Imagínense vivir en un lugar donde una simple caminata por el centro de la ciudad puede dar por resultado una alianza con uno de los gigantes de la industria tecnológica, una promesa de inyección de dinero y un trabajo con sueldo de seis cifras y extras como transporte, comidas y hasta corte de pelo gratuitos. Bienvenidos al Silicon Valley, la capital tecnológica de California y Estados Unidos.
Así como Los Ángeles es la meca del cine y Nueva York el corazón de las finanzas, el Valle –a secas, como lo llaman sus habitantes- es la tierra dorada de las oportunidades que internet trajo a la economía.
La región californiana, ubicada entre las ciudades de San José y San Francisco, tiene la mayor concentración de empresas de tecnología del territorio estadounidense y vivió un ‘boom’ a finales del siglo XX con el negocio puntocom y otros emprendimientos de software.
Ahora, mientras el resto de EE.UU. batalla contra los efectos de largo plazo de la crisis financiera, Silicon Valley (en español, Valle del Silicio) sostiene su bonanza económica.
Larry Chiang, padre fundador de la recién nacida empresa Duck9, mide el bienestar de la industria con su «índice de caminata»
«Cuando las cosas están bien, no puedes ir a Starbucks sin tener a tres personas ofreciéndote US$50.000 para hacer un trato que genere muy rápidamente diez veces ese dinero. Yo camino cinco cuadras entre mi casa y la oficina y puede tomarme una hora», dice Chiang a BBC Mundo, desde su despacho en Palo Alto.
Aunque la actividad detuvo su ritmo con la recesión de 2008, los economistas miran con envidia la capacidad de recuperación del Valle. Aquí crece nuevamente el empleo aunque otras zonas de California tengan índices de desocupación del 20% y la inversión de riesgo (venture capital) ha aumentado un 53% respecto a 2010, hasta alcanzar un total de US$2.300 millones en la primera mitad del año.
Hay más: un número récord de nuevas compañías o start-ups que intentan sacar su tajada y más empresas que consiguen su ansiado IPO (primera oferta de acciones al público), 22 en el segundo trimestre del año comparadas con sólo seis en todo 2008.
Como ejemplo, basta el de Twitter: la popular red social lanzó una ronda de financiación y recaudó US$200 millones de distintos inversores, para una compañía valuada en US$3.500 millones en 2010. Hoy, su valor estimado es de al menos US$8.000 millones.
«Las empresas relacionadas con internet están en ebullición como si fuera 1999 otra vez y se quejan porque no consiguen personal calificado. Como consecuencia, hay guerras alocadas por tratar de robarse empleados», explica a BBC Mundo Chris O’Brien, periodista de tecnología del diario local Mercury Times.
En millones
La oleada innovadora ha disparado la especulación financiera, alimentada por quienes apuestan a nuevas compañías y les entregan su dinero a la espera de que inversiones de unas decenas de miles de dólares generen millones a una velocidad impensable para otras industrias.
Cada tres meses, Adeo Ressi pone en escena su «Founder Showcase», una reunión en la que los empresarios puntocom en potencia intentan seducir a los inversores que pueden hacer realidad sus sueños.
«Para algunos es la primera oportunidad de mostrarse y buscar fondos disponibles, que son muchos pero no hay para todos: hace falta una idea sobresaliente, esfuerzo y voluntad de competir, porque cada vez hay más emprendedores a la caza de dinero», relata Rossi, quien también ofrece un programa de asesoramiento para foguear a los recién llegados.
La danza de millones alimenta un círculo virtuoso: muchos de los que ganan buen dinero se convierten en «inversores ángeles» de otras compañías que necesitan su propia inyección de recursos.
Al mismo tiempo, gigantes de la industria como Microsoft o Google compran start-ups pequeños para sumar a su cartera de negocio. Así, jóvenes emprendedores que tuvieron una buena idea hace algunos años (incluso meses) se convierten en millonarios de la noche a la mañana.
Sid Viswanathan tiene 27 años y una aplicación para procesar tarjetas personales llamada CardMunch. Cuando la empresa LinkedIn decidió comprársela, en enero pasado, él accedió por primera vez a la casa propia, porque por el momento no imagina un futuro lejos del Valle.
«Es un lugar como no hay otro en el mundo, con gusto por cambiar el mundo. Si eso nos da dinero, bienvenido», dice Viswanathan a este medio.
Efecto inmobiliario
Y comprarse una casa en el Valle es cosa seria: la burbuja tecnológica ha disparado los precios hasta convertir a la región en el segundo mercado más caro de Estados Unidos, después de Nueva York.
Los expertos revelan un incremento del 35% en los alquileres comerciales, además del 50% en hogares particulares.
«El boom está impulsado por las empresas de tecnología, en particular por aquellas que trabajan en aplicaciones móviles, redes sociales y servicios de nube«, detalla Colin Yasukochi, de la inmobiliaria Jones Lang Lasalle.
Todos esperan, por caso, el momento en que Facebook tenga su IPO: los rumores indican que será el año próximo y podría poner mucho dinero en movimiento en el valle a partir de la venta de acciones.
¿El resultado? Los precios podrían elevarse aún más en este selecto rincón donde el costo promedio de una casa es de US$1,2 millón.
Burbuja
Pero, ¿cómo puede el Silicon Valley prosperar si el resto de la economía del país no logra dejar atrás la crisis?
Los locales tienen sus propias ideas para explicar el fenómeno.
«Una de las razones por las que el Silicon Valley no depende del ciclo de la economía es que no atesora la idea de ganancia como el motor del negocio. El gran ejemplo es Twitter, que revolucionó la industria pero no nació bajo un modelo que generara dividendos», apunta Chiang.
«Por más que haya crisis en el mundo, hay una demanda por innovación y acá es donde se está generando», apunta Diego May, un argentino recién llegado con su empresa Junar.com al hombro.
La euforia del momento trae, sin embargo, un recuerdo amargo para muchos habitantes del Valle: el del estallido de la burbuja, hace justo una década, cuando una camada de empresas de Internet se desmoronó casi a la misma velocidad a la que había logrado crecer unos años antes.
Algunos pronostican que el ciclo expansivo terminará en 2013, aunque ese final podría ser menos traumático: la burbuja 2011, dicen los observadores, viene acompañada de buenas dosis de cautela y mesura que no se vieron en la bonanza anterior.
«Los montos que se invierten hoy están lejos de los del furor de 2000. Donde antes se conseguían US$20 o 30 millones, ahora te dan US$200.000 o 300.000», señala a BBC Mundo Scott Sweet, asesor de emprendimientos en la consultora IPO Boutique.
«Es cierto que hay una burbuja con mucho dinero en oferta. Pero, ¿es malo? No sé, yo creo que de esto van a salir muchas cosas buenas aunque muchas otras empresas mueran relativamente pronto», opina May.
De algo están seguros, escépticos y optimistas por igual: Internet avanza sin pausa y el negocio de la red seguirá necesitando buenas ideas. Por el momento, no hay crisis que pueda con ello, ni con el Silicon Valley.
Fuente: Valeria Perasso BBC Mundo
Como de costumbre muchos creen que Silicon Valley es puro software para redes sociales, pero hay muchas capas geológicas de tecnologías debajo, que pocos periodistas mencionan:
Circuitos integrados
Módulos diseñados a nivel de «dice» de silicio
Tarjetas electrónicas especiales
Instrumentos de laboratorio
Máquinas robotizadas de producción
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Lo que no se ve es nada menos que el 99% de Silicon Valley, y ya es hora de que los periodistas, intelectuales y economistas se den cuenta de esto, es su obligación informarse, especialmente si pretenden crear un Silicon Valley Chileno, no es cosa de poner a un grupo de jovenes a hacer software para ver monitos en los iPhones, es mucho mas profundo que eso.
En cualquier caso, un gran saludo desde Chile
Jaime Soto Figueroa
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Ingeniero Electrónico UCV
Electrónica Matharts Ltda.
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