No, no voy hablar de “Emrendimiento”, que tampoco sé lo que es. Si a la idea de emprendimiento que me ronda en la cabeza le quitamos la “P” de Pausa y la “P” de Prisas, me queda una idea, un concepto, que me voy a atrever a desarrollar sin prisas y sin pausa.
Esto que quiero crear debe hacerse con el suficiente conocimiento, preparación y seguridad para que sea racionalmente viable. Es decir, sin prisas. Porque creo que merece la pena centrarme en esta ilusión profesional, pero con la tranquilidad de que he aprovechado el tiempo y el conocimiento de aquellos que me precedieron.
El buen emprendimiento
Y si además le añado mi perseverancia y mi pasión, no me asusta cuánto puede tardar en llegarme ese éxito que busco, porque antes o después alcanzaré ese lugar en el mercado que busco, y sólo dependerá de mí – y sólo de mí- hasta dónde quiera llegar. Es decir, sin pausa. Sé que habrá altibajos pero también aparecerán otras nuevas oportunidades que en un principio no identifiqué. Y sólo con mi constancia descubriré esos nuevos caminos por los que iré decidiendo como transitar.
Tengo las ganas, las herramientas y el apoyo de aquéllos que tienen mi misma vocación, por lo que no voy a desaprovechar esta ocasión de tomar las riendas de mis decisiones, de mi trabajo y de mi vida.
Tengo la fuerza, el valor, la salud y la convicción de que un retiro forzoso no es lo mío. No me afecta esta edad social que me atribuyen. Voy a crear algo en lo que creo firmemente que el mundo valora y necesita. Y lo voy a hacer con el empeño y el tesón de el joven que habita en mí. Sin prisas y sin pausa.