Un emprendedor es alguien que ha visto una oportunidad y se ha lanzado de cabeza a intentar explotarla. Para llegar a seleccionar esa oportunidad habrán pasado bastantes por su cabeza. Esta inquietud permanente, el análisis de las cosas de una forma distinta al resto de la gente, el asumir riesgos y el encontrar ideas o oportunidades nuevas cada día, son algunas de las características de todo buen emprendedor.
Estas características de todo buen emprendedor no desaparecen una vez iniciado su proyecto, pueden quedar relegadas a un segundo plano temporalmente, pero varios factores pueden despertarlas de nuevo: ser emprendedor representa tener cada día una hoja en blanco, poder decidir sobre el destino del proyecto constantemente. Del mismo modo mucha gente y muchos otros emprendedores se le acercarán con potenciales sinergias. Finalmente, el día a día de su empresa puede hacer que el emprendedor vea o intuya otras oportunidades y caiga en la tentación de pensar que quizás le sería más fácil tener éxito con esas nuevas oportunidades que con su proyecto actual.
Si algo diferencia el emprendedor maduro del novel, es precisamente ser consciente de estas tentaciones, saber controlar su instinto, por el bien de su proyecto actual. Y esta consciencia es de las cosas que dificilmente se aprenden sin haber pasado por ellas, en este caso habiendo sucumbido a la tentación y viendo sus consecuencias. Como cualquier otro que ha pasado por ello, creo que existen dos conceptos importantes que todo emprendedor termina teniendo claro, el coste de la oportunidad y el foco.
En una startup existen dos recursos especialmente limitados, el tiempo y el dinero. Cada hora y cada euro que se dedica a experimentos o aventuras alejados del objetivo fijado para la empresa, es una perdida dificilmente recuperable. El coste de la oportunidad es pues lo que podríamos ganar de más haciendo algo distinto a lo que estamos haciendo, y con recursos limitados, hay que tener muy claro donde nos lleva cada una de nuestras decisiones. Muchas veces nos engañamos a nosotros mismos queriendo probar algunas de estas oportunidad con la excusa de la innovación, o el querer encontrar nuevos mercados para la empresa. Esto puede servir para empresas maduras, pero para una startup y para un emprendedor, queda algo lejos. En una startup tenemos que hacer una cosa bien, y dedicar todo nuestro esfuerzo a ello. Si diluimos este esfuerzo en aventuras propias, o peor, en aventuras propuestas por terceros, es muy probable que no lleguemos a ningún sitio.
Por todo esto, si hay una palabras que todo emprendedor y toda startup deberían aprender es ‘foco’. Enfocarse a la visión y objetivos definidos y luchar por ellos con todas sus fuerzas y sus recursos. En el camino se van a presentar muchas oportunidades, algunas pueden ser buenas y quizás llevarnos al éxito, pero el emprendedor maduro sabe que la gran mayoría son sólo distracciones que pueden ser mortales para un proyecto que ya de por si tiene muchas incógnitas.
¿Y cuál es la mejor forma de llevar a la práctica el foco? Saber decir ‘No’. Es simple, quizás hasta obvio, pero es muy difícil llevar a la práctica para aquellos que ven ideas y oportunidades continuamente. Para un emprendedor pues, la estrategia no es un complejo plan sobre como la empresa va a llegar a su objetivo, la estrategia es tener un objetivo claro y saber muy bien a lo que decir que no.
Autor: Albert Armengol es médico, MBA, emprendedor de Internet (fundador de eConozco, Bloguzz, Festuc) y business angel, actualmente es cofundador y CEO de Doctoralia
fuente: Cotizalia
Me parce interesante el tema, en especial porque dentro de poco tiempo me propongo a iniciar una pequeña empresa y leer este tipo de guias me ayudan a enfocarme en aquellos puntos que todo emprendedor no debe olvidar si quiere tener éxito.