Hay una profesión que tiene todo para despertar admiración y sin embargo su brillo es cada vez más pálido; me refiero al empresario.
Si pidiéramos a un buen número de personas que nos digan con qué palabras asocian a los empresarios, seguramente «corrupción», «ambición», «egoísmo» serán algunas de las respuestas más frecuentes que escuchemos, aquí y en el resto del mundo. Tal vez ustedes también tengan esta impresión de los ejecutivos de empresa y está bien que así sea a la luz de la mala praxis empresaria, que si bien es clásica, tuvo su apogeo en los 90.
Sin embargo, si te considerás emprendedor, tendrás que reconocer que si el éxito es el final de tu camino, ser empresario es tu destino.
Está en vos cambiar la historia. Podés elegir convertirte en una patética imitación del empresariado que criticás o transformarte en un líder inspirador. Ser opresivo o expansivo, exclusivo o inclusivo, segregador o integrador, corrupto o ético, inmoral o moral, son elecciones que haces todos los días, a cada instante.
Deberíamos aprender de los buenos ejemplos. Quienes intentan salir de sus adicciones pueden ser un buen ejemplo para los que pretendemos cambiar las cosas. Probemos diciendo cada día: «Solo por hoy no me voy corromper, ni coimear; sólo por hoy cumpliré mis obligaciones; sólo por hoy iré de frente con mi equipo»; y así con todo lo que se te ocurra. Quien te dice… a lo mejor hoy puede ser un gran día.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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Los empresarios son más bien individuos raros de la época indusrial. Demos la bienvenida al emprendedor social.