Tener la razón es importante para la gente que es capaz de entrar en conflicto con tal de defender su punto. Aprende a dialogar para conseguir tus objetivos.
En últimas fechas he estado releyendo el libro de la Quinta Disciplina: El Arte y la Práctica de las Organizaciones que Aprenden, de Peter Senge. En este libro -probablemente uno de los mejores de gestión y liderazgo en la historia- el autor habla acerca de los modelos mentales (maneras fijas de ver el mundo) en los que constantemente quedamos atrapados los seres humanos y de la necesidad de incurrir en la práctica del diálogo para tener conversaciones valiosas entre nosotros y aprender tanto individual como colectivamente.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas no están conscientes del hecho de estar atrapadas en un modelo mental y casi nunca cuestionan sus maneras fijas de ver el mundo. En cuanto a la práctica del diálogo, normalmente las personas están inmersas en una discusión continua destinada a defender sus puntos de vista, todo con el objetivo de tener la razón.
Tener la razón tiene una importancia inmensa para las personas, al punto de estar dispuestas a tener un conflicto interpersonal y dañar, o incluso destruir una relación humana antes de cuestionar sus ideas, opiniones y/o puntos de vista.
Comúnmente nos centramos en la práctica de la discusión, en lugar del diálogo, y entramos en desacuerdo con el otro, defendiendo nuestras ideas, opiniones y puntos de vista y destruyendo cualquier argumento que presente la otra persona. Esta manera antagónica de conversar genera desperdicio en la comunicación, es decir, pérdida de valor.
La realidad es que nadie tiene la verdad absoluta o es suficientemente experimentado, inteligente o hábil para lograr sus objetivos solo. Necesitamos de los demás para lograr las cosas importantes de la vida personal y laboral, y para ello debemos construir en lugar de destruir con el otro. Para que esto sea posible, es necesario que tengamos conversaciones que generen valor en lugar de desperdicio.
Estas conversaciones tienen un diseño llamado el ciclo de valor, el cual se desarrolla en 3 pasos:
Alinear
Aquí buscamos la intersección entre lo que tú dices y lo que digo yo, es decir, el punto común o lugar de encuentro en vez de centrarnos en las diferencias. Basado en ello, inventamos ideas para alcanzar nuestros objetivos e invertimos tiempo, personal y dinero para este fin.
Actuar
En las conversaciones de acción, las personas se comprometen e inician acciones explícitas. Esta parte del ciclo de valor requiere involucrar a las personas que tomarán las acciones requeridas, enlazando sus intereses al propósito en cuestión; aclarar de forma precisa nuestras expectativas y medidas de logro; y cerrar puntos de responsabilidad, haciendo solicitudes y promesas explícitas y estableciendo responsables específicos.
Ajustar
Las conversaciones de ajuste generan mejoría continua al aprovechar, aprender y consolidar la experiencia. Incluyen conversaciones de Revisión y Modificación de las acciones tomadas y los resultados obtenidos, y conversaciones de Renovación, mediante las cuales se reconocen los esfuerzos realizados, los logros obtenidos y no obtenidos y a las personas que lo hicieron posible.
Generar valor en las conversaciones fortalece las relaciones humanas al crear y consolidar la colaboración, el respeto y la confianza, generar aprendizaje e incrementar la creatividad individual y colectiva.
Este tipo de conversaciones se basa en el diálogo, una práctica altamente constructiva pero muy poco practicada.
El Dalai Lama dijo una vez: “La realidad actual es que todos somos interdependientes y tenemos que coexistir en este pequeño planeta. Por lo tanto, la única manera lógica e inteligente de resolver nuestras diferencias y conflictos de interés, ya sean individuales o entre países, es a través del diálogo».
fuente: Eduardo Lan, socio fundador de @MesaConsultores
Fuente: Alto Nivel