y que tienen el claro encargo del equipo. Este clima lo llamaríamos autenticidad, que es ser uno mismo y preocuparse, al mismo tiempo, sinceramente por los demás.
Conlleva aportar con todo tu ser, mantener un alto nivel de apertura expresando lo que pensamos y cómo nos sentimos con las nuevas ideas que aparecen o las situaciones que vivimos. El hecho de hacerlo permite al equipo resolver estados emocionales poco productivos y crear un clima en el que cada miembro siente que desarrolla toda su individualidad y que pertenece a algo que le hace más grande.
En el extremo opuesto de la autenticidad se sitúa la falsa armonía, una situación en la que formalmente nos llevamos bien y en la que las conversaciones privadas son incoherentes con las conversaciones públicas, en las que el "sí pero" está, pero se muestra oculto. Por otro lado, la relación se vive desde el rol de cada uno.
Las reuniones son muy expositivas, cada uno cuenta su parte, defiende su gestión y explica los próximos pasos a dar, los demás preguntan -una situación de emisor/receptor- en vez de plantear un reto y resolverlo desde las capacidades de cada uno. Las personas somos mucho más que nuestros roles, y a los roles que representamos siempre les falta alguna capacidad que no tiene la persona. Por tanto, es una relación limitada.
Fernando Iglesias. Socio de Evocalia.
Fuente: Fernando Iglesias.Socio de Evocalia.