La mayoría de los emprendedores comenzamos en condiciones muy parecidas: sin dinero, con muy pocos contactos, una mínima infraestructura y un equipamiento poco adecuado por un lado. Por el otro, ideas, temple, pasión, hambre de trascendencia, compromiso, ilusiones, energía para trabajar full life y ganas de transformar nuestro mundo y el que nos rodea.
Esta mezcla fantástica en dosis justa es el combustible que hace mover a las compañías; y siguiendo con el parangón automovilístico, digo que los emprendimientos que triunfan son como una pick up capaz de sortear los contratiempos, imprevistos, la desconfianza del mercado y del entorno, la presión de ese “socio bobo y voraz” que es el estado, entre otros obstáculos.
En la carrera del emprendedor, el triunfo no está en llegar a la meta sino en avanzar. Porque corriendo es como nace la vida entrepreneur. Uno tiene que hacer el trabajo de varias personas a la vez: Hay que crear, producir, vender, facturar, entregar, cobrar, pagar, depositar, reclamar y atender reclamos, y varias tareas más… El emprendedor se multiplica y hace la tarea de cinco personas a la vez.
La mayoría de los emprendedores tenemos ganas de abandonar al primer año de vida. Hacemos infinidad de contactos para tratar de concertar una reunión y te responde menos del 1% y esas reuniones no garantizan ventas. Invertiste mucho tiempo, dinero y energía para que el resultado final no sea el esperado. Sin embargo, el emprendedor que confía en su oportunidad no renuncia a la ilusión y hace de la perseverancia, su socio diario.
Claro que por sí sola no resuelve las cosas. Cuando la perseverancia trabaja sin compañía puede convertirse en tozudez, por eso se recomienda siempre acompañarla con planificación. La estrategia es la rienda que guía a la perseverancia por el camino correcto.
Perseverar y planificar, avanzar sabiendo adonde se quiere llegar. Emprender y lograr. Soñar y concretar… Así debería ser la vida de todos los emprendedores, así espero que sea la mía y la tuya…
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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