Recientemente he leído más de la cuenta acerca de emprender y te das cuenta que a menudo aparecen expresiones tan dispares como «el sacrificio del emprendedor», «el infierno del emprendedor» o incluso «mucho o poco sexo para el emprendedor». Yo mismo he hablado anteriormente sobre «la felicidad, la suerte o el amor del emprendedor.»
Al final todo el mundo tratamos de unir las emociones con lo que hacemos. Quizá Daniel Goleman, mayor exponente de la Inteligencia Emocional (aunque no creador de este término a pesar de lo que muchos piensan), tenía razón y «la capacidad de comprender las emociones en el trabajo es lo que diferencia a los mejores líderes.»
Intentando hacer una comparación visual, cuando trabajas con niños y niñas pequeños te das cuenta que las ideas más excepcionales son las que salen desde aquí (desde las tripas) y no desde aquí (desde el cerebro). Control de la emoción unido a creatividad es lo que genera ideas y proyectos excepcionales. Quizá por eso, cada vez más a menudo aparecen niños emprendedores o kidspreuners de éxito, porque como se suele decir todo lo que hacen, les sale de dentro.
En ocasiones, al entorno de esta aventura (abogados, empresas, inversores, papeles…) se les olvida que infundir miedo o inseguridad en el emprendedor (a pesar de que es parte del aprendizaje y la aventura) puede acabar con su inteligencia emocional y por lo tanto con el proyecto.
Volviendo a los kidspreuners y emprender cuanto más joven mejor, por fin la sociedad se está dando cuenta de la importancia de formar al talento desde pequeño en habilidades «empresariales» (solo nos falta aprender la importancia de la cultura del fracaso).
Cada vez salen más proyectos orientados a esto, incluso los propios centros educativos o colegios están comenzando a ofrecer a sus alumnos charlas o formación a su alumnado sobre emprendimiento. Mis amigos de Emprende School, Chiquiemprendedores o el Colegio Julio Verne de Torrente, que imparte una hora semanal en esta metodología son solo algunos ejemplos. Incluso el propio Obama y las nuevas tendencias educativas quieren incluir la programación y el desarrollo de tecnologías dentro de las aulas.
Por eso hoy quiero presentar una selección de «esos locos bajitos» emprendedores que han conseguido lo que muchos buscamos siendo muy pequeños. Porque como la fundadora de EmprenKids (otra metodología que está pegando fuerte) dice: «Emprender no es montar una empresa, es una forma de ser».
Además he seleccionado un kidspreuner para cada etapa educativa.
– Spencer Whale. Cuando cursaba la etapa de Educación Infantil (entre 5 y 6 años) creó un juguete ideal para los niños que están en el hospital, el KidKare Riding Car, coche de pedales que sirve para transportar aparatos médicos. Vendió su licencia a una empresa para que lo fabricase a gran escala.
– Robert Nay: con 14 años (recién salido de la etapa de primaria y comenzando la secundaria), creó Bubble Ball, un juego para Iphone y Ipad que en sus dos primeras semanas tuvo 2 millones de descargar y que ha desbancado al propio Angry Birds.
– Nick D´Aloisio: con 17 años (en plena adolescencia cursando Bachillerato) creó Summly, una empresa de productos para móvil que pretenden solucionar la vista de la noticias en los dispositivos telefónicos. A los 15 años recibió una ronda de capital de riesgo en tecnología, convirtiéndose en la persona más joven en conseguirlo. Ahora Yahoo! pretende comprar su empresa por la friolera de 55 millones de euros.
Lo que más me sorprende (a la vez que duele) de la multitud de listas que encuentras en la red acerca de jóvenes o niños emprendedores es que no hay españoles en ellas. La educación del futuro está cambiando y tenemos que adaptarnos al cambio.
Esta misma semana tuve la suerte de estar en la cabina de un avión charlando sobre este aspecto con el piloto. Al contarle mi profesión, «maestro de escuela», su respuesta fue: «Gracias por enseñarme y ayudarme a volar». ¿Por qué no enseñar «a volar» las ideas y proyectos desde niños?
Daniel Perello