Mi primera etapa como emprendedor fue a los 16 años. En aquel momento mi mamá trabajaba en una agencia de quiniela y yo la ayudaba a vender. Luego, durante aproximadamente diez años, compré dulces en El Bolsón y los vendí en las calles de Comodoro Rivadavia. Así que andaba con mis dulces y frascos por todos lados. Me subía al colectivo y vendía. Incluso viajaba a dedo, desde El Bolsón hasta Comodoro Rivadavia, trasladando la mercadería.
Luego llegó Del Viento, una historia con los rasgos típicos de un proyecto emprendedor argentino. Nacimos en 1999, en la unión de las familias Cámara/de los Santos y Ferreira/Mickiewicz. En los comienzos, durante un par de años, yo mismo fabricaba a la noche los helados y de día atendía; mientras que de día fabricaba Valeria, la jefa de la planta, y yo continuaba por las noches. Estaba convencido de que teníamos un producto completamente diferente al resto. Por ejemplo, como elaborador, tengo la garantía de que si uso la fruta IQF (fruta congelada individualmente), la fruta está impecable, entonces si esa fruta está así, el producto también será impecable. No usamos pastas preelaboradas. Todo lo fabricamos nosotros.
En 2001 llegamos a tener cinco locales, hasta que la crisis pegó fuerte y nos quedamos con uno. Fueron tiempos difíciles. Con mi mujer pensamos en irnos del país, pero apostamos por el local de Comodoro Rivadavia para salir adelante. Con mucho esfuerzo pudimos lograrlo. Entre 2003 y 2004 empezamos a reabrir locales hasta llegar a los seis que tenemos actualmente.
Pronto, en septiembre, inauguraremos nuestra primera sucursal en Palermo Chico, Buenos Aires. Es un gran paso dentro del largo camino recorrido. Invertimos casi 3 millones de pesos y proyectamos para este año una facturación total estimada de 18 millones de pesos. A veces miro hacia atrás y parece increíble que hayamos alcanzado estos objetivos. La clave está en ser perseverante, mucho más en los tiempos duros.
Toda nuestra inversión inicial fue de 90.000 pesos, con recursos propios. Empezamos en marzo de 1999. En ese entonces, Del Viento era una de las pocas heladerías artesanales de Comodoro Rivadavia. Siempre tratamos de ofrecer una variedad de sabores que representaran nuestra identidad regional. Nunca dejamos de invertir. Montamos nuestra planta de elaboración, refaccionamos los locales y fuimos abriendo nuevas sucursales. Cada una de estas acciones llevó muchísimos esfuerzos, pero estamos muy contentos con los resultados. Tenemos el acompañamiento de la gente. Sin ellos nada se podría hacer y tenemos un público que nos elige por la calidad de lo que hacemos.
La principal barrera de entrada, como le sucede a muchos emprendedores, es que no hay acceso a créditos para emprendimientos nuevos. Para abrir nuestra fabrica de elaboración propia, de 650m2, tuvimos un financiamiento de 20% de la inversión por parte de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia. El crecimiento a lo largo de los años llegó porque priorizamos permanentemente la reinversión.
A futuro, apuntamos a construir una marca reconocida a nivel nacional e internacional, respetando la calidad y la elaboración artesanal de nuestrosproductos. Queremos abrir nuevos puntos de venta en otros provincias, introducir la marca en Chile y Brasil, además de seguir ampliando la oferta de productos para elaborar y vender.
Marcelo Cámara, co fundador de Del Viento Sabores Patagónicos