En la actualidad la diversidad y la inclusión desafortunadamente no son una prioridad de negocio para muchas empresas.
Esto representa un importante reto para las organizaciones ya que en la medida en que logren reflejar la diversidad de cada una de nuestras realidades locales, lograrán ser más innovadoras, empáticas y exitosas en los mercados en que participan.
El primer paso fundamental en cualquier organización debe ser distinguir la diferencia entre diversidad e inclusión, ya que estos conceptos suelen ser tratados como sinónimos, pero en realidad son tan diferentes como complementarios. Tenemos que trabajar la diversidad y la inclusión de manera conjunta.
La diversidad tiene que ver con las diferencias entre las personas. Identificando algunas dimensiones de diversidad que competen a nivel mundial, por ejemplo: género, raza, grupo étnico, discapacidad, estatus militar, LGBTTTI+, nacionalidad y otras dimensiones cuya relevancia varían dependiendo de las distintas realidades locales. Por otra parte, la inclusión es lo que realmente sostiene a la diversidad. Tiene todo que ver con la cultura y comportamientos de inclusión y el reconocimiento del valor de los individuos como personas. De manera que cada uno de los empleados pueda sentirse libre de ser quien es en su contexto laboral.
En ambos conceptos es importante contar con herramientas que permitan medir el progreso: En el primero puede usarse una métrica de representación de los grupos diversos entre empleados. Para el segundo están distintas herramientas de medición de clima laboral que puede fácilmente adaptarse para tener una medición de la percepción de inclusión a nivel empresa, equipo de trabajo y supervisión. Al final lo que se busca lograr es que el 100% de los empleados tenga una percepción positiva e incluyente de la compañía.
Para poder lograr lo anterior es necesario que todos los empleados se involucren en la mejora de cultura de inclusión, empezando por los líderes de la organización.
Construir una equipo diverso e incluyente requiere de mucho trabajo. El primer paso es hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué tanto mi organización está reflejando adecuadamente la diversidad exterior en el contexto interior?