El emprendedor es un gladiador.
Tiene la fortaleza para enfrentar a los cinco jinetes del apocalipsis: “No puedo, “No tengo”, “No confío”, “No debo” y “No quiero”, más sus aliados externos: burocracia, financiamiento, salario fijo, etc.
Es un ejército negro que busca dinamitar tus sueños y chupar tu energía entrepreneur, con la expectativa de hacerla prisionera y encerrarla en la mazmorra de los sueños abandonados y las ilusiones perdidas.
Todos podemos emprender pero emprender no es para cualquiera.
Parece un contrasentido pero no lo es. El emprendedor es un guerrero que defiende la soberanía de sus sueños y los anhelos de llevar las riendas de su destino; y esto no es para cualquiera.
Porque no renuncio a luchar y espero que vos tampoco lo hagas, comparto estos extractos de “El guerrero de la Luz”, de Paulo Coelho:
El guerrero de la luz y la estrategia
Una espada puede durar poco; pero un guerrero necesita durar mucho. Por eso no se deja engañar por su propia capacidad y evita ser tomado por sorpresa. Él le da a cada cosa el valor que ella merece tener.
Muchas veces, frente a asuntos graves, el demonio sopla en su oído: “no te preocupes con esto, porque no es serio.”
Otras veces, ante de cosas sin importancia, el demonio le dice: “tú necesitas dedicar toda tu energía para resolver esta situación”
El guerrero no escucha lo que el demonio le está diciendo.
Él es el maestro de su espada.
Atención con el aliado
Un guerrero no anda con quien le quiere hacer mal y tampoco es visto en compañía de aquellos que le desean “consolar”.
Evita a quien está a su lado solamente en caso de derrota. Estos falsos amigos quieren probar que la debilidad compensa.
Siempre traen malas noticias. Siempre tratan de destruir la confianza del guerrero – bajo el mando de la “solidaridad”.
Cuando lo ven herido se deshacen en lágrimas, pero en el fondo de sus corazones, están contentos porque el guerrero perdió su batalla. No entienden que esto es parte del combate.
Los verdaderos compañeros del guerrero están a su lado en todos los momentos, en las horas difíciles y en las horas fáciles.
Negociando con el enemigo
Cuando el momento del combate se aproxima, el guerrero de la luz está preparado para todas las eventualidades. Analiza cada posibilidad y pregunta: Qué haría yo si tuviese que luchar conmigo mismo?”
De esta manera descubre sus puntos flacos.
En este momento, el adversario se aproxima; trae la bolsa llena de promesas, tratados, negociaciones. Tiene propuestas tentadoras y alternativas fáciles.
El guerrero analiza cada una de las propuestas; también busca un acuerdo, pero sin perder la dignidad. Si evita el combate no lo hará porque fue seducido – sino porque encontró que era la mejor estrategia.
Un guerrero de la luz no acepta regalos de su enemigo.
En la defensa y en el ataque
El guerrero toma cuidado con las personas que creen que pueden controlar el mundo, determinar sus propios pasos y están seguras de conocer el camino. Ellas están siempre tan confiadas en su propia capacidad de decidir que no perciben la ironía con la que el destino escribe la vida de cada uno.
El guerrero de la luz tiene sueños. Sus sueños le llevan adelante pero él jamás comete el error de pensar que el camino es fácil y la puerta ancha.
Sabe que en el Universo funciona como funciona la alquimia: solve et coagula, decían los maestros.
”Concentra y dispersa tus energías, de acuerdo con la situación.” Existen momentos de actuar, y momentos de aceptar .
Frente a la derrota
El guerrero de la luz sabe perder. Él no trata la derrota como algo indiferente, usando frases como “bueno, esto no era tan importante”, o “la verdad, yo no quería esto mismo”.
Acepta la derrota como uma derrota, y no trata de transformarla en victoria o experiencia. Le amarga el dolor de las heridas y la indiferencia de los amigos, la soledad de la pérdida. En estos momentos se dice a si mismo: “luché por algo y no lo conseguí. Perdí mi primera batalla.”
Esta frase le da fuerzas. Él sabe que nadie gana siempre – pero los valientes siempre ganan al final.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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