La triste realidad sobre la vida y los negocios es que todos fallan de vez en cuando para aprender. Te contamos las 3 principales razones para fallar
Hoy en día, convertirse en emprendedor es un sueño común pero, ¿cuántos terminan siéndolo? Fundar tu propia empresa requiere tiempo y esfuerzo, además de una buena idea, recursos y contactos. La paciencia y persistencia son actitudes clave, así como visión, innovación y liderazgo.
Una nueva generación de profesionales producto del dominio del mercado digital se empeña en crear el siguiente Facebook. Los millennials se oponen a un trabajo de nueve a cinco con una hora para comer. Prefieren ser freelance y, cuando su idea va más allá de sí mismos, ser emprendedores. El problema de esta situación es que el emprendimiento comienza a tomarse como una moda: dinero fácil, ser tu propio jefe, vacaciones al gusto, administración libre de tu tiempo. Muchos de los «emprendedores» del siglo 21 comienzan un negocio por las razones equivocadas o con una actitud poco favorecedora que tarde o temprano terminará ocasionando el fracaso de su empresa.
A continuación, te presentamos las tres razones más comunes por las cuales un emprendedor falla aún antes de empezar:
1. Escuchar demasiado a las personas
Desde pequeños nos enseñan a escuchar y tomar en cuenta las opiniones de los demás, pero esto puede resultar contraproducente a largo plazo. Por supuesto, es bueno escuchar a la gente, pero siempre con criterio y sabiendo con qué quedarse y qué dejar atrás. La realidad es que, como emprendedor, tú eres el único que entiende tus ideas. Nadie más lo hará de la manera que tú lo haces.
Por ejemplo, si alguna vez cuentas tu idea a tus amigos y familiares para conocer sus puntos de vista, con mucha suerte, alrededor del 70 por ciento pensaría que lo que dices no tiene sentido, mientras que el 30% restante te apoyaría. Ahora, es muy probable que ese 30 por ciento no te apoye porque creen en tus ideas, sino porque creen en tus habilidades.
2. Pensar que ser emprendedor se traduce en una cuenta bancaria abundante
Hablando de motivaciones equívocas. Esta es una de las peores razones para convertirse en emprendedor y es producto de que, cuando nos proponemos explicar el concepto de emprendimiento, ponemos como ejemplo a personas que han hecho billones con ello. Ahora, la única razón por la que los utilizamos como referencia es porque son los únicos que conocemos. Se piensa que el principal propósito de un emprendedor es hacer dinero cuando en realidad es resolver un problema.
3. Detestar el fracaso
A nadie le gusta el fracaso, pero no detestarlo es muy diferente a odiarlo. Hay que ser tolerante con lo que puede (y va) a salir mal. La verdad es que la mayor parte de las personas que detestan el fracaso, difícilmente sobrevivirán como emprendedores. Cualquiera que diga que odia el fracaso vive en la fantasía. La «triste» realidad sobre la vida y los negocios es que tienes que fallar de vez en vez para aprender y crecer, y no deberías odiarlo.
Nadie dijo que convertirse en emprendedor fuera sencillo; probablemente, fallarás muchas veces antes de toparte con tu idea del millón de dólares o lograr que despegue la que ya tienes, pero si de verdad tienes un compromiso con lo que estás dispuesto a lograr y confías en tu potencial y en el de tu compañía, él éxito está a la vuelta de la esquina; tal vez no de esta cuadra, ni de la siguiente, pero si te detienes ahora o mañana, ¿cómo lo descubrirás? Adelante.
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