- La marroquí Daniele Henkel huyó de Argelia a Canadá y construyó un imperio emprendiendo en el sector de la belleza. Como pasó de refugiada a millonaria.
Daniele Henkel decidió que tenía que huir de Argelia porque sus hijos ya no estaban seguros.
«Los islamistas habían empezado a atacar a las niñas en la calle», recuerda. «Tenía que pensar en mis hijas, así que decidí irme a Canadá».
Esto fue en 1990, cuando Argelia estaba a punto de comenzar más de una década de guerra civil entre el gobierno secular y varios grupos islamistas.
Nacida en Marruecos, Daniele tenía 34 años en ese momento, y vivía una vida cómoda con su marido argelino y sus cuatro hijos. Trabajaba como asesora política y económica en el consulado estadounidense de la ciudad costera de Orán, Argelia, mientras que su pareja era ingeniero.
Pero renunciaron a todo, casi de la noche a la mañana, en busca de asilo en Canadá.
La familia llegó a la ciudad de Montreal sin un centavo, en el medio de un invierno canadiense con una tormenta de nieve en pleno desarrollo.
«Antes de mudarnos, el departamento de inmigración de Canadá nos había dicho que mi marido y yo encontraríamos trabajo fácilmente», dice Daniele. «En realidad, las cosas resultaron ser muy diferentes».
Mientras que su marido Ahmad no pudo conseguir ningún trabajo en su campo, Daniele pasó siete años ganándose la vida con un salario 75% más bajo del que ganaba en Argelia. Trabajó haciendo de todo: secretaria, vendedora de almuerzos para llevar y hasta empleada de una agencia inmobiliaria.
Daniele cuenta que se sintió «rechazada y sin valor», pero su vida se transformó por completo en 1997 cuando decidió empezar su propio negocio vendiendo productos de salud y belleza. Dice que quería ser su propia jefa porque estaba «harta de ser explotada».
Su compañía, que lleva su nombre, la ha hecho multimillonaria, y hoy, con 60 años, es una de las líderes de negocio más conocidos de Quebec, la provincia canadiense de habla francesa.
«Gritaba y lloraba»
Nacida de una madre marroquí y un padre alemán a quien nunca conoció, Daniele se crió en Argelia.
Con 18 años, su madre la obligó a contraer un matrimonio arreglado con el mejor amigo de su hermano mayor.
«Cuando mi madre me dijo que tenía que casarme con Ahmad grité y lloré. Estaba furiosa», dice Daniele.
«No me quería casar, pero quería estar cerca de mi familia, así que finalmente acepté. Me casé en el plazo de dos semanas».
A pesar de que no había querido la relación, Daniele dice que pronto aprendió a amar a su marido. «Él era el hombre perfecto. Era generoso, inteligente y muy cariñoso».
Mientras que él era un ingeniero exitoso, ella ascendió muy rápidamente en el consulado de Estados Unidos, después de recibir inicialmente un trabajo asignando visas.
De esa manera, la pareja construyó una vida feliz en Argelia, hasta que fueron obligados a abandonar el país.
En Canadá, sin embargo, su matrimonio estuvo bajo mucha presión, debido a que Ahmad no podía conseguir trabajo como ingeniero. Al final, se divorciaron, lo cual según ella la hizo sentirse «muy culpable».
Con cuatro hijos que alimentar, el divorcio trajo un motivo más para que el negocio tuviera que funcionar.
Su idea era crear un guante exfoliante inspirado en los que se utilizan en casas de baño argelinas y marroquíes. Hecha de fibras vegetales (eucaliptos y abetos), se utilizaría sobre la piel húmeda para eliminar células muertas y en general mejorar la condición de la piel.
Daniele pensó que el guante sería popular, pero para los clientes de Canadá, en los años 90, no fue tan evidente.
«No había nada parecido en Quebec [en ese momento]», dice ella. «Cuando presentaba mi producto, la gente me decía: ‘En Quebec usamos guantes de invierno, no guantes exfoliantes'».
Sin embargo, Daniele encontró un fabricante y comenzó a visitar los salones de belleza de Montreal para convencerlos de que probaran el guante, que llamó «Renacimiento». Cuenta que no paraba de trabajar, hasta que no hubiese vendido al menos el equivalente de US$190.
«Oveja negra»
La popularidad del guante (que hoy cuesta US$20) creció rápidamente, vendiéndose en salones de belleza y directamente al público.
«A la gente le gustaba tanto mi guante que me empezaron a pedir más productos», dice Daniele. «Así me di cuenta de que ya tenía una clientela«.
Casi dos décadas después, el negocio de Daniele ha vendido millones de guantes y se ha expandido en un imperio de salud y belleza que incluye una gama de cosméticos, tratamientos para la celulitis, las quemaduras, el exceso de grasa y acné, y un laboratorio que desarrolla pruebas para detectar intolerancias alimentarias.
Daniele también se convirtió en una celebridad en Quebec, después de aparecer en las cinco primeras temporadas del programa de televisión «En El Ojo Del Dragón», un concurso que le permite a empresarios canadienses proponer ideas de negocio e inversión a un panel de cinco jueces, con la esperanza de obtener su financiación.
Los otros cuatro jueces siempre eran hombres, y Daniele cuenta que a veces sentía que «no siempre estaban interesados» en sus puntos de vista. Sin embargo, Daniele hizo que se escuchara su voz, ganando muchas fans femeninas.
«La experiencia me hizo comprender a qué punto el negocio es un club de hombres», dice. «Fui la oveja negra, pero tomé el lugar que me correspondía».
El empresario Mitch Garber, quien apareció con Daniele en el programa, dice que es una pionera.
Garber, quien es director ejecutivo del grupo de casinos Caesars Interactive Entertainment, afirma: «Daniele Henkel ha hecho mucho por el avance de las mujeres empresarias en Quebec, y por eso es muy respetada».
Reconociendo que su vida ha sido poco convencional hasta ahora, Daniele dice que esto le ha enseñado que «siempre hay una opción».
«Incluso cuando pasan cosas que uno no puede controlar, siempre se puede elegir como reaccionar frente a ellas», dice Michele.
Siempre es bueno hacer lo que auno le gusta para empezar a emprender y ser exitoso en la vida