Según el Great Place to Work Institute, la comunicación es una variable importantísima para la generación de un buen clima laboral. ¿Por qué si es tan importante, se hace tan poco con ella en nuestro medio? Quizá simplemente porque estamos tan concentrados en lograr nuestras metas, que no tomamos conciencia de que debemos dedicarle tiempo y esfuerzo. O quizá porque a los ejecutivos nos resulta difícil hablar en público. A continuación doy algunas sugerencias para mejorar esta destreza. Es normal tener ansiedad o miedo. Hasta los expositores más expertos tienen un cosquilleo en el estómago cuando se enfrentan a públicos nuevos. Una de las creencias equivocadas es que el expositor tiene que dar todo el discurso y los participantes solo escuchar. Las personas tienen un límite de tiempo en el cual pueden prestar atención.
Los oyentes son como esponjas. Nosotros los expositores entregamos el líquido de nuestro mensaje, pero si seguimos entregando contenido, la esponja terminará saturada de líquido. Debemos aprender a hablar un tiempo y luego dejar que la audiencia digiera el mensaje, haciendo algo con ella. Por ejemplo, podemos explicar un tema y luego pedirle a la audiencia que, en grupos pequeños, discuta cómo piensa aplicarlo en su trabajo. No solo debemos comunicarnos con el hemisferio izquierdo del cerebro. Una lancha diseñada para usar dos motores, pero que solo usa uno de ellos terminará forzándolo. En cambio, el uso simultáneo de los motores hace que ambos duren más.
Las presentaciones son generalmente racionales y lógicas. Se usan cuadros, cifras y palabras, estimulando principalmente el hemisferio izquierdo y generando cansancio. Para mejorar el impacto de una presentación, y además descansar los "motores" de nuestro auditorio, es necesario llegar al hemisferio derecho. ¿Cómo? Por ejemplo, usando analogías. Las analogías tienen dos ventajas: nos permiten aprender basados en lo que ya conocemos y, además, son muy gráficas y estimulan nuestro hemisferio derecho. Supongamos que usted quiere hacer una presentación de sus logros a pesar de la recesión del mercado. Además de mostrar números, podría poner una foto de un salmón y mencionar que su división es como un salmón que siempre avanza hacia arriba a pesar de ir en contra de la corriente del mercado.
Hay personas que sienten que usar este tipo de recursos es poco serio, pero la verdad es que al usarlos le hacemos un favor a nuestro auditorio. Cuentan que un expositor que usaba una barba algo crecida estaba dando un discurso con mucha elocuencia.
El expositor observó que una persona de la audiencia estaba llorando. Se acercó y le dijo: "Buen hombre, parece que lo he impresionado con mi discurso". A lo que la persona respondió: "No, la verdad es que lloro porque su barba me recuerda a mi chivo que acaba de morir". Finalmente, hable para su público y no para usted mismo. Un grave error que cometemos los expositores es estar muy centrados en nosotros mismos.
Eso es precisamente lo que nos da nerviosismo. Cuando pensamos ¿cómo tomarán mi discurso? o ¿les interesará o prestarán atención? O más bien como pensamos en la historia "Los voy a impresionar con mis conocimientos", estamos centrando el discurso en nosotros mismos. La mejor actitud para hablar en público es una disposición de servicio. Una actitud de humildad y de entrega, de dar lo mejor de nosotros mismos a la audiencia.
* David Fischman: Autor de "El espejo del Líder" (Aguilar Empresas). Miembro de Beyond Leadership Group y decano de la Universidad peruana Ciencias Aplicadas. www.leadercli.com
Fuente: Diairo La Prensa (Nicaragua)
Tengamos en cuenta que para lograr nuestras metas tambien es necesario aprender a comunicarse, como dice el articulo a muchos grandes ejecutivos se les dificulta hablar en publico, pero esto se puede convertir en un problema grande si no lo afrontan..