Conversando días pasados con un grupo de emprendedores, el tema recurrente era “la carencia de recursos para emprender”, un tema que nos toca a todos muy de cerca y que genera opiniones diversas.
Mi visión es que no existen, salvo excepciones, emprendedores que iniciaron con abundancia de recursos. Más bien todo lo contrario, ya que el espíritu emprendedor se genera en la necesidad de llenar esas carencias, sean económicas, profesionales, morales o sociales. Y el desafío entrepreneur es convertir la ausencia en presencia de recursos, la carencia en abundancia.
Salir adelante con este desafío no es para cualquiera, pero es para todos. No es que me volví incoherente sino que hablo de algo básico: Personalidad.
Personalidad para querer ser siempre mejores, salir adelante, ir siempre por más. Personalidad para trasmutar defectos e impedimentos en fortalezas y oportunidades.
El tema central es consolidar la personalidad con autoconfianza, alta estima personal y un honesto FODA personal para poder apalancarse en las fortalezas y trabajar para revertir las debilidades y amenazas propias.
Cada uno tiene su propio estilo; buscá, reconocé y aceptá el tuyo y potencialo. Tomá inspiración de otros pero no intentes copiarlos. No te va a servir de nada copiar a Jobs, Gates, Freire, Bilinkis, Branson o quien se te ocurra… solo vas a tener chance de éxito si sos vos mismo.
Emprender con éxito es para todos, pero no cualquiera se anima. Es más cómodo quedarse en la postura del lamento que esforzarse para brillar. ¿Vos querés ser roble o hiedra:
“Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.
-¿Cómo estas, amigo roble?, preguntó una mañana la hiedra.
– Bien, mi amiga, contestó el roble.
– Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura –agregó la hiedra con mucha ironía-.
Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio.
– No te burles, amiga –respondió muy humilde el roble-. Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza.
Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.
Y el tiempo siguió su marcha. El roble creció con su ritmo firme y lento. Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible. El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre si misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó. Mientras tanto el roble reflexionaba:
-Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros”.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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