De refugiado a multimillonario, Frank Lowy es un ejemplo del emprendedor forjado en la adversidad.
Frank Lowy y su familia escaparon del Holocausto en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial. Se instalaron en Australia, donde Lowy empezó a trabajar como repartidor. Junto a un amigo abrieron un local y, más tarde, crearon una empresa para invertir en inmuebles y construir los primeros centros comerciales de Sydney.
Hoy, 52 años después, la compañía Westfield posee 121 centros comerciales distribuidos en Australia, Estados Unidos, Inglaterra y Nueva Zelanda; cuenta con 10 millones de m2, 1.700 millones en bienes y 16.000 minoristas bajo su control.
Algunos resumen su historia con la frase ‘De refugiado a millonario’, debido a que escapó del Holocausto junto a su familia. También es conocido como ‘El Rey de los shopping’, por liderar una de las empresas más importantes de ese sector a nivel mundial. Incluso han apodado a su empresa ‘La creadora de ciudades-shopping’, por haber estado siempre a la vanguardia con lo último en comercialización.
Pero uno de los aspectos de su historia que más se destaca –y por el cual es conocido públicamente- es haber logrado una compañía internacional desde abajo, con esfuerzo y mucho trabajo.
En realidad, a Frank Lowy le gusta decir que su mejor logro fue haber formado una maravillosa familia. Está casado con Shirley y tiene tres hijos varones que trabajan a su par en la dirección de Westfield Holdings, un conglomerado con inversiones en shopping de Australia, Estados Unidos, Inglaterra y Nueva Zelanda.
Quienes piensan que haber escapado del Holocausto le sirvió a Lowy para enfrentar grandes desafíos en la vida tienen parte de razón. Nacido en 1930 en Checoslovaquia, Lowy y su familia debieron emigrar a Hungría para escapar del horror de la Segunda Guerra Mundial.
Luego de la guerra, cuando atravesaba sus 17 años, Lowy decidió pelear por la independencia de Israel en Palestina. Allí aprendí el poder de la confianza y el trabajo en equipo, dijo en una entrevista.
Tales experiencias habrían influido en su manera de hacer negocios. Según Lowy, para encarar proyectos y tomar grandes decisiones no hay que tener miedo, ni ser tímido. Lo cierto es que hace 43 años, Frank Lowy y su entonces socio, John Saunders, abrieron el primer shopping en Australia.
Desde abajo
Perseguidos por su origen judío, la familia Lowy emigró de Checoslovaquia a Hungría durante la Segunda Guerra Mundial. En su país natal, el pequeño Frank Lowy ayudaba a su madre en el almacén que debieron vender antes de exiliarse.
Debido que el régimen nazi le prohibió seguir estudiando en Hungría, Lowy comenzó a ‘ganarse la vida’ en las calles de la ciudad, donde aprendió a manejarse solo y salir de las dificultades. A los 17 años, mientras trabajaba para el ejército israelí, estudiaba contabilidad a la noche.
En 1952 Lowy emigró a Australia y comenzó a trabajar como repartidor de alimentos. Entre viaje y viaje conoció a otro inmigrante Húngaro que, al igual que él, había llegado sin dinero y sin saber inglés, aunque lleno de ambición. Se trataba de John Saunders, un emigrante que había instalado un negocio de bebidas y alimentos en una estación de tren de Sydney.
Se hicieron amigos y juntos inauguraron un local de fiambrería. En vez de instalar el negocio en pleno centro, decidieron apostar a un barrio virgen que no estaba superpoblado de comercios.
La estrategia fue altamente positiva. La zona donde inauguraron el local estaba en pleno crecimiento y el ferrocarril eléctrico había sido instalado recientemente. De hecho, la fiambrería estaba ubicado justo frente a la estación, por donde pasaban cada día miles de trabajadores, nuevos inmigrantes y vecinos del lugar.
Saunders y Lowy atendían el negocio y cuidaban muy bien a los clientes. Uno de ellos, Erwin Graf, compraba su almuerzo en la fiambrería. Era un arquitecto que también provenía de Hungría y les contó que iba a comprar un terreno para construir varios locales.
A los socios les gustó la idea. Tanto, que decidieron hacer lo mismo. Vendieron la fiambrería, compraron un terreno a la vuelta y abrieron 4 locales. Desde su nueva oficina, los dos incipientes empresarios consiguieron clientes rápidamente.
Siempre a la vanguardia, los socios leían revistas extranjeras para enterarse de las novedades en Estados Unidos. Así, conocieron el boom de los shopping. Incluso Saunders viajó a ese país para verlo con sus propios ojos y sacar ideas.
El primer shopping que abrieron juntos en 1959 tenía un supermercado, 12 locales, estacionamiento libre para 50 autos y dos tiendas de departamento. La inversión fue realizada con la ayuda de un banco australiano y de un tercer socio que tenía experiencia en el sector inmobiliario.
Los ladrillos
El primer intento fue un éxito. Pero le faltaba un nombre: se les ocurrió llamar al emprendimiento Westfield (en inglés, terrenos al este, lugar preciso de Sydney donde comenzaron) y siguieron buscando nueva formas de explotar el negocio inmobiliario. Encontraron nuevos socios, inversores y minoristas interesados.
Si bien el objetivo final era armar alianzas con retailiers para que abrieran locales en su centro de compras, el negocio primero pasaba por la búsqueda de un terreno o construcción adaptable para ese proyecto.
Por eso, era altamente necesario conseguir crédito. Un amigo de Lowy y Saunders les sugirió entrar a cotizar en bolsa para obtener más capital. Así lo hicieron a principios de los años 60, quedándose los fundadores con el 42 % de las acciones.
La empresa pasó a llamarse Westfield Investments y empezó a conseguir financiamiento fresco para abrir más sucursales. Cada vez que se inauguraba un nuevo shopping –siempre en distintas ciudades- se incorporaban nuevos adelantos en materia de management, arquitectura y atención al consumidor. Por ejemplo, armaron locales más pequeños para que no se dispersaran las ventas, agregaron quioscos a lo largo de los pasillos y activaron un centro de atención al cliente.
En palabras de Lowy, haber empezado como retailer, donde uno mantiene una relación directa con el consumidor, me dio el conocimiento y la experiencia de lo que necesita el cliente. En general, cuando se desarrolla un shopping, no hay relación entre el agente inmobiliario y el consumidor. La necesidad del cliente es lo que mueve el negocio, dijo en una entrevista con el medio SCT Editor
Dicen que ese diferencial se convirtió en el secreto del éxito de Lowy y su socio. Según el empresario, el conocimiento del mercado minorista fue la clave para conquistar Australia y penetrar, más tarde, en Estados Unidos.
La independencia
Luego de haber inaugurado más de 7 sucursales en toda Australia, el próximo salto de Westfield fue desembarcar en otros continentes. En realidad, el mercado australiano tenía sus limitaciones por la cantidad de población y la sobreoferta del mercado.
Por eso, Saunders viajó a Estados Unidos –lugar que conocía muy bien-, para buscar oportunidades. Recorrió centros de compra, se presentó en licitaciones y analizó el mercado a través de distintos contactos.
Luego de debatir con su socio las opciones, decidieron comprar un viejo centro de compras en Connecticut, una ciudad con buen poder adquisitivo y pujante. Lograron que repunte rápidamente y al poco tiempo compraron 2 establecimientos más para ampliar su penetración en ese país.
Hacia 1986, después de 30 años de trabajo en Westfield, Saunders decidió retirarse paulatinamente del negocio. Pasó a formar parte del directorio, mientras Lowy tomó el control de la compañía.
Ya en soledad como empresario, Lowy siguió buscando nuevas opciones en Estados Unidos, donde todavía había mucho espacio para explotar. Encontró un segmento interesante: el de la explotación de locales en los aeropuertos. Westfield ganó varias licitaciones y comenzó a armar joint ventures con otros interesados para ingresar al segmento.
A mediados de los 90, la empresa había logrado una presencia importante entre locales aeroportuarios y centros de compra como para entrar a cotizar en bolsa. Eso sucedió en 1996 y rápidamente las acciones lograron una buena cotización.
En diciembre de 2001 Westfield compró nueve centros de compras en Estados Unidos por U$S 1500 millones, que eran propiedad del Grupo Jacobs. Luego, en enero del 2002, en conjunto con otras dos compañías líderes del sector –Simon Property Group y The Rouse Company- entraron en la licitación por el grupo holandés Rodamco North America. Westfiel America Trust ganó 14 shopping por un valor de 4.500 millones.
De esta manera, el conglomerado se posicionó en el segundo lugar del ranking de empresas del sector en los Estados Unidos.
Otros horizontes
Con Estados Unidos en el bolsillo y una vasta experiencia en el sector, la máquina Westfield voló hacia otros mercados potenciales. Claro que nunca descuidó Australia, que a pesar de los vaivenes económicos de los años 70 –cuando la moneda se devaluó y los precios se inflaron- la empresa logró mantenerse en equilibrio.
En 1998 comenzó la etapa Nueva Zelanda, donde había mucho por hacer ya que pocos inversores se habían animado a emprender desarrollos de la magnitud de los shopping.
Otro mercado interesante era Asia, pero para el punto de vista Frank Lowy era difícil de ganar. Algunos de los obstáculos: la cultura, la falta de un mercado minorista fuerte, la poca infraestructura adaptable al negocio del shopping y la gran diferencia de gustos en el consumidor. De todas formas, se invirtieron varios millones de dólares en un centro en Kuala Lumpur, Malasia.
Mientras tanto, Lowy siguió interesado por el mercado norteamericano y en agosto de 2001 ganó una licitación para manejar el shopping subterráneo del World Trade Center. Apenas un mes después, el 11 de septiembre, el ataque terrorista a las torres resultó una pérdida millonaria para cientos de empresas extranjeras. A Westfield le costó un empleado, además de los daños materiales y económicos.
Más allá de ese contratiempo, Lowy tiene otra ambición: conquistar el mercado inglés, difícil y tentador a la vez. En realidad, desde los años 70 Saunders y Lowy tenían intención de ingresar a la isla, pero se trataba de un país muy cerrado con muchas trabas para los inversores extranjeros.
Sin embargo, entre la paciencia, los buenos acuerdos comerciales con los retailers y la compra de una cadena de comercios, Westfield acumuló en sus activos 7 centros de compras en Inglaterra.
A los 86 años, Frank Lowy sigue manejando la empresa, aunque dos de sus tres hijos -Peter y Steven- trabajan a su par en la compañía. Además, el mayor de los hermanos, David, alterna su trabajo entre Westfield y la dirección de la empresa de inversiones privadas de la familia: Lowy Family Group.
Eso sí, antes e ocupar un escritorio en Westfield, los herederos de Lowy estudiaron en reconocidas universidades e hicieron carrera en importantes empresas internacionales.
Empresario con sensibilidad
Tanto en lo laboral como en lo personal, Frank Lowy siempre demostró interés por las obras de bien público y de caridad. Desde su empresa y su fortuna ha destinado dinero a la educación, la salud y las causas judías. Su esposa estableció, por ejemplo, un fondo de becas para el Moriah College de Sydney.
Cuando en el 2001 la compañía cumplió 40 años, se destinaron U$S 2 millones para fundar un Programa de Becas Educativas Westfield Premiers, destinado a alumnos del secundario y maestros de Australia que quisieran ampliar sus estudios en el exterior.
Todos los años, Westfield apoya organizaciones de salud, caridad, arte y deportes, entre ellas el Instituto de Investigación Cardíaca Victor Chang y el Hospital de Niños Westmead.
Fortuna y negocios personales
Una de sus pasiones es el tenis, deporte que -según los rumores- solía practirca de tanto en tanto con su amigo inglés Tony Blair.
Tal los listados de la revista Forbes, Lowy cuenta con un capital personal de U$S 5.000 millones, por lo que se ubica como el cuarto magnate de Australia. La principal fuente de su fortuna son el 30 % de las acciones de Westfield.
Además del mundo de los shopping, Lowy invirtió en sectores tan diversos como el inmobiliario, minería de carbón y televisión, que en realidad no resultaron tan rentables. De hecho, la televisión resultó un fracaso: Lowy comentó en una entrevista que “no entendía del todo a las telecomunicaciones, no entendía cómo manejar el negocio ni tenía el management”.
En sus más de 50 años de carrera como exitoso empresario, Frank Lowy cosechó algunos reconocimientos y logros personales:
Es miembro del directorio del Banco Central de Australia y la Reserva Bancaria; director del grupo inglés editorial Daily Mail and General Trust y miembro del Consejo Internacional de Shopping Centers (que en 1990 lo nombró como uno de los 6 hombres más exitosos del sector).
En 1999, la escuela de management de la universidad australiana New South Wales le otorgó el doctorado honorario de Letras en reconocimiento a su contribución al mundo de los negocios de esa comunidad, mientras que nombró la biblioteca en su honor. En el 2001 recibió el doctorado honorario en Filosofía de la universidad de Tel Aviv.
En 1980, el gobierno australiano gratificó a Lowy al nombrarlo Miembro de la Orden de Australia y hace un año recibió el premio Plato de Oro de la Academia de Emprendimientos de Washington.
Las 8 claves
Para abrir un nuevo shopping, Westfield dice que hay que tener en cuenta estos 8 pasos:
Elegir un lugar
Diseñar el centro de compras
Contratar por leasing
Encargar la construcción
Buscar financiamiento
Aplicar el management
Promocionar el lugar
Pensar siempre en el cliente