El emprendedor que utiliza sus talentos y capacidades en el tiempo inapropiado y en el lugar incorrecto, corre el riesgo de fosilizarse internamente.
Todos nacemos con capacidades emprendedoras especiales. Unos son talentosos para iniciar negocios; otros para conseguir capital; algunos nacen para emprender una familia y así.
Todos venimos al mundo con la posibilidad de crear desde la nada, de tener ideas y hacerlas realidad; de mejorar la calidad de vida propia y del entorno; todos tenemos capacidad de emprender pero no tenemos las mismas capacidades por lo que los resultados nunca serán iguales.
El punto es encontrar el lugar apropiado para brillar con todo nuestro potencial. Si dejamos que el conformismo nos atrape, corremos gran riesgo de opacarnos y convertirnos en embajadores de la mediocridad. La comodidad es como un espejismo en el desierto que nos hace ver un oasis para luego mostrar su verdadera identidad. Cuando queremos darnos cuenta, ya cambiamos el riesgo por la certidumbre; la osadía por la pereza y la vida deja de ser una aventura fascinante para convertirse en una monotonía aburrida.
Tenemos que esforzarnos por descubrir y hacer brillar nuestras habilidades, capacidades, conocimientos y experiencias. Luego comprometernos a expandirlas en el lugar apropiado en el tiempo correcto. De poco y nada sirve ser el mejor en aquello que no usamos.
El emprendedor es como un diamante en bruto que debe encontrar el lugar y el tiempo preciso para generar las condiciones necesarias para pulirse y brillar. Sino tendrá habilidades que no le servirán para nada, como el camello de este cuento.
“Una tarde, bajo un calor insoportable, una madre camello y su cachorro estaban descansando bajo la sombra de un árbol. De pronto, el bebé camello le pregunta:
– Mamá; ¿puedo preguntarte algunas cosas?
– ¡Claro que sí!,¿ qué es lo que deseas preguntarme o hay algo que te molesta?
– ¿Por qué los camellos tenemos joroba?
– Mira hijo, nosotros somos animales del desierto, y necesitamos la joroba para guardar agua y poder sobrevivir por mucho, pero por mucho tiempo.
– ¿Bien, ¿puedo seguir preguntando?
– Claro hijo puedes seguir preguntando.
– ¿Por qué tenemos unas piernas muy largas y nuestras patas son redondas?
– Obviamente las tenemos para que se adapten al andar en el desierto, con estas piernas nos movemos mejor que nadie.
– ¿Y por qué tenemos nuestras pestañas tan grandes? Esto a veces me molesta en mi vista.
– Las pestañas largas y gruesas son una tapa protectora. Ellos ayudan a proteger tus ojos de la arena del desierto y el viento.
– Ya entiendo mamá. Si tenemos la joroba para almacenar el agua cuando estamos en el desierto, las piernas son para andar por el desierto mejor que nadie y estas pestañas protegen mis ojitos en el desierto… Entonces, ¡qué demonios estamos haciendo aquí en el maldito zoológico!”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein