Cuando la generalidad escucha acerca de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE), automáticamente suele asociarlo a un movimiento de moda (uno más), ‘orquestado’ por las grandes firmas u organizaciones que, se espera, cuentan con suficientes recursos como para ‘darse el lujo’ de destinar unos pocos pesos a mejorar sus relaciones con la comunidad en que interactúan, más como una cuestión de marketing antes que otra cosa.
Hace poco el CFP Nº 402 concluyó el dictado del primer módulo de un curso de informática, tendiente a lograr que no videntes se incorporen a la ola de la información y la comunicación a través de computadoras e Internet. Adicional al tema central de la convocatoria, su aspecto social y tecnológico inédito en la zona, y todo lo que implica un programa de esta naturaleza, hoy quiero referirme a dos extremos resultantes de esta experiencia, que ratifican aquel principio de que toda moneda tiene dos caras:
La primera, aquella cara de la RSE de labios para afuera, de mucho logotipo y mucha parafernalia discursiva vacía de contenido, que permite comprobar que se administran y derivan muchos recursos supuestamente destinados a atender situaciones límite en la sociedad, y que se dilapidan en eternas ‘investigaciones’ y estructuras administrativas que poco tienen de ejecutivas y de acción concreta. Pero, esta es la cara que no interesa y no vale la pena extenderse más en ella, aunque es bueno saber que existe para saber cómo enfrentarla.
La otra cara, la RSE que interesa, es aquella que me permito la licencia de definir como ‘verbo’, aquella que ‘se hace’ más allá del discurso, e incluso sin el discurso, simplemente, se hace.
Con motivo del programa formativo que he citado, y recordemos que estamos hablando de personas no videntes para quienes el programa fue totalmente gratuito, tuvimos la enorme satisfacción de comprobar que a pesar de lo que pueda pensarse, aún existe esta clase de RSE, y siento que vale la pena rendirles mi humilde reconocimiento. Siempre detrás de cada empresa hay alguien, personas, que le ponen su impronta, por eso, aunque nos referimos a empresas, en el fondo reconocemos a quienes las conforman. Empresas como el ‘Hotel Mercedes’ y ‘Taxi Mitre’, que colaboraron con la logística de movilización y estadía; el Locutorio ‘Comunicaciones Mercedes’, lugar en que se realizaron las prácticas de campo y evaluación; y, el ‘Centro de Educación Integral’ (CEI), instituto privado de enseñanza, que reprogramó su propia estructura para cedernos su espacio y sus equipos para el dictado del curso. Empresas que pusieron su total y mejor esfuerzo cada una en su área, tal y como si se tratara de ‘Clientes VIP’ que pagáramos por sus mejores servicios, cae de maduro, que no cobraron un centavo por ellos, lo hicieron simplemente porque quisieron… eso es RSE verbo.
Muchas gracias a ellos.
CFP Nº 402 – Mercedes, Bs. As.
J. Xavier Gando, Director