Pocos libros han levantado tantas ampollas y han hecho temblar tanto los cimientos de todo un sector como el famoso Managers, not MBAs, en el que su autor, Henry Mintzberg, descubre los males que se esconden, en su opinión, en el interior de los programas MBA. Como dice Mintzberg, uno de los gurús de gestión más influyentes de las tres últimas décadas y profesor de la McGill University, las escuelas de negocios han sido víctimas del "sistema corrupto" que ellas mismas han creado. Y lo dice alguien que lleva toda la vida dentro de ese sistema, de ahí la polémica.
¿Pero quién o quiénes son los culpables de esa corrupción interna del sector: los decanos, los alumnos, las empresas…?
Todos ellos juntos son culpables de esa corrupción del sistema y lo son todos juntos porque entre todos ellos han fomentado y alentado un modelo que no se ha tratado correctamente ni con cuidado. Cuando, por ejemplo, Harvard enseña liderazgo en clase y hacer creer a sus alumnos que los va a convertir en líderes, está completamente equivocada. ¡No puedes crear a un líder en una simple clase!
En líneas generales, destroza en su obra literalmente a las escuelas de negocios. En el fondo, ¿cuál ha sido el fin último de este libro: provocar un debate abierto en el sector, hacer autocrítica de un mundo, según usted, demasiado pagado de sí mismo?
El objetivo de mi libro era obvio. Necesitamos educación de negocios, pero no tenemos educación sobre dirección de empresas, sino sólo sobre negocios. Y creo sinceramente que tenemos que cambiar la educación y enseñanza de negocios.
De hecho, usted señala que la educación de las escuelas de negocios ofrece una “visión errónea” de la dirección. ¿Están, en su opinión, las escuelas de negocios muy lejos de la auténtica realidad de la dirección de empresas?
Por supuesto. Y por una razón muy sencilla: las escuelas de negocios enseñan dirección a personas que no han sido anteriormente directivos y, desde luego, no pueden enseñar dirección a personas que no saben lo que es dirigir porque nunca antes han dirigido. Así que para los programas para los más jóvenes, es decir, para los MBA, cuyos alumnos aprenden dirección, pero no cuentan con la experiencia previa de haber sido directivos. Y esa experiencia es muy importante para aprender el arte de la dirección.
Defiende, a este respecto, que en las aulas del MBA se enfatiza y se enseña en exceso la dirección de empresas como una ciencia y se olvida que se trata, en el fondo, de un arte, del arte de dirigir.
La dirección de empresas no es una ciencia. Se trata de un arte, de algo con un evidente componente artesanal. Y al tratarse de algo artesanal es muy importante haber experimentado con ese arte y tener la experiencia necesaria para dominar esa parte artesanal. Y ese arte no se enseña como si fuesen matemáticas.
En primer término, sentencia que las escuelas de negocios, sobre todo en sus programas MBA, enseñan a las personas equivocadas.
Para aprender dirección, tienes que haber sido ya antes directivo. No puedes crear un directivo de la nada a partir de una clase, como si esa clase fuese una fábrica. Por tanto, no puedes convertir en directivos a unos jóvenes que comparten una clase pero que no han sido directivos y, aunque aprenden cosas sobre la dirección, no han ejercido en la vida real como directivos.
¿Es el GMAT el examen y método más adecuado para la selección de alumnos por parte de las escuelas?
Absolutamente no. De entrada, muchos alumnos se apuntan a un MBA no para aprender, sino para ascender o también salir mejor colocados. Por tanto, para alejarse de la experiencia limitada que puedan poseer. Muchas escuelas de presumen de las altas puntuaciones en el GMAT de sus alumnos, pero ¿realmente esas notas calculan el potencial directivo? No. El GMAT mide la inteligencia. Es un método útil, pero insuficiente a todas luces. Es útil para identificar a estudiantes de éxito, pero no directivos de éxito. Es un test que no tiene nada que ver con las habilidades directivas. De nuevo, la experiencia de haber sido directivo es necesaria.
Llega a hablar de la “farsa de las admisiones”.
Es que se trata de una farsa porque todas las pruebas de admisión no tienen nada que ver con las habilidades o competencias que se necesita para ser directivo. Repito: nada que ver. Necesitamos otra forma de seleccionar, a partir de un conjunto de directivos en ejercicio y a partir de su experiencia y éxito como directivos.
Sobre los alumnos, dice que suelen ser demasiado jóvenes y sin ninguna experiencia en la dirección de empresas.
Volvemos al punto clave de todo este proceso: no puedes aprender dirección si antes no has sido directivo.
Y sobre el método del caso, paradigma de las escuelas de negocios, también vierte críticas severas. ¿Está de acuerdo con ese sistema de enseñanza?
No me gustan los casos, la verdad, porque creo que son una forma de exponer a la gente y de que los alumnos discutan sobre las experiencias de otros. Hay un hecho claro y esto se da sobre todo en Harvard, cuna del método del caso. No puedes decirle a la gente que tome decisiones sobre un tema a partir de la lectura de un caso de 20 páginas. Imagina que leen un caso sobre la guerra de Irak y tienen que tomar decisiones. Pueden leer el caso, pero, desde luego, no conocen a la perfección ni la empresa ni la industria ni a las personas ni la cultura… ¡No conoces nada para tomar la decisión!
Como dice, el caso se basa en la experiencia de otros y siempre sobre la experiencia en el pasado, no en el presente.
La clave es la experiencia, en efecto, pero que se trate del pasado no importa. No tiene mayor importancia que en el caso se describa una situación del pasado.
En todo caso, usted se aparta de la corriente tradicional favorable al método del caso y defiende, de hecho, “el caso contra los casos”.
Y ese caso es la experiencia. La única forma de aprender es vivir experiencias de dirección como directivo y luego debatir en clase sobre esas experiencias directivas y todos los problemas que se suscitan alrededor de esa experiencia, que en sí es un caso, pero un caso real, una experiencia directiva.
¿Implica esa experiencia real el ‘outdoor training’?
No exactamente. Debe tratarse de una experiencia, pero no outdoor training. Se trata de vivir la experiencia de ser directivo. ¡Tienes que haber sido directivo para aprender a dirigir! Tienes que experimentar y luego debatir en clase con tus compañeros, que también han vivido esa experiencia directiva.
Frente a ese modelo que propone, indica que las escuelas se limitan a enseñar técnicas de dirección.
No sólo técnicas, pero en su mayor parte sí son técnicas. La técnicas, de por sí, son buenas. Pero volvemos a lo de siempre. Las técnicas que llegan a las manos de jóvenes que no saben cómo utilizarlas son terribles. Sin embargo, las técnicas que llegan a las manos de profesionales con experiencia directiva son muy útiles. El problema radica en que esos jóvenes que aprenden técnicas en una escuela de negocios acaban creyendo cuando se gradúan que esas técnicas son dirección de empresas.
Varios ránking de escuelas precisan que esos graduados con un MBA son muy arrogantes y se creen, en algunos casos, dioses o genios de la dirección.
No todos, pero algunos sí son muy arrogantes. En cuanto salen de la escuela, creen que pueden dirigir en cualquier empresa y sector y cualquier equipo de personas, y piensan que lo van a hacer perfecto, cuando, en realidad, les puede salir bien o no.
Henry Mintzberg, autor del libro "Managers, not MBAS". Uno de los gurús de gestión más influyentes de las tres últimas décadas y profesor de la McGill University
Fuente: Juanma Roca – Negocios.com