Cuando hablamos de proyectos, ¿el mismo cuando comienza?, ¿Con la idea? ¿El desarrollo? ¿La puesta en marcha? Me hago estas preguntas porque hoy, después de 16 años de haber iniciado nuestro «proyecto» de 55 hectáreas de nogales en La Rioja, todavía lo sigo llamando de ese modo aunque ya está en etapa de producción.
Ha habido profusión de escritos, conferencias, etc. sobre el tema de los emprendedores y mi idea no es aportar otro más, sino contar nuestra experiencia, más desde el punto de vista práctico que desde la teoría.
Nuestro emprendimiento comenzó hace 16 años por un hecho fortuito. Mi padre, durante muchos años insistía en traer nueces y aceitunas desde Mendoza y confieso, con mi mentalidad urbana, jamás le di importancia a esos deseos. El fallece en el año 1996 y a través de un comentario de un contador sobre la posibilidad de ingresar a un proyecto de diferimiento de impuestos, es que en el año 1998 tenemos una entrevista y había un cupo disponible para un proyecto de ¡¡¡ Nogales!!! En ese momento les confieso que lo acepté inmediatamente porque era al fin cumplir con los deseos frustrados de mi padre, por lo tanto, y sin más conocimiento que las nueces se quebraban en Navidad nos embarcamos en una aventura que hasta el día de hoy sigue manteniendo su vigencia.
Obviamente esta no es la forma más ortodoxa de iniciar los negocios, pero con un poco de audacia, entusiasmo y deseos de innovar, suelen salir las cosas bien.
Nuestra historia comienza comprando una fracción de tierra en Villa Unión, en la zona de Achumbil, Prov. De La Rioja, donde supuestamente nos afincaríamos y después de realizar estudios de agua, incluso con la presencia de un «rabdomante» comenzamos los ensayos y después de llegar a las napas, la conclusión fue que no había agua suficiente para regar 55 has.
Así fue nuestro comienzo y ya al tener la autorización para funcionar por parte de la Dirección de Promoción Económica de la provincia, nos lanzamos a la búsqueda de nuevas tierras con agua.
Aquí tengo que hacer un alto, porque para aquellos que desconocen cómo funcionan tierras marginales, alejadas de los estándares agropecuarios, no pueden imaginar lo que es encontrar una fracción de tierra, que disponga de hectáreas .suficientes para la implantación de nogales y que como si fuera poco “tenga agua y papeles en orden”.
Entrar en detalles sobre la búsqueda sería muy extenso pero al final, en la localidad de Angulos Dto. De Famatina encontramos la tierra prometida, una finca abandonada a 2000 mts.de altura, 100 hectáreas con 70 útiles, agua de superficie (proviene de la toma del río Durazno, lo que implicaba preparar un estanque y una bomba para regar) y sus papeles al día.
Dejando de lado los avatares administrativos como escritura (firmaban 9 personas) autorizaciones de radicación nueva, fue que en febrero del año 2000 tomamos posesión de la finca y nos lanzamos de lleno a preparar alambrados, riego y a la compra de las plantas ya que estábamos en tierra totalmente inculta, construcción del estanque, casa habitación y galpón, instalación de bomba de riego impulsada por un motor diésel, compra del tractor y enseres para los trabajos de campo.
En homenaje a la brevedad no detallo las peripecias de cada ítem mencionados en el párrafo anterior, porque cada uno merecería un capítulo aparte, aunque sólo quiero destacar uno. Como era de esperarse, no había señal de celular (recién obtuvimos señal en el año 2013 ) y accidentalmente el capataz que estaba construyendo la vivienda descubre que parándose frente a un árbol que estaba a 30 mts. .de la casa tenía recepción así que a ese lugar lo denominamos la cabina y era nuestro único punto de contacto con la civilización.
Sobrevino la crisis del año 2001, teníamos recién sembrados los pies y el riego funcionaba mediante el motor diésel que movía la bomba por lo que no solo había que hacer 60 km para buscarlo, sino que debíamos lidiar con la falta de billetes, crédito, y escasez de combustible.
Éramos conscientes que nos habíamos embarcado en una aventura que nos demandaría años, pero cada uno era un parto ya que cada evento implicaba movilizarse km y km, ubicar la gente para realizar los trabajos, quedar aislados en las épocas de lluvia por el desborde de los ríos y a diferencia de campos ubicados en zonas centrales o de Pampa húmeda, nada estaba a la mano.
Algo para destacar fue y es la actitud de la gente con que nos tocó trabajar todos estos años. Realmente su simpleza, dedicación sin estridencias fueron el apoyo necesario para llevar a cabo este emprendimiento sumado a que nosotros estábamos a 1300 km y no siempre podíamos estar para acompañarlos en la ardua tarea de trabajar a campo, ora con 38 grados, ora con -10.
Capítulo aparté merece don Ramón Torres que apareció en el momento más crucial. El tema del gasoil cada vez se complicaba más y ameritaba la instalación de energía eléctrica. Para realizar ese trabajo, se debía hacer un tendido de 4 km de cable, posteado y colocación de un transformador. Cuando Ramón nos pasa el presupuesto, financieramente para nosotros era inviable y cuando le informo que no podíamos pagar esa suma, me contesta yo no le pedí que me pague, yo le hago el trabajo y me lo va pagando como pueda. Así qué gracias a ese gesto pudimos realizar la electrificación de la finca y a partir de ese momento todo cambió, ahorramos en gastos de funcionamiento de bomba más de un 70%, pudimos equiparnos con máquinas herramientas y realmente se nos hizo la luz.
Ahora bien, ¿y las nueces?
Nuestra primer cosecha fue de unos magros 400 kg, pero en definitiva empezaban las plantas a desperezarse lentamente y comenzamos a encarar su comercialización con nuestra producción más las compras que le hacíamos a productores de la zona, tarea que no era fácil ya que todo se hacía en forma improvisada e informal, pero debíamos movernos hasta poder llegar a un volumen propio de producción.
Al año siguiente aumentamos a 800 kg o sea que habíamos incrementado la misma en una 100% ¡que en cualquier otro rubro podría haber sido brillante! en nuestro caso, eran pobre resultados ya que el costo anual de mantenimiento de la finca superaba ampliamente el producido de las ventas.
Llegando al 2005 la producción ya orillaba los 5000 kg y debo confesar que estaba sumido en una profunda frustración ya que llegar a las 100 toneladas parecía una meta totalmente inalcanzable y el único remedio era…el tiempo. Había que esperar que los nogales que se fueron plantando año tras año comenzaran a entrar en producción.
Cenando con mi Ingeniero, se nos acerca un señor de aproximadamente 80 años y le comenta que tenía una hectárea y quería hacer almendros. Le explica como es el tema y en ese momento los almendros para entrar en producción tardaban aprox. 6 a 8 años (hoy hay variedades genéticamente mejoradas que entran en producción al tercer año). Este señor se queda pensando y dice “métale ingeniero nomás”.
Fue ese momento donde yo, con 55 años me dije, si este hombre con 80 años está dispuesto a esperar tantos años, ¿Cómo no lo voy a hacer yo? A partir de ese momento, me enamoré de nuestro proyecto de nogales.
Y ese enamoramiento implicaba, que hasta ese instante no lo tenía presente, que el proyecto no era sólo un negocio, sino que abarcaba y se insertaba profundamente en nuestras vidas, que el hecho de arrancar de cero, y haber llegado hasta allí era una creación nuestra y esa era la única manera de poder realizar no sólo una actividad secundaria, sino además para no dejarnos llevar por la frustración e impotencia que a través de los años entraba y salía dentro nuestro
Año tras año, y acompañado por una buena atención, la producción fue creciendo, se afianzó la comercialización comenzando a fidelizar a nuestros clientes con buen producto, buena terminación.
Otro tema para tener en cuenta en el desarrollo de cualquier emprendimiento es el de la financiación. La historia bancaria de la Argentina en lo que hace a política crediticia agropecuaria, se enfocó en un 100% a la producción agrícola-ganadera casi con exclusividad a la Pampa húmeda. Por lo tanto, tratar de explicarle a un oficial de crédito que una planta de nogal a los 4 años comienza a dar nueces, llegando a su plena producción a los 15 años y cuáles serían las posibilidades de obtener un crédito, reconozco que era más fácil subir el Everest en bicicleta que obtener una respuesta seria. Así fue que con el inmenso apoyo de todos los proveedores pudimos salir adelante, con gente local que entendía la problemática de la zona, salvo por supuesto, los bancos locales cuyas políticas y decisiones provenían de Buenos Aires.
Otro dato que no es menor y sigue siendo un diferencial con Pampa húmeda es que los que estamos en esta actividad, como también viñedos, olivos, frutales, tenemos monocultivos, y nuestro campo de decisión es muy chico. Un ganadero o agricultor puede decidir vender su ganado o levantar cosecha respectivamente y buscar otras opciones o simplemente esperar nuevas ventajas y precios. Nosotros no tenemos alternativa, los árboles hay que seguir regándolos, podar, injertar, hacer trabajo de campo para que no avance el monte, fertilizar, fumigar, y la ausencia de todo tipo de ayuda financiera hace que los primeros años, sea titánico el esfuerzo hasta poder armar cadenas de comercialización que permitan ingresos para sobrevivir.
A mayor producción también mayores inversiones. Las primeras cosecha se podían hacer casi en forma artesanal, pero a medida que los árboles comenzaban a producir mayores kilos de nuez, fue necesario ir incorporando, agitadores de ramas, recolectores, y equipamientos post-cosecha, además de construir un galpón con las medidas necesarias para recibir las bolsas, en concreto, y reitero, ante la falta de ayuda financiera dentro de los circuitos bancarios, toda las facturación de esos periodos era reinvertidos a fin de optimizar procesos, y en tiempos relativamente cortos (30 días posteriores a la cosecha) tener el producido listos para entregar.
Hoy, después de 16 años, podemos decir que ya está todo encaminado para llegar a una producción plena y además de cosechar nueces, podemos decir con satisfacción que valió la pena el esfuerzo, de tierras yermas hoy tenemos un valle con 12.000 plantas y un sueño casi cumplido.
Tal vez la pregunta del millón sea ¿hubo qué esperar 16 años para lograrlo? Y la única respuesta es que como en los viajes, hay actividades que se disfrutan antes y después…nunca durante.
Aquel que decida emprender una heladería solo deberá esperar el tiempo para instalarla, levantar la cortina y hacer caja. Cada emprendimiento tiene una razón, un porque, está en cada uno saber apreciar sus tiempos, expectativas y porque no sus sueños. En nuestro caso cada vez que tocaba el tema, muchas veces la pregunta era ¿y cuál es la tasa de retorno? En ese instante tomaba conciencia que era muy difícil que la gente entendiese lo enorme y profundo que era un emprendimiento de esas características, que el mismo excedía la naturaleza del negocio.
Por esa razón, siempre que me cruzaba con alguien que intentaba iniciarse en un emprendimiento, trataba de que entendiese la naturaleza de su actividad, los tiempos, necesidades, hasta donde estaba dispuesto a llegar, si el mismo era para su propio provecho! para sus hijos. Nosotros nos tiramos al vacío y tuvimos suerte o fuimos perseverantes o simplemente estábamos en una situación que no ameritaba volver atrás, era avanzar o perder absolutamente todo, y llegamos.
¿Qué pasará ahora? Un nogal puede dar nueces por 30 años o más, nuestra tarea es mantenerlos, aplicar los conocimientos agronómicos y naturales que a través del tiempo fuimos asimilando y sólo hay un factor que puede alegrarnos o entristecernos…la naturaleza, ella será en definitiva, la ama y señora que marcará el éxito o el fracaso de una cosecha.
Esteban Mallman. Fundador de Nogales de la Sierra