Pero escalar startups no se trata simplemente de poner a más gente a hacer lo mismo, si no de enfocar los esfuerzos de todos en lo esencial y eso, no es una tarea nada sencilla. Y no hay recetas mágicas para conseguirlo, aunque algunos principios pueden ser transversales.
“Ownership”
Una característica común a los equipos que navegan este proceso con éxito es que tienen un fuerte sentimiento de propiedad, de sentir como suya la empresa y el proyecto y están preparados para actuar en su mejor interés, en todo momento. Aunque para ello tengan que salirse de los límites de sus propias responsabilidades, porque en este barco estamos todos juntos.
Y además, los miembros de un equipo de alto rendimiento tienen que sentir que tienen una responsabilidad con sus compañeros y con la organización, no puede haber “terroristas empresariales”, que sólo ven los problemas y no aportan ninguna de las soluciones.
Esfuerzo diario
No bastan las proclamas del CEO, o escribir la visión y la misión con palabras grandilocuentes en las paredes, se trata de un esfuerzo continuado a todos los niveles. Cada miembro del equipo debe entender los objetivos, comunicarlos claramente a los nuevos (que serán muchos), respetar la cultura existente, y estar comprometido con la mejora continua. Desde los procesos más básicos, que deberán ser seguidos por todos, hasta los proyectos más complejos y estratégicos.
Equipos efectivos
A medida que crece el número de miembros de la startup, es importante crear un estructura que permita maximizar la eficiencia y productividad de cada individuo. Equipos de más de 6-7 personas son difíciles de gestionar y tienden a perder mucho tiempo en malentendidos y descoordinaciones. También es deseable asignar áreas de responsabilidad claras a esos equipos, con libertad para definir su propio método para llegar a entregables medibles y alineados con el resto.
Huye de la burocracia
Harán falta procesos, pero es importante que sólo se implementen los imprescindibles, para evitar perder agilidad y eficiencia en el camino. No se trata de replicar todas las estructuras y sumideros de tiempo de una empresa grande, y en particular, las reuniones son peligrosísimas. Evita agendar muchas reuniones de equipo, de seguimiento de proyectos, transversales, verticales, oblicuas… Haz que las personas se llamen entre sí, a tiempo real, para resolver dudas y tomar decisiones. Sin darle demasiadas vueltas. Y si te equivocas, pues vuelves a decidir.
Comunica, comunica y comunica
Más bien, da acceso a información a todo el mundo, a tiempo real, para que puedan tener los datos correctos y actualizados, cuando sean necesarios. Crea canales que permitan a personas de equipos distintos compartir sus experiencias e inquietudes (slack es una bendición para equipos remotos), fomenta la transparencia y que se explique a la organización el esfuerzo diario de cada uno (a través de worklogs o mini-reports, cortos pero efectivos).
No es un juego de niños y no es para todos
Es muy fácil dejarse llevar y evitar tomar decisiones que afecten al despido de miembros del equipo que no estén rindiendo al nivel necesario. Por lo general, es probable que las cosas no mejoren con el tiempo y para mantener el altísimo ritmo de crecimiento y foco es necesario ser rápido en este tipo de decisiones.
Ser pragmático no implica no tener empatía, y ayudar a esos profesionales que han apostado por tu proyecto a pasar el trance del mejor modo posible y a encontrar un destino que les encaje mejor.
Cultura
Es fundamental que todos entiendan para qué se están dejando la piel, cual es la misión y visión global y cómo se traduce al trabajo de cada uno.
Y para ello hay que conocer la historia, qué nos ha llevado hasta aquí, los valores fundamentales de la compañía y las reglas no escritas que definen la cultura y convivencia entre todos. Los empleados más antiguos deben actuar como embajadores de esa cultura, y es importante evitar que la presión de los resultados desdibuje quienes somos y para qué hacemos esto.
Miguel Arias
http://emprenderagolpes.com/