Los créditos de emergencia vía Fogapy permitieron que muchos emprendedores paraguayos puedan llevar sus sueños a la realidad. El de Ruth Sánchez es un lindo caso
Muchas personas convierten las situaciones de crisis en una oportunidad para realizar un gran cambio en su vida. Ese es el caso de Ruth Sánchez (27), una joven ingeniera agrónoma que tras el aislamiento a causa del coronavirus decidió construir su propio establecimiento lácteo llamado Las Chivitas, en la compañía San Juan Potrero, en San Ignacio (Misiones).
El sueño de Ruth de dirigir su propio negocio estuvo en su mente desde que se recibió de ingeniera agrónoma hace dos años. Para ella, la incertidumbre económica que significó el encierro durante los primeros meses del 2020 fue clave para el lanzamiento de su emprendimiento, siempre apoyada por su esposo Marcos Meffert, odontólogo, que también tuvo que dejar de ejercer su profesión debido a las restricciones sanitarias.
“Luego de graduarse elaboré un proyecto y un plan de negocios, pero las expectativas eran altas y necesitábamos que algún banco nos apoye para poder accionar. Después, vino la pandemia”, relató Sánchez que, tras analizar la complicada crisis y sin saber cuánto duraría, recorrió bancos y financieras sin mucho éxito. Los intereses de los créditos ofrecidos resultaron muy elevados para el matrimonio que llevaba un bebé muy pequeño en brazos. Decidieron ahorrar y esperar nuevas propuestas crediticias.
Tras la liberación de los créditos de emergencia vía Fogapy, Ruth afrontó el riesgo y solicitó el monto para comenzar con su empresa. “’Lo único que no para es el rubro de alimentos’, pensamos mi marido y yo. Obtuvimos un préstamo con una tasa del 7,5 % con un año de gracia. Al inicio, quisimos pedir 200 millones, pero con un 60 % de eso fue suficiente para levantar el galpón y comprar dos cabras lecheras”, contó la joven.
Así, en agosto del 2020, obtuvieron los primeros litros de leche que rápidamente se agotaron. En cuestión de meses crecieron sostenidamente y compraron más cabras de la raza Saanen, animales de alta genética que producen dos litros de leche por día cada uno. “Ahora contamos con un tambo con diez boxes, galpones de hierro, una sala de ordeñe con azulejos, pisos antideslizantes, una ordeñadora de hasta cuatro bajadas y un laboratorio. Todo esto sin volver a sacar un crédito”.
Según Sánchez, el éxito de Las Chivitas se debe al valor agregado que obtienen a través de realizar etapas de producción, desde el procesamiento de la leche en su tambo, la creación de la materia prima, el envasado, hasta la distribución. “Pasteurizamos la leche y el queso. Más adelante la idea es hacer yogurt, queso italianos y gourmet”, aseguró.
La agrónoma sostiene que el secreto fue no perder la calma y no quedarse quietos, buscando la forma de innovar. Con miras al futuro, la marca Las Chivitas pretende seguir ganando mercados a nivel nacional con la visión de exportar sus productos, elaborados en medios controlados e higiénicos, cuidando la alimentación de los caprinos, el sistema de pastoreo y el respeto al medioambiente.
Por su parte, Bruno Defelippe, presidente de la Asociación de Emprendedores de Paraguay (Asepy), indicó: “Las Chivitas es el claro ejemplo del impacto que Fogapy tuvo en los emprendimientos paraguayos. Sin esta herramienta financiera ellos no habrían contado con el capital necesario para iniciar su proyecto. Es fundamental volver a fondear Fogapy y asegurar que estos recursos sigan potenciando emprendedores y ayuden a crear empleos”, añadió.