Jorge Valdano, campeón del mundo con Argentina en el Mundial de México 1986 y exdirectivo del Real Madrid, habla sobre las relaciones existentes entre el fútbol y las empresas, el manejo de grupos y de las claves con las que debe contar cualquier líder que quiera guiar a su equipo al éxito.
Con la experiencia que le da haber ganado un Mundial de Fútbol y haber ocupado cargos directivos en el Real Madrid, el argentino Jorge Valdano ha trazado un puente entre los equipos de fútbol y las empresas.
Valdano, quien está en Colombia por invitación de Endeavor para hablar sobre la relación entre liderazgo y emprendimiento de alto impacto, conversó con Portafolio sobre temas empresariales y, por supuesto, sobre fútbol.
‘Los 11 poderes del líder’ es su segundo libro. ¿De qué se trata?
La intención es jugar con el aprendizaje adquirido durante 40 años en mi relación con el fútbol. Tengo fe en que el deporte es un vehículo de formación y entiendo que muchas de sus enseñanzas son aplicables en otro ámbito.
Lo de los 11 poderes es para jugar con la alineación de fútbol. El deseo es que el libro tienda puentes entre distintos ámbitos. Utilizo el fútbol porque es uno de los grandes símbolos de la globalización.
Dice usted que los equipos son un estado de ánimo. ¿Cómo cultivar ese ánimo desde el punto de vista empresarial?
En primer lugar lo que no hay que hacer es hacer siempre lo mismo. La rutina es una de los grandes enemigas de la competitividad. Así como en el mundo empresarial decimos que lo más importantes son las personas, en el deporte es lo único importante, por lo que hay que hacerle creer a los jugadores que el próximo partido es el más importante. Para eso hace falta pasión, imaginación y convertirse en un especialista en cada uno, porque no a todos los estimula lo mismo.
En las empresas eso no cambia mucho, el estado de ánimo de las personas tiene una influencia en los balances de las compañías. Hay que establecer un vínculo emocional con los empleados. Las empresas tienen dos columnas: una es la del conocimiento y otra es la de las emociones. Yo me aprovecho del deporte para hablar de emociones.
¿Qué debe tener entonces un buen líder?
Lo primero es poder de seducción. Debe contar con una capacidad para convencer, para influir, para hacer colectivos sus sueños personales. Hay un valor que se está imponiendo en estos tiempos y es el de la credibilidad, la gente le pide a un líder que haga lo que prometió hacer. Además, debe exigirle al profesional y respetar a las personas.
La gran amenaza para un líder, creo yo, es el ego, la vanidad. Un líder no debe apoderarse de los éxitos y asignar los fracasos a los demás.
¿Cómo se manejó el liderazgo en aquel Mundial de México 1986?
Fue un proceso que tuvo muchos altibajos, lo que sirve para hablar del liderazgo situacional. Había un líder técnico indiscutible, que era Maradona, y luego entre partido y partido había líderes más sociales, que ayudan a hacer la convivencia más llevadera. Esos personajes, anónimos para muchos, terminan teniendo una influencia muy grande en el equipo. Un mundial es uno de los sitios más aburridos en los que uno se puede encontrar como futbolista.
¿Cómo fue su experiencia directiva en el Real Madrid donde se manejan tantos egos?
La ventaja de trabajar con cracks es que suelen ser muy inteligentes, lo que facilita la relación. La única condición es que las correcciones nunca deben hacerse en público, porque ahí sí resentimos el ego y quien contesta es el personaje y no la persona.
También es vital el tema de la justicia distributiva, es decir que todo tenga una razón de ser. Nadie va a discutir el salario de Cristiano Ronaldo o de Messi por muy astronómico que sea, pero en los niveles medios los jugadores siempre están muy atentos a los de al lado. Entonces hay que fijar criterios claros para todos.
En el fútbol los jugadores pasan de un equipo a otro constantemente. ¿Cómo retener el talento?
Igual que en las empresas, los jugadores se preguntan “¿reconocerán si sigo progresando?”. Ese reconocimiento es clave.
En segundo lugar hay que hacer que se sientan comprometidos con los valores que representan esa empresa o equipo. Y tercero, el trato personal es vital, a todos nos gusta que nos quieran.
PALABRAS A PÉKERMAN
Valdano también opinó sobre cómo debe manejar el grupo el entrenador José Pékerman, en una selección, en la que casi la totalidad de los jugadores no ha ido a un Mundial. “Pékerman es un líder tranquilo, amable, pacífico, de perfil bajo pero que toma decisiones. Eso lo convierte en un hombre creíble que no necesita consejos. Lo que sí debe hacer Colombia es preguntarse qué pasó en los últimos 16 años para no haber podido llegar a un Mundial. Colombia da la sensación de que depende mucho de las generaciones espontáneas de jugadores”.
por Álvaro A. Cuéllar, Editor Portafolio.co