El emprendedor de alma busca, como todo ser humano, vivir lo mejor que pueda, viajar donde quiera, vestirse de la forma que le plazca con las marcas que prefiera, darse la mayor cantidad de gustos posibles. La paradoja es que, aunque para todo esto se necesita dinero, no emprende únicamente por la plata sino por algo superior: Ser feliz viviendo de lo que le gusta hacer.
El emprendimiento es parte de la búsqueda genuina de la felicidad. El emprendedor sabe que su negocio no un fin sino un medio para alcanzarla, porque sabe donde que la felicidad no está en ningún lugar externo específico sino en su propio ser.
Hay un viejo cuento que dice que un día se reunieron tres duendes en una cueva. Estaban tramando hacerle una broma al ser humano que consistía en esconderle la felicidad. Uno de ellos propuso esconderla en el fondo del mar. No, de ninguna manera, dijo el otro porque el ser humano siendo creativo, ingenioso e inventor podría construir una nave que se sumergiera en el mar y podría encontrarla. Que les parece si la escondemos en el planeta más recóndito del universo. No, de ninguna manera, dijo el que se había opuesto en primera instancia porque el ser humano es creativo, ingenioso e inventor podría construir una nave que volara a través del universo y podría hallar su felicidad y eso no queremos. Entonces, uno de los duendes que había estado callado escuchando con atención a sus compañeros propuso esconder la felicidad dentro del hombre, porque se la pasaría buscando en el fondo del mar y en el universo y no se daría cuenta que la tiene en él.
Y un emprendedor que conoce y practica este secreto se convierte en un líder real, de los que inspiran, de los que predican con el ejemplo personal.
Aún existen quienes creen que el liderazgo implica también cierto porte físico y se olvidan que hay frutas de linda apariencia y sabor agrio.
A nadie la importa que Mahatma Gandhi no haya sido alto, rubio, atlético y de ojos azules. El mundo entero lo reconoce como la encarnación de la paz y la no violencia, sin importar su aspecto exterior.
No pretendo que seamos Gandhi sino que hagamos lo imposible para ser siempre felices. Cuando lo somos contribuimos a que los demás lo sean.
Nuestro estado interior se refleja en todo, incluyendo nuestro emprendimiento. Un emprendedor que busca ser feliz tiene más chances de tener un negocio próspero en todo sentido que aquel que vive atrapado en las redes de la angustia, los problemas y el stress. No se trata de negar las dificultades sino todo lo contrario: Reconocerlas, asumir su existencia y ponerse en positivo para dejarlas atrás.
Todos tenemos la posibilidad de elegir qué hacer con cada inconveniente: Los transformamos en alas para elevarnos o en ancla para hundirnos.
Yo elijo cada día ¿vos?
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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Sairam Marcelo, lindos artículos estás sacando!
Gracias querido Ricardo