A diario, cientos de miles de empresas ven la luz en todo el planeta. A diario, también, otras cientos de miles cierran sus puertas. El mundo está lleno de seres que buscan ser los dueños de su destino, crear riqueza para sí y su comunidad o dejar una profunda huella de su paso por la vida. Y vos podés ser uno de esos millones de emprendedores.
Seguramente tendrás una buena y valedera cantidad de razones para emprender, pero atención, si entre las motivaciones que te impulsan a largarte con tu empresa están algunas de las siguientes, mejor tomate tu tiempo para repensar tu futuro.
La plata no es lo primero…
La literatura de autoayuda llegó también al mundo de los negocios. Está lleno de escritos y libros con recetas mágicas para ser millonarios en tiempo record. No dudo de su veracidad, pero algo debe suceder, para que los únicos que se lleven la millonada sean los autores y no los lectores, ¿verdad? Si fueran tan efectivos, la pobreza del mundo podría solucionarse regalando estos libros, pero la realidad es otra bien diferente.
Aquellos emprendedores/empresarios que se nos vienen a la mente no hicieron su fortuna mágicamente de la noche a la mañana. Todos han invertido mucho tiempo y energía en sus proyectos y acumularon muchos golpes antes de recibir su primera caricia. Los fracasos van construyendo la escalera al cielo y los millones se sustentan en los miles perdidos en los intentos previos.
Dicen los que saben que recién a partir del tercer año comienzan a notarse las ganancias, siempre y cuando, hayas hecho medianamente bien los deberes (gestionar bien la empresa, liderar correctamente a tu equipo, atender los requerimientos del mercado, trabajar, invertir y reinvertir mucho, etc.)
No querer jefes…
Tampoco debería ser el motor central para largarse a emprender. Comprendo que para los que buscamos emprender nos resulta difícil trabajar para otros, nos aburre o nos cuesta aceptar órdenes, por ejemplo.
Pero por sí solas, estas razones no solo son insuficientes sino también perniciosas. Emprender no es sinónimo de ser tu propio jefe, es mucho más complejo. Como digo siempre, emprender no es una autopista asfaltada al paraíso, sino un camino lleno de escollos y desafíos. Es modo de vida para los disfrutan de superarse a través del esfuerzo y no de los que solo quieren evitar que otros le digan lo que tiene que hacer.
Si estás más cómodo con tus miedos que intentando superarlos…
Quedarte dónde estás es lo mejor para vos. Si te sentís a gusto en tu zona de confort por más chiquitita que sea, ¿para qué te vas a arriesgar a cambiar? Emprender es aprender a convivir con la incertidumbre y el riesgo; y enfrentarlos es una decisión que debes reconfirmar a diario.
Si no estás dispuesto, buscate un trabajo acorde con tus habilidades y seguramente vas a ser más feliz con la certeza de un salario a fin de mes…
Si el orden no es para vos…
Mejor que empieces a serlo si querés emprender. No alcanza con tener una idea creativa, ser tenaz, tener autoestima elevada, etc.; también se requiere ser muy disciplinado. Recordá que al emprender ya no tenés nadie que te diga lo que hay que hacer, y cómo y cuándo hacerlo. Sos el organizador de tu agenda, de tu día y de tu vida. Ya nadie te cubrirá las espaldas ni hará lo que te corresponde. Y eso se logra con tres cosas: disciplina, disciplina y disciplina…
Si sos de los que bajan los brazos a la primera…
Dedicate a conservar tu empleo actual. Para alejarte falsas expectativas, te cuento que casi el 100% de los emprendedores exitosos tienen gran cantidad de fracasos previos. Del error siempre se aprende, del fracaso siempre se puede salir fortalecido. Las estadísticas globales muestran que el 90% de los emprendimientos no sobrevive más de diez años y más del 50% no llega siquiera a cumplir más de doce meses de existencia. Emprender es más que ideas innovadoras, talento y estudios; es perseverancia, piel de hipopótamo, fortaleza de espíritu y optimismo racional.
Si sos de los que bajan los brazos ante las primeras adversidades, siempre estarás a tiempo de reconocer que tal vez, la relación de dependencia es tu lugar…
¿Buscás tener más horas libres?…
Entonces no emprendas. Tu propia empresa no es una actividad full time, es full life. Habrá momentos en que desearás que el día tenga 36 horas. Sos presidente de tu compañía y su cadete; y en el medio sos gerente de marketing, supervisor de calidad, community manager y analista de nuevos negocios.
Eso sí; si lo que querés es emprender con toda pasión… adelante!!!
Si todo lo anterior no te preocupa, si tu espíritu se desespera por sentir el gozo de vivir por y de tus sueños, emprendé porque el fracaso no está en tu adn. Las cosas podrán salirte diferente a como las imaginabas, podrás perder dinero en el camino y deberás renunciar a algunos sueños, pero para cambiarlos por otros más grandes. Nunca para dejar de soñar, innovar, crear, fundar (y fundir) empresas.
Me despido con un cuento anónimo (aunque algunos por Internet se lo atribuyen a Gabriel García Marquez), que habla de la importancia de conocer el «lado B».
“Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: » como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie».
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.
– «Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo».
Al principio el padre no creyó en el niño!
Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo.
Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo: Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste? Papá, respondió el niño; yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre.
Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era”.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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