El Líder inspira -más que manda- a trabajar con eficacia, entusiasmo y dedicación en la dirección que él señala. Sus subordinados están encantados de colaborar con él, y no le cambiarían por ningún otro Jefe. ¿Porqué unas personas son capaces de liderar y otras no? A día de hoy este es un tema objeto de acalorada controversia.
En nuestra opinión, las claves del liderazgo son cuatro:
Visión atractiva. Tener una idea clara de hacia dónde deben dirigirse en el tiempo los esfuerzos del equipo de trabajo, proyectar con vigor el particular distintivo de ese lugar final, y a pesar de lo insólito o ambicioso que pueda ser ese lugar, no dudar ni por un momento que es alcanzable… mostrándolo constantemente con los propios razonamientos y actuaciones.
Plan de acción convincente. Las acciones propuestas responden a una estrategia cuidadosamente diseñada, tienen en cuenta las verdaderas oportunidades y amenazas del entorno, y son diferentes y arriesgadas pero nunca temerarias. Y cuando las cosas no están claras, el verdadero líder sabe decir “si” o “no”, con esta especial e infrecuente sabiduría de quien sabe encontrar una solución simplificada y genial.
Habilidad para crear, mantener y motivar equipos de trabajo: Las cargas de trabajo son proporcionadas a las capacidades, las competencias de cada rol están bien definidas, el enganche y desenganche de personal se lleva a cabo con criterio, nadie alberga la más mínima duda de que la excelencia siempre es recompensada, y se llevan a cabo políticas de retención del talento excepcional… Y por encima de todo, el buen líder se asegura constantemente de que ni él ni la organización hacen nada que desmotive a su gente… como es por ejemplo tolerar la incompetencia.
Carisma. Es cierto que hay Jefes con personalidad magnética, que a fuerza de apelar a las emociones de sus seguidores paralizan su capacidad de razonar. Esta es la clase de líder que puede conducir a su gente al desastre; la historia está repleta de numerosos ejemplos. Pero el carisma de verdad y al que aquí nos referimos es esa capacidad ignota de atraer, porque se potencia el desarrollo individual de cada miembro del equipo, este que se adquiere con la experiencia, es decir vía un proceso prueba-error.
Antonio Valls, profesor del Máster en Dirección de Comunicación del UPF-IDEC