Nuestra búsqueda de una ruta al espacio nos llevó a un nuevo mundo valiente de materiales exóticos.
Estamos escribiendo este correo electrónico desde una clase de emprendedores en Estados Unidos. Quisiéramos saber: ¿qué lo inspiró a aventurarse en los viajes comerciales en el espacio? ¿En qué punto espera usted lograr utilidades en Virgin Galactic?
Future entrepreneurs, East Greenwich High School, a través de Entrepreneur.com y American Express OPEN Forum.
En 1980, a raíz de la implosión de la Unión Soviética, el presidente Mijaíl Gorbachov me invitó al Palacio Livadia, que fuera el hogar imperial del Zar Nicolás y su esposa Alejandra, en Yalta, a orillas del mar Negro.
Los rusos estaban muy interesados en que yo los ayudara a abrir este sector al turismo, y Gorbachov era un vendedor muy persuasivo: “Richard, se te conoce en Rusia como un aventurero muy valiente; seguramente te gustaría ser un cosmonauta”.
Me llevaron en avión a Star City en Baikonur en Kazajistán para participar en un recorrido.
En esa época, pocos occidentales habían sido autorizados a ver ese mundo secreto, el taller donde los científicos soviéticos habían creado el satélite Sputnik, las misiones tripuladas Vostok, Voskhod y Soyuz, la estación espacial Salyut, y los misiles balísticos que en un tiempo amenazaban a Occidente.
Los rusos negociaron con celo empresarial, ofreciéndome la oportunidad, única en una vida, de convertirme en el primer turista espacial, mediante el programa espacial ruso.
¿El precio por esa oportunidad? Más de 30 millones de dólares.
La idea de gastar tanto dinero en mí se sentía inmoral. Me hizo cuestionar la ridícula economía de colocar a seres humanos en el espacio, y generó mi búsqueda del progreso empresarial que hiciera posible el viaje espacial para miles de personas, y no sólo de un pequeño grupo selecto de ellas.
Después vino la parte que no se ve de ser emprendedor, la parte que nadie discute porque, para ser justo, no hay mucho que discutir.
El secreto del éxito en cualquier sector nuevo es la vigilancia, la observación, usualmente durante un periodo de muchos años.
Nuestra búsqueda de una ruta al espacio nos llevó a un nuevo mundo valiente de materiales exóticos y diseños experimentales, de oportunidades empresariales, apoyadas por una filantropía comprometida y bien informada.
El momento clave para los vuelos espaciales comerciales fue en mayo de 2004, cuando el emprendedor espacial Peter Diamandis anunció el Premio Ansari X. Estaba respaldado por Anousheh y Amir Ansari, quienes donaron 10 millones de dólares para el premio.
El Premio X establecía un sencillo desafío para los concursantes: transportar tres personas a 100 kilómetros de la superficie de la Tierra, dos veces en dos semanas.
Había tres aspirantes serios al premio. El más prometedor era la compañía de Burt Rutan, Scaled Composites, que había develado su programa espacial el año anterior.
La nave de Burt, SpaceShipOne sería transportada hasta la atmosfera superior por una nave nodriza –un avión ligero llamado White Knight– y sería lanzada durante el vuelo.
Escribí a Paul Allen, el hombre que financiaba a Scaled Composites, y le propuse integrar una empresa conjunta al 50 por ciento.
En septiembre de 2004, en la Real Sociedad Aeronáutica en Londres, Burt y yo anunciamos el lanzamiento de Virgin Galactic.
Firmamos un acuerdo por 21,5 millones de dólares con la compañía de Allen por el uso de la tecnología, y anunciamos que habíamos desarrollado un plan de inversiones de 100 millones de dólares para crear el prototipo de una nave espacial comercial para seis personas en la fábrica de Burt en Mojave, California.
Fue un acuerdo terrorífico para nosotros porque la marca Virgin Galactic ahora estaría en SpaceShipOne si ganaba el Premio Ansari X en octubre.
Eso nos daría una publicidad mundial y transmitiría el mensaje de que éramos protagonistas serios.
Burt Rutan es un genio de la ingeniería, adelantado en muchos años a su tiempo. Había muy poco acerca del diseño, fabricación, ejecución y comportamiento en vuelo que no fuera nuevo e inusual.
Como habíamos anticipado, el 29 de septiembre del 2004 el SpaceShipOne llegó a su apogeo de 337,600 pies, o 103 kilómetros. Eso era ya el espacio. El 4 de octubre de 2004, SSI, con el piloto de pruebas Brian Binnie en los controles, alcanzó 367,442 pies sobre la superficie de la Tierra y conquistó el Premio Ansari X.
Este suceso fue el verdadero lanzamiento de nuestro negocio, y el 27 de julio del 2005, en Oshkosh, Wisconsin, Burt y yo anunciamos la firma de nuestro acuerdo actual.
La nueva empresa que estábamos formando sería dueña de todos los diseños de lanzamiento de SpaceShipTwo y de White Knight Two que estaban siendo perfeccionados en Scaled Composites.
La nueva firma, la Spaceship Company, sería propiedad conjunta de Virgin y Scaled.
La empresa de Burt se encargaría de toda la investigación, desarrollo, pruebas y certificación de las dos naves, con Burt como jefe del equipo de desarrollo técnico.
En la actualidad tenemos muchos turistas espaciales que han firmado su contrato para vuelos futuros; estamos realizando vuelos de prueba con nuestras aeronaves y construyendo un puerto espacial en Nuevo México.
Otra rama potencial de nuestro negocio es su capacidad de lanzaderas o transbordadores.
Nosotros y otros que están emergiendo en el sector privado espacial trabajamos para el día en que White Knight Two sea capaz de transportar 28.000 libras a 50.000 pies de altura y lanzarlas desde ahí a un costo mucho más bajo. Así pues, Virgin está colocada idealmente para ingresar en la industria espacial. Tenemos los conocimientos y la experiencia de transportar a millones de personas por todo el mundo, en forma segura. El turismo espacial es una industria que va a ser muy divertida para todos nosotros.
fuente: Portafolio (Colombia)