Martín Maslo es un emprendedor exitoso, CEO y fundador de Resultics, agencia de marketing digital con escala regional. Lo pueden seguir en twitter, donde usualmente comparte links y pensamientos sobre emprendedorismo, tendencias internetiles y sus creaciones culinarias. Hace unos días, sintetizó: “Ahora resulta que los negocios tienen que ser disruptivos o nada. Como si P&G no vendiera Shampú porque no es una nueva idea… #deberser”. La magia pura de 140 caracteres que te dejan pensando.
El movimiento emprendendor, del cual ya hemos hablado un poco aquí, está basado en su mayoría en una loa constante y desmesurada a la innovación. Hay que hacer cosas nuevas todo el tiempo, distintas, radicales, motivadoras; disruptivas, como dice Martín. Sin innovación, no hay éxito. Y eso no es verdad. Es necesario diferenciarse, claro. Pero yo prefiero el benchmarking y la responsabilidad social a la innovación. Ver quién hizo las cosas bien, entender porqué les fue bien, tratar de emularlo y aplicarlo a otra zona geográfica, a otro contexto, a otra parte de la pirámide, o lo que fuera, reduciendo el impacto ambiental y multiplicando el impacto social positivo. Dejo la pura innovación para los genios. Para hacer buenos negocios y sustentables, como los de P&G, hagamos shampú.
El propio discurso global de la RSE se ha asociado con el de la innovación. Veamos dos ejemplos recientes. En primera instancia, la genial Julie Urlaub, se pregunta en esta nota, entre otras cosas, ¿Por qué es tan importante la innovación para la empresa? y ¿Cuál es la esperanza de lograr con sus esfuerzos de innovación? Desde una estrategia socialmente responsable, la innovación, como cualquier otro esfuerzo e inversión, debe ser funcional a la empresa y a la consecución de sus logros. La innovación per se, como “valor” y no como generadora de valor, no es sustentable.
En segundo lugar, en otra inspirada nota de The Economist, compilan una gran cantidad de citas sobre la innovación y señalan que “vale la pena destacar que la innovación es importante para algo más que los accionistas o capitalistas de riesgo”. Bingo! Entonces, es fundamental evaluar cómo afecta la innovación a los distintos grupos de interés.
Por un lado, para un inversor ángel, un VC, o para cualquier otro inversor de start-ups, el sueño es encontrarse con un emprendimiento verdaderamente innovador, con un genio inspirado que multiplique infinitas veces su aporte inicial y lo haga (aún más) millonario. Las perlas no son muchas, y cada inversor cree tener las herramientas adecuadas para detectarlas y hacerlas crecer. Y para eso le piden al inversor un elevator pitch inspirado, un business plan detallado, un VAN y una TIR agresivas pero realistas, una estrategia de bootstrapping y cientas de otras cosas más con mucha jerga compleja.
Entonces, entendamos que la innovación puede ser la expectativa por excelencia de cualquier inversor de start-ups pero la clave del asunto es que el éxito de un negocio depende de la relación de la empresa con una multiplicidad de grupos de interés y no sólamente con los inversores. Por ese motivo, cuando sea grande y sea un inversor ángel (!), voy a preguntar “cuáles son los grupos de interés afectados por la idea de negocio y cuál es la estrategia para responder a las expectativas de cada uno de ellos”. Una respuesta adecuada a esa pregunta será mucho más confiable que una respuesta impostada a “por qué el negocio es innovador”, porque se estará explicando cómo la empresa generará valor para los clientes, para los proveedores, para los empleados, para la comunidad, para el medio ambiente y no solamente cómo generará valor para mí como inversor. Cuando me llegue el día preferiré invertir, igual que Martín, en muchos shampús sustentables de P&G que buscar eternamente el start-up disruptivo.
Joel Glotzer
fuente; VerantRSE
Interesante post. Yo como Martín y Marcelo haría las mismas preguntas. Pero… no invertiría en shampoo, si en P&G como una de las empresas más innovadoras 😉