Todos hemos sido testigos últimamente de una suerte de sobre-valoración del término “emprendedor” en especial en algunos casos.
Veamos entonces la primera definición del vocablo “emprender” que aparece en el diccionario de la Real Academia Española: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”.
Para ir al grano: ¿en qué se parece Steve Jobs al jefe de un cartel de la droga?
En que ambos son emprendedores.
Y vaya que el jefe del cartel debe correr algún que otro peligro para su emprendimiento, ¿no es cierto?
Me pregunto entonces, ¿no será hora de ponernos un poco más exigentes y en todo caso, ya ir pensando en agregar a nuestro vocabulario alguna palabrita adicional que nos permita diferenciarlos?
Esa palabra es: “VALOR.
Perdonen mi brutal comparación, pero de alguna manera tenía que llamar la atención del preciado lector.
Bajando un poco la pelota y dejando de lado el extremismo del comienzo, lo que digo es que no aplaudo a los emprendedores cuyo casi único fin es simplemente hacer dinero sin importar si además se vierte algún valor o beneficio a la sociedad.
Me puedo imaginar ya a algunos de ustedes respondiendo: si das trabajo ya estás generando un valor hacia la sociedad. Si, es cierto, y además, necesario, pero no suficiente.
Steve Jobs decía que no le agradaban los emprendedores seriales ya que no demostraban el necesario amor por el producto. A pesar de que Jobs fue uno de ellos, de algún modo le puso el alma a cada uno de sus emprendimientos (a veces hasta límites un poco exagerados pero en muchos casos necesarios) y vaya si dejó huella en casi todos.
Pues bien, desde hace 17 años nuestra empresa (valga el plural porque tengo dos amigos/socios desde el día cero) ha transitado muchos caminos, el 80% de ellos relacionados con la energía y sus usos.
Les puedo asegurar que cada día me pregunto si realmente lo que hacemos es simplemente por el dinero, o si estamos dejando alguna marca al menos en el entorno cercano (tampoco es cuestión de exigirles a nuestros emprendedores que sean todos como Steve Jobs). Y les puedo asegurar también, que no siempre lo hemos logrado pero al menos personalmente me sigue obsesionando y en todo caso, le seguimos intentando.
Como me decían mis viejos durante mi adolescencia: la vida no solo es cuestión de portarse bien el mayor tiempo posible, sino también de reconocer cuando no lo estas haciendo.
A veces pienso que en el fondo todos somos potencialmente emprendedores; la diferencia es que algunos somos más perezosos que otros para transitar algunos caminos. Pereza que, en ocasiones, se transforma en miedo a reconocer nuestros propios fracasos.
Entonces, ¿cual es el mérito del emprendedor en general? Ninguno.
El mérito es de aquél que no temió encarar sus fracasos y superarlos (cuanto mayor el número de micro-fracasos, mayor la probabilidad de un mega-éxito).
Si a esto le agregamos un producto o servicio que de alguna manera mejore la calidad de vida de nuestra sociedad (tan global como se quiera considerar), entonces estaremos ante un EMPRENDEDOR DE VALOR.Aplausos para él.
Ing. Fernando Schaich Fundador y Consultor Senior en SEG Ingeniería
Fuente; El Observador