Emprender es abrir fuentes de trabajo, no solamente ganar dinero. Se trata de un movimiento que exige compromiso, conciencia y responsabilidad social por sobre todas las cosas.
Ganar dinero está muy bien. La idea no es trabajar únicamente para pagar impuestos, comer o vestirse sino también vivir cómodamente. Para ello, una cuota de ambición y deseos de superación son necesarios. El tema es no caer en los extremos.
Es tan nocivo ser indiferente a la plata como extremadamente apegado a ella.
Una vez escuché una definición perfecta:
El dinero es como los zapatos: caminar con un número menos aprieta, caminar con un número más grande, incomoda.
Esto, a mi modo imperfecto de ver, quiere decir que es deseable ganar mucho; pero es ideal volcar parte de los ingresos entre los sectores más necesitados.
Una buena y sabia distribución del ingreso del emprendimiento sería: Una parte para las obligaciones, otra para reinvertir, otra para el placer y otra para ser socialmente responsable.
Una vez leí un cuento breve llamado «Wall Street y los monos», que grafica con claridad los inconvenientes de la ambición desmedida y la especulación. Lo comparto esperando que tus emprendimientos te hagan económicamente próspero, generoso y responsable:
«Una vez llegó al pueblo un señor bien vestido, se instaló en el único hotel que había, y puso un aviso en la única página del periódico local, donde estaba dispuesto a comprar cada mono que le traigan por $10.
Los campesinos que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron corriendo a cazarlos.
El hombre compró como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron a $10 cada uno sin chistar.
Pero como ya quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés por lo que el hombre ofreció $20 por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque.
Nuevamente fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a $25, y los campesinos volvieron al bosque a cazar los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.
Llegado a este punto el hombre ofreció $50 por cada mono, pero como tenia negocios que atender en la ciudad, dejaría a cargo de su ayudante, el negocio de la compra de monos.
Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: «Fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi jefe compró para su colección, ni recuerda que los tiene».
Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por $35, y cuando mi jefe regrese de la ciudad se los venden por $50 a cada uno.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del ‘jefe’.
Desde ese día no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos, que compraron con sus ahorros de toda la vida».
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein