Un emprendedor debe apelar a la tenacidad para hacer realidad sus sueños.
Hay en el mundo una ansiedad nociva que nos lleva a creer que la urgencia es más necesaria que lo importante. Esta es una de las razones por la cual el estrés es un compañero inseparable, casi como nuestra propia sombra.
Esta creencia errónea conspira contra una las cualidades básicas de cualquier emprendedor: la tenacidad. Todos conocemos historias de empresarios exitosos que «la pegaron» después de varios fracasos. No cometas el error de ser «uno más de la manada» y abandonar rápido. Insistí las veces que sea necesario hasta que alcances tus metas.
No te dejes llevar por el simplismo que parece reinar en el ecosistema. Veo en las muchas conferencias que hay para emprendedores a dos grupos con características bien marcadas: Por un lado, los “rockstars del ecosistema”, aquellos que hablan en todos lados, son tapa de revista, tienen espacios en tv y te pintan las cosas con un facilismo irreal. El otro grupo es de los “fans” que van a todas las charlas de sus emprendedores estrellas favoritos.
En el medio está la mayoría de los emprendedores, aquellos que aún no la «pegaron» ni quieren “ser como”. Aquellos que buscan ser genuinos, saliendo adelante, cumpliendo sueños, peleándola, disfrutando con su estilo, sus herramientas y sus métodos….
Si realmente quieren algo, háganlo con intensidad brutal, como el joven de este cuento:
“Un joven fue a ver a un sabio maestro y le preguntó:
-Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?.
El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
– ¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?
El sabio le dijo:
– Ven conmigo.
Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el llevando al joven de la y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces preguntó el sabio:
– Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?
Sin vacilar contestó el joven:
– Aire, quería aire.
– ¿No hubieras preferido mejor riquezas, , placeres, poder o amor?
– No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y aire -fue su inmediata respuesta.
– Entonces -contestó el sabio-, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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