No todas las familias se ven iguales, entonces ¿por qué deberían todos los juguetes ser iguales?
Esa es la pregunta que impulsó a Ez Karpf a fundar un nuevo tipo de empresa de juguetes, MyFamilyBuilders.
Esta compañía es prácticamente un kit compuesto por 48 piezas de madera (cabezas, torsos y piernas) que se acoplan e intercambian entre sí para formar 2,000 combinaciones de familias.
Con la mente puesta en la diversidad y la inclusión, el kit permite a los niños construir una familia que se parezca a la de ellos y los anima a pensar en otras composiciones familiares.
La idea de MyFamilyBuilders surgió de la propia frustración de Karpf para cortar galletas. Quería comprar un juguete, para la hija de cinco años de sus amigos, que se pareciera a la familia multirracial de la niña.
«Supuse que iba a encontrar juguetes para todo tipo de familias», dice. «El 90% de las veces, encuentras en un juguete una familia compuesta por una mamá, un papá, una niña, un niño. A veces hay una caja dirigida al público asiático o afroamericano.»
Pero, tratar de encontrar una caja con dos madres o dos padres o familias combinadas, es básicamente imposible.
«Y ni siquiera se te ocurra mezclarlos porque ¡oh Dios mío!, el mundo se acabaría», bromea Karpf, que nació en Argentina pero vive en San Francisco.
El empresario, que tiene experiencia en diseño industrial y programación, dedicó el año pasado a desarrollar el producto. Tiene cinco socios de negocios, incluyendo un psicólogo infantil y un especialista en educación, todos trabajan medio tiempo en MyFamilyBuilders.
Karpf y su equipo lanzaron, hace unos meses, una campaña en la plataforma de crowdfunding Kickstarter, su propósito es recaudar 25,000 dólares.
El juego -pensado para niños de 3 a 7 años- tiene un precio de entre 52 y 75 dólares dependiendo de qué tan pronto apoye el patrocinador la iniciativa. Planea venderlo en en 110 dólares.
Los kits también incluyen 25 tarjetas con juegos educativos para ayudar a los padres a educar a los pequeños sobre los diferentes tipos de familias que existen.
Las tarjetas servirán para empezar a hablar sobre esos temas. «A veces es muy difícil hablar sobre la raza porque (los padres) no saben cómo sacar el tema, piensan que es mejor no hablar de ello», explica Karpf. Algunos padres caen en la trampa de enseñar a los niños que «todos somos iguales».
«Pero los niños saben que no somos iguales. Somos diferentes en muchos aspectos», dice.
Esa es otra razón por la cual no todos los bloques de madera del juego son del mismo tamaño. Los niños pueden crear personajes que son más altos o más bajitos, más rellenitos o delgados. Los juguetes no sólo se venderán de forma directa, dice Karpf, sino también a psicólogos y expertos en educación que podrán utilizarlos en sus prácticas y terapias.
Sara Ashley O’Brien
CNN Money vía CNN Expansión