Emprender es un camino de paradojas. Compuesto de situaciones en apariencia contradictorias, pero sutilmente complementarias.
Uno de los fundamentals de una startup es el trabajo en equipo. Una antigua enseñanza de la milenaria India, dice que si uno camina solo se cansa en dos kilómetros pero si camina bien acompañado, podrá caminar diez kilómetros y sentir que realizó un paseo agradable. Los inversores apuestan en equipos no en ideas; las company builders también. Tiempos difíciles para los que sueñan con el estrellato emprendedor unipersonal.
Y he aquí lo paradójico. Para el éxito de una startup es necesario un buen equipo pero el camino del emprendedor es también un camino solitario. El sueño es personal aunque después se comparta. Las primeras trabas y los primeros apoyos suelen venir del entorno propio. Y la almohada siempre habla uno a uno, jamás en grupo.
Cuando moldeas tu startup, la habilidad para construir equipos es un valor importante; tanto como la buena conexión interior en los momentos de soledad.
Un emprendedor en armonía con su ser interno puede lograr lo que se proponga; un emprendedor desarmonizado es un autoconspirador de sus sueños.
Anthony de Mello tiene una bella historia que grafica esta paradoja:
“El Maestro sostenía que lo que todo el mundo tiene por verdadero es falso; por eso el «pionero» se encuentra siempre en absoluta minoría. Y decía: «Pensáis en la Verdad como si fuera una fórmula que podéis sacar de un libro. Pero la Verdad exige pagar el precio de la soledad. Si quieres seguir a la Verdad, has de aprender a caminar solo».”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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