Se encienden las luces. Un tipo tumbado en una cama de hospital duerme plácidamente, recuperándose de algún tipo de heridas del todo desconocidas. De repente, la puerta se abre y entra contoneándose una despampanante enfermera con un uniforme dos tallas más pequeño y un escote que le llega hasta el mismísimo ombligo. De fondo suena una musiquilla que recuerda a la de la típica sala de espera de tu médico de cabecera, mientras ella comienza a practicarle una serie de primeros auxilios que nada tienen que ver con la medicina.
Exacto. Es porno. Si no te suena esta escena, enhorabuena, eres de los pocos del planeta Tierra. Si por el contrario, estás cansado de ver este tipo de películas, no te preocupes, puedes pasarte a MakeLoveNotPorn.tv.
Esta startup ofrece un espacio donde compartir experiencias, testimonios y vídeos relacionados solo con el sexo casero, o amateur, o ese que rehuye los aspectos arenosos de la pornografía tradicional. En otras palabras, aquel en el que te garantizan que nadie va a terminar siendo vejado.
MakeLoveNotPorn surgió con el objetivo de acabar con ciertos mitos sexuales provocados por el consumo de películas porno, con el fin de desmontar la engañosa imagen que esta industria ha creado en torno al acto sexual. Su fundadora, Cindy Gallop, tuvo la idea después de muchas experiencias con jóvenes que no le convencieron como amantes. Según ella, notaba un mismo patrón en los chicos: la mayoría se comportaba como si fuesen actores porno y tenía una idea equivocada del acto sexual.
«No es que la pornografía degrade a las mujeres, es que el negocio de la pornografía degrada». Así de tajante se mostró la emprendedora en una entrevista al medio The Independent.
Entonces montó el portal Haz el amor, no el porno. Una página que permite subir vídeos con contenido sexual a mayores de 18 años, a cambio de 5 dólares, y verlos por el mismo precio, teniendo la posibilidad de disfrutar de ellos durante tres semanas desde el primer visionado.
El 50% de las ganancias van directamente a los propietarios del vídeo y, a diferencia del porno, en ellos persiste un cierto deje de humanidad: sin vejaciones, heces, ni animales o cosas que crean que se pasan de la raya. Ahora sí, tampoco hay ni rastro de las célebres actrices porno. Su lugar lo ocupan actores y actrices de andar por casa. Con unas medidas más terrenales.
¿Es posible que tenga éxito un sitio así? Por lo visto, sí. Aunque el portal todavía está en fase beta, según el medio Business Insider, ya cuenta con más de 75.000 miembros y miles de dólares en ingresos. Según ha explicado Gallop a distintos medios norteamericanos, la respuesta hasta ahora ha sido muy positiva. «Una mujer nos escribió contándonos que no sabía que era capaz de hacer algo así, hasta que lo hizo. Fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida, añadió. Otra nos confesó que había perdido su libido hasta que conoció nuestro sitio», explicó la CEO de esta peculiar startup.
Que un vídeo sea aceptado o no, depende de la señorita Gallop y su equipo, que se pasan el día viendo este tipo de contenidos. «No se trata de interpretar una película delante de la cámara. Buscamos lo cómico, el desorden, a veces el ridículo, y siempre lo real», ha explicado.