No vamos a sacarle monedas a los bolsillos necesitados que se ven colmados con sus costuras rotas, a partir de los actos de caridad de los grandes dueños de la televisión que, por su parte, se benefician millonariamente gracias a sus propias dádivas. Porque, en definitiva, los programas que lideran los resultados del rating, hacen un llamado solidario –cuya respuesta es solidaria o interesada- y, aunque van acaparando el mercado del entretenimiento, limitando los signos del arte y de la ficción, permiten el cumplimiento de un sueño.
No nos cabe duda de que el reinado se impone y que, aprovechándose de la sensación de stress y mal humor habido en la sociedad en general, contribuye a la generación de un círculo vicioso a partir del cual se vende y se compra, agradecidamente, un producto chato.
Sin embargo, otra es la cuestión que pretendemos tratar –no sin haber pasado revista por la inquietud expresada-: esta es, que; por un lado los programas de televisión se han propuesto en llamar arbitrariamente “sueño” a las necesidades de la gente; y, por el otro, que los llamados “sueños”, en verdad, son promesas y responsabilidades de los gobiernos electos en cada una de las provincias.
Entonces sucede que hay muchas personas que ya no tienen sueños, los que se dicen sueños; o los tienen, pero se les anteponen carencias vitales que se convierten en sueños por el arte de la demagogia del Estado indiferente. Y aquí es donde la mentira se vende como verdad; aquí es cuando el mensaje subliminal de estos programas de televisión es que hay gente que no puede soñar, que hay personas que necesitan el reconocimiento del ejercicio de derechos básicos a partir del cual podrían atreverse a pensar qué es lo que verdaderamente sueñan.
Pero no creamos que existen programas de televisión que cumplen sueños. Creamos que nos mienten cuando, antes de cada elección y durante el período de gobierno, nos dicen que se ocupan de las escuelas, de los hospitales, de la salud, del ocio gratuito a todos los ciudadanos. Creamos que mientras un programa de televisión permanece al aire meses y meses alegando un fin de bien común, se enriquece desmedidamente a partir de ello y lo que resulta ser el otorgamiento de una “beca para la subsistencia” no es más que esa moneda que a veces arrojamos en una gorra cuando un guitarrista o bandoneonístas está compartiendo con nosotros las vetas de sus sueños.
Mientras esté claro que el rating premia a la hipocresía, y a la omisión del Estado, podemos entretenernos mirando cómo detrás de lo que se dice un sueño, hay una explotación del ser humano objeto de aquel.
Lo cierto es que si las personas obtuvieran respuestas sin necesidad de ir a los medios a buscarlas, estarían luchando por eso que tanto desean hacer, eso a lo que aspiran, eso que le agrega a la sobrevivencia el aditamento propio de una vida con sentido.
* Gisela Mancuso. Abogada, redactora, escritora, ganadora de numerosos concursos literarios. [email protected]. Autora del libro "Abrazo mariposa": http://ar.geocities.com/abrazomariposa/abrazomariposa.html Fundadora del grupo de escritura: "El nombre de las palabras" http://ar.geocities.com/abrazomariposa/elnombredelaspalabras.